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LA TEMPORADA CINEMATOGRAFICA 1998 EMPIEZA A SER RECUERDO
El año de los descubrimientos

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Marcello Mastroianni con Manoel de Oliveira, que lo dirigió en “Viaje al principio del mundo”.
Este film, el último del gigantesco actor, abre la cartelera de qualité 1999: va el 7 de enero.

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Por Luciano Monteagudo

t.gif (67 bytes) Si de cine se trata, la temporada 1998 ya terminó. Los tres tristes estrenos de este jueves (Blade, cazador de vampiros, el enmohecido documental soviético Mariscal Zhukov y la comedia romántica norteamericana Algo en que creer, que ni siquiera se dio a conocer en su país de origen) dan la pauta de que ya no quedan novedades de peso para ofrecer este año y que, en todo caso, la oportunidad es inmejorable para que los espectadores rezagados aprovechen los títulos de calidad que aún quedan en la cartelera, que no son pocos si se tiene en cuenta que allí todavía brillan El sabor de la cereza, de Abbas Kiarostami, La mirada de Ulises, de Theo Angelopoulos, Ojos de serpiente, de Brian De Palma, Marius y Jeannette, de Robert Guediguian, o La anguila, de Shoei Imamura. A esta oferta francamente generosa, hay que sumar la reprise del Festival de Clásicos de la Warner que sigue en las nuevas salas del shopping Abasto, donde es posible rever desde Casablanca en su blanco y negro original hasta la versión completa de La pandilla salvaje, de Sam Peckinpah, pasando por esa maravilla que es Rebelde sin causa tal como la concibió Nick Ray, en glorioso CinemaScope.
La semana próxima también se presenta propicia para seguir recuperando el tiempo perdido: para el jueves 17 apenas si se anuncia un único estreno, Más allá de los sueños, con Robin Williams, dirigido por el neocelandés Vincent Ward, quien después de su excelente Navigator (realizada en su país) pareciera haber perdido la brújula. Un poco más adelante, la fecha de Navidad, tradicionalmente reservada a grandes lanzamientos de Hollywood, trae precisamente eso: La máscara del Zorro, con Antonio Banderas, y El príncipe de Egipto, la superproducción animada de Dreamworks, la nueva compañía de Steven Spielberg. Con sus fuegos de artificio, ambas parecen abrir la temporada 1999, que contará el primer día del año con otro producto destinado a pelear la parte del león de la recaudación de los multicines: ¿Conoces a Joe Black?, donde se vuelven a reunir Brad Pitt y Anthony Hopkins.
Algo ha cambiado, sin embargo, en Buenos Aires. El sorpresivo éxito de El sabor de la cereza, que desde su estreno a mediados de agosto ya lleva reunidos más de 120.000 espectadores, abrió de pronto los ojos de distribuidores y exhibidores a una realidad que hasta entonces habían ignorado. Sí, es verdad, existe una importante franja de público ávida de ver un cine diferente; un cine de expresión personal, realizado al margen de las grandes cadenas de producción; un cine que no subestime la inteligencia del espectador sino que, por el contrario, la desafíe. Ese cine, del cual el público local apenas si tenía noticias de su existencia a través de los ecos de festivales internacionales, de pronto parece haber llegado para quedarse, al menos durante todo el año que viene, según se puede inferir de la larga lista de estrenos de calidad que llegarán durante 1999.
El primero en abrir el fuego –ahí nomás, el 7 de enero– será Viaje al principio del mundo, del veterano maestro portugués Manoel de Oliveira, con Marcello Mastroianni como protagonista, en su última aparición cinematográfica. Esta será la primera película de Oliveira que acceda a un estreno comercial en la Argentina, donde su cine solamente se conocía a través de una retrospectiva en la Sala Lugones y la participación de sus últimos films en el Festival de Mar del Plata. Con Viagem ao princípio do mundo (1997), Oliveira ha hecho quizás su film más llano y accesible, una road movie por los paisajes de su infancia, un recorrido por la patria inasible de la memoria, que parece fundirse con la memoria colectiva de su país. Mucho más compleja es Inquietude, su realización más reciente, que probablemente también llegue a estrenarse en Buenos Aires en el transcurso de 1999.
Otros maestros del cine contemporáneo, prácticamente desconocidos hasta ahora en la Argentina, también estarán presentes durante el transcurso del año con algunas de sus mejores películas. Es el caso del ruso Alexandr Sokurov –el único heredero que dejó Andrei Tarkovski– con su apabullante Madre e hijo; del taiwanés Tsai Ming-liang, con El río, que le valió el Oso de Plata y el premio de la crítica en la Berlinale ‘97; o el japonés Takeshi Kitano con Hana Bi, ganadora del León de Oro de la Mostra de Venecia del año pasado. Cualquiera de estas tres películas ya bastaría para hacer del año próximo una temporada excepcional, pero también se sumarán muchos otros títulos de importancia. Habrá que contabilizar entonces Aprile, de Nanni Moretti, su coda a la magnífica Caro Diario; o La vida soñada de los ángeles, la ópera prima de Erick Zonca, que le valió a Elodie Bouchez y Natacha Regnier el premio compartido a la mejor actriz del último festival de Cannes; o El extranjero loco (Gadjo Dilo), una coproducción franco-rumana que el año pasado obtuvo el primer premio en el exigente Festival de Locarno.
Reaparecerá un maestro de la nouvelle vague como Alain Resnais con On connait la chanson, quizás su mejor película de los últimos veinte años, y hay serias posibilidades de que su colega generacional Eric Rohmer también esté presente con Cuento de otoño, un film que marcará el reencuentro con su cine, ausente de la cartelera local desde los tiempos de la maravillosa El rayo verde. El mexicano Arturo Ripstein, de quien en el lapso del último año se vieron sucesivamente Profundo carmesí, La mujer del puerto y la abrumadora El evangelio de las maravillas, el auto sacramental profano que presentó unas semanas atrás en Mar del Plata. El maestro japonés Shoei Imamura confirmará su inmenso talento, ya demostrado en La anguila, con Doctor Akagi, una película que él mismo considera su testamento.
En cuanto al cine iraní, no se descarta que aparezca alguno de los films de Abbas Kiarostami previos a El sabor de la cereza, pero si de certezas se trata habrá que prestarle especial atención –su estreno durante el ‘99 está confirmado– a La manzana, de Samira Mahkmalbaf, una chica de apenas 18 años que se convirtió con toda justicia en la revelación del último Festival de Cannes. Samira es la hija de Mohssen Mahkmalbaf, el más importante cineasta iraní después de Kiarostami, y de Mahkmal-baf padre también está comprada su última película, El silencio, presentada en competencia en el último Festival de Venecia. Directamente de la Mostra llegarán también Tu ridi, de los hermanos Taviani, sobre textos de Luigi Pirandello, Gato negro, gato blanco, del eterno delirante yugoslavo Emir Kusturica, y la controvertida ganadora del León de Oro, Cosí ridevano, de Gianni Amelio. En fin, que en materia de cine, durante 1999 Buenos Aires será una fiesta.

 

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