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Las hinchas de Chacarita y Deportivo Morón no se quieren nada. Ayer lo demostraron de nuevo. Hubo incidentes antes del partido que cerraba la decimotercera fecha de la Primera B Nacional, durante el partido que obligó al árbitro Juan Pompei a los 38 minutos y después, cuando ambas hinchadas dejaban el viejo estadio de San Martín. Ahora, ambos clubes corren el riesgo de una severa sanción del Tribunal de Disciplina que podría llegar a la desafiliación, mientras que el juez Víctor Perrotta tiene un nuevo elemento para sumar al voluminoso expediente que lleva por la violencia en el fútbol. Un policía herido, otros dos con golpes, 70 detenidos y un número de heridos hasta anoche aún no precisado, incluido un joven hincha de Morón con 8 balazos de goma en el cuerpo, fue el parte de guerra de la batalla de Villa Diehl. Los incidentes comenzaron cuando la barra de Morón llegó al estadio y en las calles cercanas se toparon con los de Chacarita. Junto a los hinchas de Morón estaban los de Tigre, también enemigos acérrimos de los de Chacarita. Imposible decir de qué sector salió disparada la primera piedra, pero lo cierto es que desencadenó la actuación de la policía bonaerense, cuyos métodos, es conocido, no pasan por la disuasión. En la batalla campal hubo de todo: las consabidas piedras voladoras, palazos, peleas cuerpo a cuerpo y bombas de estruendo. El comisario Jorge García Muñoz ensayó una disculpa absurda. Dijo que los disturbios comenzaron porque los hinchas de Morón llegaron todos juntos y desbordó el operativo de seguridad. Con un clima tenso en las tribunas, Pompei dio comienzo al juego, pero debió interrumpirlo cuando una bomba de estruendo lanzada desde la tribuna de Morón estalló cerca del arquero de Chacarita, Jorge Vivaldo, cerca de los 32 minutos. El árbitro reunió a los jugadores y les advirtió que una bomba más y suspendo el partido. A los 38 minutos de juego los de Chacarita devolvieron la gentileza y desmayaron con la explosión de otra bomba al arquero de Morón, Fabián Binzugna. Entonces, Pompei suspendió el partido, pero eso no calmó los ánimos. Varios hinchas de Morón rompieron el alambrado y entraron al campo de juego incitando a los de Chacarita a dirimir añejas cuestiones en el verde césped. La policía y el plantel de Morón disuadió a los hinchas, mientras los de Chacarita paraban a sus hinchas que rompían el alambrado de la otra cabecera. Sin embargo, Fabio Sciaqua, defensor de los de los locales, fue a buscar a un hincha de Morón vestido con los colores del visitante y le lanzó una trompada que no llegó a destino. Hubo corridas, desbande, gritos, gases y con mucha dificultad el terreno fue despejado de hinchas, que volvieron a los tablones, y de jugadores, que se retiraron a los camarines. Los dirigentes de uno y otro equipo repudiaron los episodios de violencia. Luis Barrionuevo, titular de Chacarita, dijo que estoy cansado de que seamos las víctimas y pienso en renunciar. Es el mismo hombre que premió a un grupo de barrabravas que se portaron bien con un viaje a Francia para asistir al Mundial. En la hinchada de Morón militan cuadros cercanos a Juan Carlos Rousselot que participaron en cada uno de los incidentes registrados en los últimos años en el partido, apoyando siempre al intendente cuestionado. Hoy, el juez Perrotta regresa de su licencia. No sería extraño que suspenda el fútbol y que la pelota vuelva a rodar recién en 1999.
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