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Paraguay dio ayer otro paso hacia el conflicto armado cuando la mayoría del Congreso decidió suspender su sesión por presuntas amenazas desde sectores cercanos al ex golpista Lino Oviedo. Los opositores tenían previsto aprobar una moción de condena al presidente Raúl Cubas por haber ignorado el fallo de la Corte Suprema que le ordena devolver a Oviedo a prisión por su intento de golpe en 1996, pero fueron intimidados por la violenta reacción de los partidarios del general. Estos llamaron a una apoteosis oviedista de 100.000 personas para la noche frente al Congreso para impedir que se consume la conspiración contra Oviedo. Durante la apoteosis los opositores, luego de varias amenazas de muerte, temían que hubiera sicarios con órdenes de asesinarlos. Además, estimaron que existía una falta de garantías de protección ya que las fuerzas de seguridad están comandados por el ministro del Interior, quien es leal a Oviedo. En efecto, el uso de la palabra leal revela el ánimo de guerra civil que se vive en el país desde que Cubas desafió abiertamente a los poderes Legislativo (el parlamento) y Judicial (la Corte Suprema) en favor de Oviedo, el verdadero poder de su presidencia. La mayoría anti-Oviedo del Parlamento había planeado contraatacar la inacción presidencial con una moción de censura contra Cubas. Esto es, hasta que doce de sus líderes empezaron a recibir amenazas de muerte que prometían, según uno de ellos, garrotear y matar a parlamentarios, violar a las damas, y quemar la sede del Congreso. El atentado se hubiera producido durante el masivo mitín en apoyo de Oviedo convocado en la Plaza de Armas (al lado del Congreso). Los opositores temían que se produjeran disturbios que llevaran al asesinato de sus líderes en medio de la confusión general. Asimismo, tuvieron una visión en miniatura de lo que podría suceder cuando fueron confrontados al comienzo de su sesión de ayer por una manifestación de 500 oviedistas. Los partidarios del general se congregaron en torno de la entrada del Parlamento y abuchearon a los legisladores mientras entraban en el recinto, llegando a lanzarles tomates y huevos podridos. La recepción convenció a los legisladores una vez guarnecidos dentro del edificio de cancelar su sesión bicameral. En su anuncio, justificaron la decisión alegando la existencia de una sistemática campaña de incitación a la violencia, que contaba con la inacción cómplice de los organismos de seguridad del Estado. Esta sospecha germinó en la mente de los opositores por la actual visita de Cubas a la cumbre del Mercosur en Río de Janeiro, la cual calificaron como significativa (ya que) él es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y tiene el mando de la policía. Y lo peor pareció confirmárseles cuando recibieron información de que la policía no obedecería su pedido de barricar el recinto del Parlamento. El vicepresidente, Luis María Argaña, (ahora el presidente en función), por su parte, azuzó aún más este temor al comunicarles que se consideraba impotente para asegurar la actuación de las fuerzas de seguridad en caso de disturbios. Sin embargo, dichas fuerzas están extremadamente divididas por una serie de purgas pro y contra Oviedo, por lo cual nadie cuenta con que den una respuesta corporativa en caso de violencia o disturbios. Oviedo ciertamente no confía en ello por lo menos, y sus hombres prepararon medidas de fuerza propias para garantizar su libertad. Ya empezaban a llegar anoche a la capital, Asunción, miles de los partidarios rurales que convocaron luego del fallo de la Corte Suprema, quienes aseguran que definitivamente el general no volverá a prisión. En cualquier caso, con un conflicto de poderes en el medio de constantes amenazas de violencia, una analista pareció acertada al señalar: Ya se acabó la transición a la democracia, ahora estamos entrando a la transición a la dictadura.
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