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CINCO HERMANOS SE REENCONTRARON DESPUES DE TRES DECADAS
La familia que logró nacer de nuevo

Dos mellizos de 32 años, dados en adopción al nacer, emprendieron la búsqueda de sus cinco hermanos. Con la ayuda del Patronato de la Infancia y la Justicia, dieron con tres. El reencuentro de cinco hermanos que no se conocían.

Negri: “La enseñanza es el valor de los lazos de sangre, en un momento en que todavía está vigente el problema de los hijos de desaparecidos”.

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Guillermo y Susana Duarte pudieron superar el miedo a que los hermanos estuviesen muertos.
El reencuentro se concretó en el despacho del presidente de la Suprema Corte bonaerense.


Por Mariana Carbajal

t.gif (67 bytes) “Fue el llamado de la sangre”, se conmueve Susana Duarte. A los 32 años, ella y su hermano mellizo Guillermo emprendieron la búsqueda más difícil: la de sus orígenes. Sabían que habían sido dados en adopción al nacer y que en algún lugar del país tenían un hermano. A través de la Subsecretaría bonaerense del Patronato de Menores, rastrearon el expediente de guarda de ambos y descubrieron con sorpresa que en lugar de uno tenían cinco hermanos mayores más. A tres de ellos pudieron localizarlos por el padrón electoral. “Nos falta encontrar a dos más para que la patota esté completa”, bromea Guillermo. Cinco de los siete hermanos separados hace más de tres décadas se reencontraron en el despacho del presidente de la Suprema Corte de Justicia, sin cámaras ni micrófonos. Ayer contaron a Página/12 su historia.
“¿Sabés cuál era mi mayor miedo?.. No encontrarlos vivos”, confiesa Susana. Desde los 10 años supo que era adoptada. Pero recién este año, con el impulso de su pareja, Horacio, se decidió a ir a la Casa Cuna de La Plata –adonde la fueron a buscar sus padres adoptivos– para empezar a armar el rompecabezas. Susana despliega con sumo cuidado un papelito blanco con los primeros datos que le dieron en el hospital y que le abrieron la llave del reencuentro familiar: los verdaderos nombres de ella y su hermano Guillermo, la identidad de su madre y la de uno de sus hermanos, Adrián, que también llegó con ellos a la Casa Cuna pero que fue dado en adopción a otro matrimonio y nunca más supieron de él.
Con esa información, en marzo, Susana fue a la Subsecretaría del Patronato de Menores de la Suprema Corte de Justicia de la provincia, para que la ayudaran a reconstruir su historia. Y una vez por mes regresó, ilusionada, en busca de novedades. El lunes 30 de noviembre la subsecretaria Estela Testoni la recibió con la gran noticia: “Muy pronto te vamos a dar una sorpresa”, le anunció, misteriosa. Y la citó para el viernes 4 a las 9.45. Sin saberlo, los cinco hermanos se cruzaron esa mañana en el hall del Palacio de Tribunales de La Plata. Minutos después Susana y Guillermo Duarte y Margarita (58), Magdalena (52) y Juan (38) Toro se fundirían en un abrazo interminable, que conmovió hasta las lágrimas al presidente de la Suprema Corte, Héctor Negri. “En mi larga vida de juez nunca vi nada más hermoso”, recordó ayer Negri ante Página/12.
“La enseñanza más importante que nos deja esta historia es el valor de los lazos de sangre, en un momento en que todavía está vigente el problema de los hijos de desaparecidos. Los mellizos y los otros tres hermanos no vivieron un día juntos pero se estuvieron buscando toda la vida”, reflexionó el ministro. Su despacho fue el escenario del reencuentro.
Juan nunca pudo borrar de su memoria aquel día de marzo del ‘66 en que vio por última vez a sus cuatro hermanos menores y fue separado brutalmente de su madre. Tenía 8 años. “Mamá estaba sola y muy mal económicamente. Una vecina le dijo que en tribunales la iban a ayudar para que nos pudiera cuidar a todos. Ella no los quería dar en adopción pero la engañaron. Dos mujeres policías se llevaron primero a los mellizos que tenían poquitos días. Y después a Adrián que tenía 1 año y a Oscar, 4. A mí, como no era adoptable, me dejaron en un reformatorio. Recién cuatro años más tarde pude regresar con mamá”, les contó Juan el viernes a Susana y a Guillermo, cuando siguieron la tertulia en el bar La Ley, frente al Palacio de Tribunales, y horas más tarde en la casa de los mellizos, en el barrio Gambier, a dos kilómetros y medio del centro platense, donde brindaron por el reencuentro.
Con el recuerdo latente de la cruenta separación, Juan trató junto con Magdalena de localizar a sus hermanos perdidos. Pero no tuvo la misma suerte que Susana. El viernes, Juan fue el más emocionado y quien abrazó con más fuerza a los mellizos. “Nunca más van a estar solos”, les prometió y desde el sábado no dejó de llamarlos por teléfono ni un día. Ahora los cinco esperan ubicar pronto a Adrián y a Oscar, que hoy tendrían 33 y 36 años, y que fueron adoptados por dos matrimonios distintos.
Los siete hermanos son hijos de V. O. y de cuatro padres distintos. La madre, que tiene 77 años y vive en el sur del Gran Buenos Aires, todavía no está enterada del reencuentro de sus hijos. Margarita, Magdalena y Juan siempre siguieron en contacto con ella. “Siempre pensé que mi madre nos había abandonado. Por eso no quería conocerla. A los que buscaba era a mis hermanos. Ahora que Juan me contó que no nos quiso abandonar, no le guardo ningún rencor ni reproche”, dice Susana. A su lado, Guillermo, que es operario del Albergue Granja Melchor Romero, asiente exultante. El padre adoptivo de ambos murió en el ‘91 y la madre adoptiva vive cerca de ellos en La Plata.
“De golpe somos tíos, tíos abuelos y tenemos tres tíos”, se entusiasma Susana, que abandonó en segundo año la carrera de Derecho y hoy es ama de casa. Juan está desocupado, tiene 5 hijos y vive en Florencio Varela. Margarita es viuda, vive en Avellaneda y trabaja en la Facultad de Odontología. Y Magdalena tiene también 5 hijos y vive en Lanús Este. Los cinco hermanos guardan la ilusión de festejar la próxima Navidad con los dos hermanos que no han podido localizar. “Queremos tener la oportunidad de vivir juntos que nos negaron durante 32 años”, concluye Susana.

 

Nueve meses de búsqueda
Por M. C.

La investigación que llevó a la reunión de los cinco hermanos duró casi nueve meses. “En la Casa Cuna de La Plata conseguimos el dato precioso: el número de causa del expediente de guarda de los mellizos Duarte. Y en el archivo de la Suprema Corte ubicamos el expediente, amarillo y viejo como él solo”, recordó a Página/12 Estela Testoni, a cargo de la Subsecretaría del Patronato de Menores del alto tribunal bonaerense. En esa dependencia oficial se creó en 1988 el Registro Central de Adopción, que reúne los datos filiatorios de todos los niños que son dados en guarda por adopción a partir de esa fecha en el territorio provincial. “Como la adopción de Susana y Guillermo fue anterior a la creación del registro, no teníamos en nuestros archivos sus datos”, explicó la funcionaria.
En el expediente de guarda descubrieron que los mellizos tenían cinco hermanos mayores más, dos de los cuales habían sido dados en adopción también desde la Casa Cuna pero a distintos matrimonios. “Las direcciones de los hermanos que aparecían en la causa no eran las actuales. Finalmente recurrimos al padrón electoral y logramos ubicar a Margarita Toro hace 20 días. Le mandamos una carta para que se comunicara con nosotros. Nos llamó y le pedimos que nos viniera a ver. Se apareció al día siguiente. Cuando le contamos, nos dijo que ella se acordaba de un día en que la mandaron a jugar al fondo y cuando regresó ya no estaban dos de sus hermanos. Por los años que ella tenía en ese momento nos dimos cuenta de que se refería a otros dos hermanos, que todavía falta ubicar, y no a los mellizos”, explicó Testoni. A través de Margarita localizaron a los otros dos hermanos, Juan y Magdalena.

El origen, un derecho

A partir de los 18 años toda persona adoptada puede acceder a su expediente judicial para saber dónde nació y quiénes fueron sus padres biológicos, de acuerdo con el nuevo régimen de adopción sancionado por el Congreso en 1997. Aunque con esa ley se reconoció por primera vez el derecho del adoptado a conocer su “realidad biológica”, en el Consejo Nacional del Menor y la Familia funciona desde hace varios años una oficina que se encarga de rastrear los orígenes de aquellas personas que estuvieron alojadas en institutos de menores antes de pasar a integrar una nueva familia.
El derecho a la identidad está contemplado en la Convención Internacional por los Derechos del Niño, incorporada a la Constitución nacional. En su artículo 7, el tratado establece que “el niño será registrado inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho a un nombre, a adquirir una nacionalidad y en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y ser cuidado por ellos”. El artículo 8, en tanto, señala que “los Estados partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad”.

 

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