Por Eduardo Videla
El gobierno
nacional dio un paso más en su cruzada antiabortista: tal como se lo prometió al papa
Juan Pablo II, hace casi un mes, el presidente Carlos Menem firmó ayer el decreto que
instaura el 25 de marzo como Día del Niño por Nacer. La norma no se refiere
a los futuros hijos de madres desnutridas. Por el contrario, instituye un día de
militancia contra el aborto, según se desprende de los considerandos del decreto:
Para nuestra Constitución, la vida comienza en el momento de producirse la
concepción, se dice en los fundamentos. El concepto invocado, sin embargo, no
aparece en la Carta Magna, ya que fue expresamente rechazado por los constituyentes que la
sancionaron en 1994.
Con la sanción de la norma, Menem sigue la línea que mantuvo durante toda su gestión,
pero que se hizo más virulenta a partir de 1994 cuando, en su afán por granjearse la
simpatía de la jerarquía católica, se pronunció por la penalización total del aborto,
al intentar incluir la prohibición en la reforma a la Constitución.
El Presidente le hizo honor al refranero popular: fue más papista que el Papa. En
noviembre último viajó al Vaticano en una misión protocolar, programada por su
embajador en la Santa Sede, Estaban Caselli. Era la quinta entrevista privada entre el
riojano y el pontífice. Como el Presidente no sabe dar puntada sin hilo, aprovechó la
ocasión para enunciarle a Wojtyla su idea: le propuso impulsar en forma conjunta la
creación de un día internacional del niño antes de nacer, y sugirió que la fecha para
celebrarlo fuera el 25 de marzo, día en que el catolicismo conmemora la Anunciación del
nacimiento de Jesús. Exactamente nueve meses antes de la Navidad.
La idea había sido previamente conversada con Caselli, para algunos el mentor de la
iniciativa. Según los voceros, fue celebrada por Juan Pablo II, como corresponde a un
hombre que hizo del rechazo al aborto una de las banderas de su papado. Antes de hacer
pública la propuesta, Menem la comentó con el secretario de Estado del Vaticano, el
cardenal Angelo Sodano. Nadie sabe bien a qué acuerdo llegaron en esa reunión. Lo cierto
es que el entusiasmo presidencial lo llevó a cortarse solo con la iniciativa y firmar el
decreto para no perder la coherencia el Día de la Inmaculada Concepción de
la Virgen.
La norma, que lleva la firma de Menem y de su canciller, Guido Di Tella, encomienda al
secretario de Culto y al embajador en la Santa Sede la organización de los eventos
destinados a la difusión y celebración del Día del Niño por Nacer, el próximo
25 de marzo. En los considerandos de la norma se invoca, como fundamento, la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, la Declaración de los Derechos del Niño, de 1959, y
la Convención sobre los Derechos del Niño, de 1989. Pero también hace referencia a que
para nuestra Constitución y la Legislación Civil y Penal, la vida comienza en el
momento de producirse la concepción.
En realidad, ése era el párrafo que, por mandato del presidente Menem, un sector de los
constituyentes justicialistas intentó incluir en la nueva Constitución. Pero la
cláusula que hubiera implicado penalizar el aborto aún en los casos extremos en
que no está sancionado no despertó el consenso de la mayoría. Finalmente,
peronistas y radicales acordaron una fórmula más moderada y ambigua: el inciso 23 del
artículo 75 dice que es función del Congreso dictar un régimen de seguridad
social especial e integral en protección del niño en situación de desamparo, desde el
embarazo hasta la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre
durante el embarazo y el tiempo de lactancia.
Aunque apunta más que nada a garantizar un sistema de seguridad social para embarazadas y
lactantes, para algunos ese punto consagra en forma implícita el derecho a la vida desde
la concepción.
Es una interpretación caprichosa de la ley. Si estuviera consagrado ese derecho, no
se explicarían los embates legislativos para penalizar el aborto, dijo a Página/12
Carmen González, titular de la Comisión de laMujer de la Asociación de Abogados de
Buenos Aires. El Gobierno debería preocuparse por darles de comer a las madres
desnutridas y garantizar que los chicos vayan al colegio y no estén en la calle,
opinó González. En la Argentina, 21 de cada mil chicos nacidos vivos mueren antes de
cumplir un año, en su mayoría por problemas derivados de la mala nutrición y
deficiencias sanitarias. Aunque la tasa bajó en 1996, sigue siendo mucho más alta que la
de países como Cuba (9 por mil), Chile (11), Costa Rica (12), Paraguay (14,5), Jamaica
(14,5) y Uruguay (17).
La cruzada de Menem contra el aborto tuvo uno de sus puntos culminantes en la Cumbre sobre
Población y Desarrollo, que se llevó a cabo en El Cairo en setiembre de 1994. Aliado
incondicional del Vaticano en esta misión, fracasó ese año en su intentó de alinear a
los países iberoamericanos detrás de esa causa. Tras el desaire internacional, la
ofensiva se centró en la Convención Constituyente, que logró resistir los embates del
Presidente y de la jerarquía católica. El delfín de Menem en esa cruzada fue su
entonces ministro de Justicia, Rodolfo Barra, un ex militante del Opus Dei que, después
de renunciado, encontró un lugar en el gabinete como asesor presidencial para la
Protección de los Derechos de la Persona por Nacer.
opinion
Un día que nadie festeja
Por Andrea Ferrari |
Cómo
se protegen los derechos de un niño por nacer? Alguien podría pensar que la
idea que impulsa al Presidente es mejorar la situación de muchas embarazadas que llegan
al parto en pésimo estado de salud y sin controles médicos. Que se trata de lanzar una
amplia campaña en las zonas carenciadas para cambiar las condiciones en que esos chicos
van a aterrizar en el mundo. Pero no: nada dice de ellos el decreto y, vista la inversión
dedicada a la salud pública, no parece ser esta la prioridad.
Poco tiene que ver la salud de un eventual futuro niño o de su madre con esta iniciativa
presidencial. Poco tiene que ver el desarrollo o el bienestar de quienes realmente van a
llevar a término un embarazo. Lo importante aquí es que la mujer no pueda abortar, que
la batalla que la Iglesia Católica lleva adelante en el mundo contra el aborto tenga en
este país su principal baluarte. La vida no es una cuestión de ideología,
dice un decreto puramente ideológico.
¿Cuántas mujeres después de soportar la presión que implica una decisión como
abortar, de la angustia y las dudas que golpean, cambiarán de idea al saber que el
embrión que llevan en su vientre está protegido y cuenta con su propio día
en el calendario?
Todo seguirá en realidad como hasta ahora: las mujeres que cuentan con los 1000 o 1500
pesos que sale un aborto bien realizado, en una clínica con todo el equipamiento
necesario, seguirán haciéndolo, aunque sean las esposas de los miembros del gobierno que
lleva adelante esta iniciativa o de los políticos que se niegan a debatir sobre el aborto
porque creen que es piantavotos.
También seguirán haciéndolo quienes acuden a alguna vecina del barrio que usa agujas
para terminar con el embarazo y que tal vez acaben convirtiéndose en una de las 400
muertas anuales por complicaciones. Esas ni se enterarán del decreto.
Hay otras, que no han pensado en el aborto, que van por el cuarto o quinto hijo con mucha
dificultad, sin ayuda, mal alimentadas y con mínimo tratamiento médico. Tal vez no
tengan con qué festejar, pero esas el 25 de marzo podrán celebrar que el feto que llevan
en la panza tiene su propio día. Todo un honor. |
LAS INTERVENCIONES CLANDESTINAS EN EL PAIS
Un aborto cada dos nacimientos
Las estadísticas
obviamente extraoficiales dicen que por cada dos nacimientos que ocurren en la
Argentina se realiza un aborto. En ese marco, se practicarían no menos de 400.000 abortos
por año y se produciría la muerte de una mujer por día. La Organización Panamericana
de la Salud (OPS) produjo en 1995 un informe aterrador sobre las hospitalizaciones en
América latina derivadas de aborto séptico. Consignó que el 30 por ciento de las camas
de mujeres en los hospitales del continente estaban ocupadas por pacientes que habían
sufrido complicaciones tras la realización de abortos clandestinos.
En la Argentina, según datos oficiales de los últimos años, la mitad de las mujeres son
internadas por problemas relacionados con el proceso reproductivo. De cada 4,6 egresos por
patologías obstétricas, una habría sido por complicaciones postaborto, de acuerdo con
los cálculos realizados por Martha Rosenberg y Teresa Durand en un trabajo sobre salud
reproductiva en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo es muy difícil establecer el total
de casos fatales porque las muertes son adjudicadas, en los hospitales, a otras
causas y muchas mujeres ni siquiera llegan a ser atendidas por un médico.
El Banco Mundial, también en el año 1995, ha señalado en un informe que 500.000 mujeres
mueren por año por problemas derivados de la maternidad. También especificó que un 30
por ciento de los embarazos son interrumpidos en forma consciente, lo que daría un total
de 55 millones de abortos provocados en el mundo. De ese total, 25 millones se
realizarían en las peores condiciones, en razón de las normas vigentes en países cuyas
leyes penalizan la práctica del aborto.
Todos los días llegan mujeres con hemorragias o infecciones generalizadas. En los
barrios hay comadronas que les practican abortos con los elementos más rudimentarios,
agujas de colchonero, de tejer, trozos de perchas. Jorge Massarelli, director del
Hospital del Centenario, de Rosario, admitió a este diario las condiciones dramáticas en
que las mujeres más humildes deben someterse a esas operaciones ilegales.
La contracara son las clínicas privadas, muchas de las cuales funcionan casi
legalmente en el conurbano bonaerense, que realizan el trabajo con
la más avanzada tecnología, a precios que oscilan entre los 1000 y los 3000 pesos.
La psicoanalista Martha Rosenberg afirma que con la despenalización del aborto no
sólo tantas mujeres no morirían o quedarías estériles por las operaciones
ilegales sino que habría menos maternidades signadas por el sacrificio de las
mujeres y las desdichas de los hijos. Para Rosenberg, la maternidad debe ser
elegida y decidida por cada mujer no sólo en su propio beneficio sino en el de toda la
sociedad.
Otro fallo con polémica El juez platense Guillermo Atencio sumó con un fallo reciente un nuevo caso
a la polémica sobre el aborto. El magistrado decidió rechazar el pedido de que se
autorizara abortar a una mujer de 25 años autista y con síndrome de Down que fue violada
porque aún no fue acreditada la condición legal de quien representa a la
joven y porque no fue expresado debidamente el consentimiento para
realizar el aborto.
El 24 de noviembre pasado, la madre de la joven denunció que su hija había sido violada.
La fiscalía elevó, con carácter de urgencia, el primer pedido de aborto, luego de
evaluar que la víctima se encontraba privada de razón. Atencio se ajustó a
cuestiones formales de procedimiento y rechazó el pedido. El fallo contrasta con el
dictado por el juez de Menores también platense, Julio Bardi, quien el lunes autorizó
abortar a una niña de 10 años, discapacitada mental, que presentaba un embarazo de tres
meses producto de una violación. A fines de octubre, el juez porteño Roberto Murature
rechazó un pedido similar presentado por la madre de una joven de 18 años, discapacitada
mental, que había sido violada. |
Tres puntos de vista sobre la norma |
Un discurso
hipócrita
Carlos Escudé (experto en relaciones
internacionales, ex jefe de asesores del canciller Guido Di Tella): Esta es la idea
de un asesor imaginativo, algo que por un lado no hace daño pero que por el otro resulta
absolutamente improductivo. Sólo requiere una firma. Me parece tan absurdo que en todo
caso debería tomárselo risueñamente, como un chiste. Me pueden atribuir reformular el
nombre del Día del Niño por Nacer como el Día del Feto Prometedor. Trae consigo la
promesa de nacer y tiene futuro. Eso no significa pronunciarse contra el aborto, del cual
estoy absolutamente a favor. En el contexto de una ilegalidad absolutamente teórica y un
discurso hipócrita, la clase media tiene la experiencia médica más avanzada para
abortar en un marco de libertad poco común. Pero muy pocas personas están dispuestas a
decir que el decreto es irrelevante, porque si la hija de un ministro queda embarazada va
a abortar. Nuestra hipocresía no nos permite blanquear un comportamiento que se refleja
mucho mejor que el discurso. Sin embargo no necesitamos este tipo de confirmación porque
mientras la clase política sea tan oportunista, no vamos a encontrar ningún partido
serio, con posibilidades de acceder al poder, que esté dispuesto a pelearse con la
Iglesia. Que el Gobierno esté alineado con la Iglesia es una cuestión absolutamente
retórica que no tiene ninguna incidencia práctica. Es una posición respecto del aborto,
pero yo no me doy por aludido. |
Discusión religiosa Virginia Franganillo (socióloga, ex presidenta del Consejo Nacional de la
Mujer): Se me ocurre un chiste cuando las estadísticas indican que uno de cada
cinco chicos no pasa el quinto grado. Yo estoy a favor de una política activa en materia
de los niños que han nacido. El Gobierno plantea una discusión religiosa que debe darse
en otro plano, el de la mujer. El alineamiento con la posición del Vaticano permitió la
apertura de un debate y hacer visible una problemática. Pero ello no alcanzó para
aprobar una política preventiva, que debería ser un tema clave dentro de las políticas
públicas porque el problema afecta cada vez a más mujeres. El debate se ha obstaculizado
porque la dirigencia se ha alineado con los sectores más reaccionarios del aborto. Y esto
es una demanda muy sencilla de las mujeres. La actividad principal en una unidad básica
es asistencia en materia de prevención y educación. No se trata de un problema de las
mujeres de clase media, pero en los sectores populares pega con la muerte, más allá de
que hay efectos en amplios sectores medios. Antes de que se abriera el debate, un 56 por
ciento de las mujeres estaba a favor de la legalización del
aborto y un 99 por ciento pedía
políticas de prevención. Es
una discusión moral. El Estado no garantiza los derechos de los
niños que han nacido, aunque esa tiene que ser nuestra preocupación. Creo que al Día
del Niño por Nacer no lo va a festejar nadie. |
Absurdo y
carnavalesco Nora Coledesky
(abogada, miembro de la Comisión por el Derecho al Aborto): La primera cuestión es
que no se trata de un niño cuando está en el vientre de una mujer, es
un embrión o feto. Lo consideramos como niño desde el momento en
que nace. Interpreto que el decreto que establece el Día del
Niño por Nacer es parte de los acuerdos
que el presidente Menem mantiene con la Iglesia Católica para
buscar tapar las críticas acerca de la situación social. Frente a la realidad
actual, me parece absurdo y carnavalesco. Los niños
mueren por raquitismo y están
subalimentados. Las mujeres abortan por las malas condiciones de vida que
atraviesan. Sería mejor si el Presidente se preocupara por los niños ya nacidos que se
están muriendo de hambre. El decreto
responde a un criterio dogmático y religioso, ni jurídico ni político, por eso las
mujeres vamos a rechazarlo, como venimos haciéndolo cada vez que
reaparece este tipo de intenciones. Ya hemos conseguido que se
quitara de la Ley de Minoridad la
cláusula con la intención que regía desde la concepción.
Ahora que el aborto empieza a discutirse en la sociedad, es necesario que los políticos
dejen de darle la espalda al tema porque el movimiento social existe. Por eso insisto en
que hay que debatir con la sociedad porque el Parlamento, por ahora, no se va a poner a
discutir esta cuestión. |
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