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PRIMERA cita DEL EX DICTADOR ANTE LA JUSTICIA INGLESA POR LA EXTRADICION
Cuando la justicia es lenta pero llega

Por primera vez, Augusto Pinochet debió comparecer ante un juez. Lo hizo con la arrogancia de siempre, apelando al patriotismo y desconociendo la jurisdicción del tribunal inglés, aunque su abogado luego moderó su afirmación. El proceso en firme empieza el 18 de enero.

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La ventana del auto en que llegó Pinochet fue cubierta por un impermeable para evitar fotos.
Para los antipinochetistas, el ex dictador fue humillado; para los otros, mostró “dignidad”.

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na artista del tribunal de Belmarsh da los últimos toques a su dibujo del dictador ante la ley.
En el recinto no se permitieron fotógrafos ni camarógrafos, y hubo fuertes medidas de seguridad.


Por Marcelo Justo desde Londres

t.gif (67 bytes) “Quiero manifestar que no reconozco la jurisdicción de ningún otro tribunal excepto de mi país para que se me juzgue de todos los embustes de los señores de España. Eso es todo lo que quiero decir.” En silla de ruedas y de semblante impasible, con la misma arrogancia de siempre, el general Augusto Pinochet eligió estas palabras como tarjeta de presentación al juez de primera instancia Graham Parkinson. Su abogado Clive Nicols enseguida intervino para aclarar que el general no quería ofender a Su Señoría. “El no reconoce la jurisdicción de los tribunales británicos para juzgarlo pero sí reconoce la jurisdicción para ver la petición de extradición que formuló la Justicia española”, dijo Nicols. Ante el anciano de traje marrón, corbata verde chillona, bastón y mirada impasible, el juez Parkinson replicó con cara de poker que no se sentía ofendido. Parkinson fijó el 18 de enero para el inicio de proceso legal de extradición a España y amplió los términos de la libertad vigilada bajo fianza permitiendo que Pinochet se desplazase por el jardín de su mansión bajo custodia policial. “Sería inhumano negarle esto”, dijo Parkinson. Afuera del tribunal de máxima seguridad de Belmarsh unos 300 manifestantes divididos en partes iguales entre exiliados chilenos y pinochetistas se disputaban a gritos y consignas el significado de la audiencia preliminar.
El interlocutor real del general se situaba más allá del juez Parkinson. En las escasas palabras que dijo y que un intérprete tradujo al inglés durante los 28 minutos que duró la vista, el reciclado senador vitalicio eligió el famoso “refugio de los pícaros”, del célebre escritor inglés Samuel Johnson, el patriotismo, para dirigirse a sus compatriotas. Cuando el juez le preguntó el nombre, el general no se conformó con decir Augusto César Pinochet Ugarte sino que tuvo un acto fallido revelador. “Soy –comenzó para corregirse en seguida diciendo–, fui comandante en jefe del ejército, presidente de la república y actualmente soy senador de la república.” El orden de sus títulos indicaba el de sus prioridades: militar, dictador y senador vitalicio. Al final de la audiencia su abogado solicitó la autorización del juez para que su cliente leyera un breve mensaje. En una voz ronca, y baja, el general hizo su llamamiento patriótico que inadvertidamente incluía, junto al ataque a España, un tardío reconocimiento de la misma Justicia que nunca respetó: la chilena.
El general llegó al tribunal de Belmarsh en una camioneta oscura con las ventanas toscamente tapadas por impermeables, en medio de un impresionante operativo de seguridad. Un helicóptero vigiló los 90 minutos de trayecto desde la lujosa mansión en la que se aloja al sur de Inglaterra y el tribunal, que se encontraba rodeado de manifestantes, fotógrafos y cámaras de televisión. Más de 50 policías, algunos de ellos apostados en los techos del recinto, custodiaban el lugar. Una primera valla servía de punto de ingreso donde manifestantes, periodistas y público eran revisados con detectores de metal. El mismo operativo se repitió con las cerca de 80 personas que entraron a la sala. En medio de un silencio expectante, un poco después que el resto pero por la misma puerta, ingresó al recinto la imperial silla de ruedas de Augusto César, que su hijo Marco Antonio empujó hasta la división de vidrio que había al fondo de la sala y que lo separaba de sus parientes y aliados.
Afuera, mientras tanto, la batalla de consignas se mantenía. Los manifestantes habían empezado a marcar territorio desde la madrugada y hacia el mediodía, dos horas antes del ingreso del general, unas 150personas por bando entrecruzaban gritos e insultos. Separados por vallas, policías, unos 25 metros de distancia y un abismo de historia e ideología, los pinochetistas enarbolaban banderas chilenas y carteles vivando al general y pidiendo su libertad en castellano e inglés (“Free, free, free, Pinochet”). Enfrente estaban las pancartas con las siluetas de desaparecidos y sus nombres, las acusaciones a Pinochet en gruesa letra negra sobre carteles pequeños y grandes, coloridos en medio de un día de plomizo cielo gris. Entre baterías, bombos y cánticos de “justicia” y “asesino”, dos de los exiliados, ataviados con gigantescas máscaras de Lady Margaret Thatcher y Pinochet, se paseaban tomando el té en obvia referencia a la tarde que ambos pasaron juntos el 5 de octubre en la residencia londinense de la Dama de Hierro.
La interpretación que ambos bandos hicieron de la audiencia preliminar fue igualmente dispar. Uno de los manifestantes antipinochetistas indicó a Página/12 que éste era un hecho histórico y que el general había sido “humillado” públicamente. “Ahora tendría que reconocer lo que hizo, recalcó esperanzado. Un pinochetista negó esta interpretación y subrayó que el general había actuado con “honor” y “dignidad”. “Sigue siendo nuestro líder”, dijo a Página/12. El “líder” no tendrá que concurrir a la audiencia del 18 de enero y por el momento, mientras descansa una vez más en su mansión de lujo en Wentworth, Surrey, cifra sus esperanzas en los lores que el 25 de noviembre le negaron la inmunidad y el próximo martes podrían revocar este fallo por la presunta parcialidad de Lord Hoffman, uno de los tres lores que votó en contra del general, quien es director ad honórem de una organización humanitaria vinculada a Amnistía Internacional.

 


 

UNA APELACION INEDITA DE LA DEFENSA PINOCHETISTA
Los lores vuelven a escena

Por M. J.

t.gif (862 bytes) La Oficina de Revisión Judicial de la Cámara de los Lores confirmó a Página/12 que el martes próximo se iniciará la audiencia por el recurso que presentó este jueves la defensa del general Augusto Pinochet. El estudio jurídico Kingsley Mapley cuestionó el dictamen que el pasado 25 de noviembre negó la inmunidad al ex dictador por la presunta parcialidad de lord Hoffman, quien pertenece a una organización vinculada a Amnesty International. En caso de que la apelación prosperara debería designarse un nuevo panel que tendría que pronunciarse nuevamente sobre la legalidad del arresto del general Pinochet el 16 de octubre, basada en su inmunidad o no como ex jefe de Estado.
La composición del panel de cinco lores designados ayer para la apelación revela un claro predominio de los liberales (progresistas). El panel está presidido por el más antiguo de ellos, lord Browne-Wilkinson, considerado en los medios legales como un humanista. Lord Goff fue profesor de Etica Legal en la Universidad de Birmingham, es autor de La ley de la restitución y por su espíritu innovador es considerado “el lord Hoffman” de este panel.
Lord Nolan presidió una de las comisiones más polémicas de los últimos años. En pleno gobierno conservador, precisó las reglas de juego necesarias para eliminar todo rastro de corrupción del Parlamento británico tras varios escándalos que pasarían inadvertidos en Argentina, pero que horrorizaron a la opinión pública inglesa. Lord Hutton lleva el sobrenombre del “Lord Irlandés”, porque realizó buena parte de su carrera en Irlanda del Norte, está especializado en casos comerciales y pertenece también al bando de los liberales. Lord Hope, el más joven de los lores, es un moderado.
Por ser la Cámara de los Lores la última instancia legal del país, la apelación presentada por la defensa de Pinochet es un hecho inusitado en la historia legal inglesa. El único caso documentado data de 1832 y lo que se cuestionaba era la decisión misma de los lores y no la honorabilidad de uno de ellos. “Entramos en territorio no explorado”, indicó a Página/12 una vocera de la Oficina de Revisión Judicial de la Cámara. A pesar de ello, en medios legales se considera como altamente improbable que los lores revoquen el dictamen.
Se citan sobre todo dos razones. Nadie pone en tela de juicio la imparcialidad de lord Hoffman. Lo que se cuestiona es la posibilidad de que él no sea visto como imparcial: la apariencia, no la sustancia. Pero la apelación de la defensa de Pinochet tiene un flanco particularmente débil. La firma legal contribuyó a una campaña de recolección de fondos para Amnesty International que dirigía el mismo lord Hoffman y por lo tanto les será difícil probar que desconocían, antes de que se iniciara la apelación de la fiscalía a principios de noviembre, que lord Hoffman tenía vínculos con la organización de derechos humanos.
El segundo argumento, igualmente decisivo y quizás más contundente, fue publicado ayer en el diario de las finanzas, el Financial Times. “Francamente nos convertiríamos en el hazmerreír del mundo entero”, indicó al diario uno de los más importantes abogados del país, a condición de guardar el anonimato.

 


 

Chile todavía escucha las mentiras de Pinochet

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Los partidarios de Pinochet manifestaron ayer en el centro de Santiago mientras se reunía el Cosena.
Antes les pegaban a los periodistas extranjeros, ahora escriben sus pancartas en inglés.

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Los jefes de las fuerzas armadas entran al Palacio  de la Moneda.
La reunión del Consejo de Seguridad Nacional duró  más de cuatro horas.

t.gif (862 bytes) “Nunca he deseado la muerte de nadie y siento un sincero dolor por todos los chilenos que en estos años han perdido la vida.” En una carta de 13 carillas que leyó Carlos Cáceres, ex ministro del Interior del régimen chileno, y al mismo tiempo en que declaraba ante la Justicia británica, el ex dictador Augusto Pinochet dio a conocer lo que se describió como su “testamento político”. A pesar de este “dolor”, Pinochet exaltó lo actuado durante su gobierno. Más tarde, el Consejo de Seguridad Nacional (Cosena, dominado por las fuerzas armadas) se reunió por tercera vez en un mes para repudiar la actitud del gobierno británico. El canciller José Miguel Insulza tradujo este repudio en medidas concretas: se suspenderán las visitas oficiales a España y Gran Bretaña, se mantendrá en Chile por tiempo indefinido al embajador en Londres, Mario Artaza, y se aconsejará a las compañías aéreas interrumpir los viajes a las islas Malvinas.
Para los partidarios de Pinochet, el día de ayer fue el que menos hubieran querido proyectar desde la detención de su líder el 16 de octubre pasado. Mientras el ex dictador comparecía ante el tribunal de Bow Street en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, creada para albergar a terroristas, la fuerza aérea chilena ordenó el regreso del Boeing 707 que lo estaba esperando ante cualquier decisión que lo dejara volver a Chile. “La suerte del general Pinochet en Europa pareciera estar sellada”, dijo ayer el senador Hernán Larraín, de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI). Larraín aclaró que la derecha “no está resignada” pero agregó que, “dada su edad”, cree que Pinochet “no volverá con vida a Chile y que no va a tener un juicio justo en el extranjero”.
“Soy absolutamente inocente de todos los crímenes y de los hechos que irracionalmente se me imputan”, dijo el ex dictador a través de la carta. Según el ex funcionario, una copia de la misiva fue entregada al presidente Eduardo Frei, al arzobispo de Santiago, Francisco Errázuriz, y al nuncio apostólico, Piero Bigio. “He sido objeto de una maquinación político-judicial artera y cobarde, que no tiene ningún valor moral”, sentenció Pinochet, y agregó que “el comunismo ha asesinado a muchos millones de seres humanos durante este siglo, y a mí se me persigue por haberlo derrotado en Chile”. Para la particular visión del ex dictador, “el dilema era: o vencía la concepción cristiana occidental de la existencia para que primara en el mundo el respeto a la dignidad humana, o se imponía una visión materialista y atea del hombre y la sociedad”.
Más adelante en el documento, Pinochet se asignó a sí mismo el papel de redentor de la patria chilena. “Quiero señalar que acepto esta nueva cruz, con la humildad de un cristiano y el temple de un soldado, si con ello presto un servicio a Chile y los chilenos. Ojalá el mío fuera el último sacrificio.” Se encomendó a la justicia divina por los crímenes cometidos –“guardo la firme esperanza de que el Señor, en su infinita misericordia, aplique mis más íntimos sufrimientos por quienes murieron injustamente en esos años de enfrentamiento”– pero afirmó al mismo tiempo que él encabezó “una gesta que permitió la construcción de una sociedad de chilenos libres y dignos, de una Patria mejor para todos y no para un sector o para un partido como estuvimos a punto de vivir”.
En la reunión del Cosena, el tema central fue un tanto más terrenal: cuáles son las opciones que quedan para conseguir la liberación del ex dictador y a la vez para expresar el enojo por lo que está ocurriendo. Durante el encuentro, el canciller José Miguel Insulza enumeró las medidas que se iban a tomar en los planos judicial y político y a continuación dos de los militares presentes expresaron la necesidad de romper relaciones diplomáticas con Gran Bretaña y con España. Este signo de molestia fue confirmado por el jefe del ejército, general Ricardo Izurieta, quien criticó a la clase política chilena por resignarse a la permanencia de Pinochet en Europa –en el caso de la derecha– o por instar a que se lo juzgue fuera de Chile –en el caso de los legisladores socialistas–.
A la salida de la reunión, que duró cuatro horas y media, Insulza anunció que “se designará una representación legal que defienda ante lostribunales los intereses del Estado de Chile en este proceso”. En lo político, además de suspender las visitas oficiales a Gran Bretaña y a España, el gobierno chileno enviará notas a la ONU y a la OEA para explicar su posición en el caso y “revisará la participación de Chile en las Cumbres Iberoamericanas, en función del cumplimiento de sus países miembros de las decisiones suscriptas en dichas Cumbres”, explicó Insulza.
El canciller se refería así a la posición de España. Sorprendido por la detención de Pinochet en medio de la última edición de esta Cumbre en Portugal, Chile logró que los países participantes defendieran allí el principio de territorialidad de los crímenes, pero Madrid, a instancias de la justicia española, debió cursar el pedido de extradición a Londres, lo que fue duramente criticado por el gobierno chileno. Pero éste al menos tuvo un consuelo: el apoyo a su posición de parte de los presidentes del Mercosur en una reunión realizada el jueves. Insulza devolvió en particular el favor de Carlos Menem, quien se preguntó si el juez español Garzón iba a juzgar alguna vez a Franco por su dictadura. El canciller chileno dijo ayer que un gobierno como el actual, a diferencia de lo hecho por Pinochet en su momento, jamás apoyaría a Gran Bretaña en un conflicto sobre las islas Malvinas. De hecho, si se suspenden todos los vuelos a las islas, los kelpers quedarán prácticamente aislados del continente americano.

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