El
enfriamiento de la economía resultó no ser el remedio para contener el déficit
comercial, que en octubre trepó a 677 millones de dólares. A pesar de que la demanda
interna se retrae, las exportaciones cayeron en octubre en mayor medida que las
importaciones. El problema resulta irresoluble para el equipo económico, que hasta ahora
atribuía el creciente desequilibrio externo al aumento de las compras del sector privado.
Esa hipótesis se hizo trizas con los datos presentados ayer por el Indec. Las
importaciones bajaron 7 por ciento, señal del estancamiento en que ingresó la economía.
Pero el derrumbe de las exportaciones fue aún más pronunciado: alcanzó al 17 por
ciento, elevando el déficit de los últimos doce meses a 5940 millones de dólares.
Tanto las compras como las ventas al exterior sufrieron en octubre las caídas más
profundas del año (ver cuadro). Hasta ese mes, las bajas de los ingresos por
exportaciones, registradas el trimestre anterior, obedecieron al descenso en los precios
de los productos colocados, mientras que los volúmenes de venta seguían en moderado
aumento. Sin embargo, en octubre no sólo los precios fueron menores que los del año
pasado (12 por ciento), sino que también disminuyeron los volúmenes exportados (6 por
ciento).
La situación se seguirá agravando y la política de no devolver el IVA a los
exportadores en tiempo y forma está generando un daño serio, grave e increíble para los
empresarios argentinos y los inversores extranjeros, se quejó Enrique Mantilla,
presidente de la Cámara de Exportadores. El reclamo también es sostenido por la Unión
Industrial, cuyo titular, Alberto Alvarez Gaiani, lo trasladó a Carlos Menem y a Roque
Fernández en el seminario que la entidad realizó hace dos semanas. El ministro desoye el
pedido porque si reintegra el IVA a los exportadores se agiganta el déficit fiscal y no
puede cumplir con las metas asumidas ante el FMI.
La otra demanda de los industriales es que el equipo económico haga lo que nunca hizo:
diseñar un programa al estilo brasileño de fomento a las exportaciones. El gobierno del
país vecino otorga incentivos fiscales y financieros, con el objetivo de alcanzar un
nivel de ventas al exterior de 100 mil millones de dólares en el 2002, frente a los 52
mil millones que colocó el año pasado. Aquí, en el acumulado enero-octubre las
exportaciones bajaron un 1 por ciento en relación con igual período del año pasado. El
mayor descenso fue el de las ventas de combustibles: 33 por ciento entre los mismos
períodos. También cayeron un 8 por ciento las ventas de manufacturas agropecuarias. En
cambio, crecieron las de productos primarios, el 16 por ciento, y las manufacturas
industriales, el 7.
Por otros motivos, el importante retroceso de las importaciones también es preocupante.
El dato refleja que las empresas y los particulares gastan menos en la compra de
productos, un claro síntoma recesivo. En octubre, el volumen de importaciones declinó un
2 por ciento en comparación con igual mes de 1997, mientras que los precios de las
mercaderías bajaron 5 puntos. De todos modos, en diez meses las compras acumulan una suba
del 7 por ciento, frente a la baja de 1 por ciento en las exportaciones. Eso arroja un
déficit de 4569 millones de dólares, que se eleva a 5940 millones en los últimos doce
meses. La cifra supera el límite de 5000 millones que se había establecido en el acuerdo
con el FMI, por lo que la misión del organismo que vino a auditar las cuentas públicas
está pidiendo explicaciones a Economía sobre cómo planea revertir el abultado
desequilibrio.
La última alegría El Producto Bruto Interno mostró en el tercer trimestre una fuerte
desaceleración en su crecimiento. Avanzó un 2,9 por ciento con respecto a igual período
de 1997, frente a las subas del 7,2 y del 7,4 por ciento de los dos trimestres anteriores.
En el Palacio de Hacienda admiten que la evolución de la economía de los últimos tres
meses del año sería aún peor, puesto que la actividad comenzó a reflejar con mayor
intensidad los efectos negativos de la crisis financiera, por ejemplo, en la producción
industrial, en las exportaciones y en las importaciones. Entre julio y setiembre la
construcción avanzó apenas el 0,6 por ciento. El sector había crecido en los trimestres
anteriores un 18,3 y un 5,3 por ciento, lo que muestra el deterioro de la actividad. Lo
mismo ocurrió con la inversión, que de un incremento del 23,1 y 12,6 por ciento, pasó a
una suba del 2,2. El consumo también se frenó en el tercer trimestre, al aumentar 3,8
puntos. |
ECONOMIA PRESIONA CON LA AYUDA DE LOS
BANQUEROS
Menem vetaría el tope a las tasas
Carlos
Menem habría asumido ayer la decisión política de vetar la ley de tarjetas de crédito
sancionada el último lunes. Según fuentes del Gobierno, el titular del Palacio de
Hacienda, Roque Fernández, aconsejó adoptar en este caso la misma tesitura que barrió
con el fondo docente. En el Congreso, en cambio, consideran que la sanción de la nueva
norma no tiene retorno. Los legisladores aseguran que la unanimidad lograda
entre todos los bloques garantiza el rechazo a un eventual veto presidencial.
Economía, de acuerdo con las mismas fuentes, se tomará el plazo de diez días hábiles
que dispone el Ejecutivo para resolver sobre este tema, a fin de estudiar los aspectos
técnicos de la medida legislativa. La norma recibió un virulento rechazo por parte de
los banqueros. Las dos cámaras que congregan a las mayores entidades privadas del sector
la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba) y la Asociación de Bancos de la
República Argentina (Abra) calificaron como un hecho de inusitada
gravedad la sanción de la norma.
El probable veto del Gobierno será justificado en su postura contraria a cualquier norma
que implique regulaciones. La ley dispone que los intereses que cobran los bancos sobre
los saldos impagos no podrán superar en un 25 por ciento a las tasas fijadas para los
préstamos personales. Estas rondan el 21 por ciento para los créditos en pesos y el 18
cuando son en dólares. Esto significa que las tasas no podrán superar el 26 y 23 por
ciento, respectivamente, lo que implica una disminución de casi la mitad respecto de las
que rigen en la actualidad. Al mismo tiempo, fijó un arancel máximo del 5 por ciento a
los descuentos que cobran las emisoras a los comercios minoristas actualmente del
8,75 por ciento sobre sus ventas con tarjeta.
En un comunicado dado a conocer ayer por Adeba y Abra se expresa que la ley representa un
retorno a un pasado nefasto de dirigismo estatal que condujo a la
hiperinflación, a la destrucción de puestos de trabajo y al empobrecimiento del
país. Por su parte la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la República
Argentina (Abappra), se sumó al reclamo asegurando que la promulgación de la ley
perjudica a los pequeños comerciantes.
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