Por Marcelo Justo desde Londres
Quiero
manifestar que no reconozco la jurisdicción de ningún otro tribunal excepto de mi país
para que se me juzgue de todos los embustes de los señores de España. Eso es todo lo que
quiero decir. En silla de ruedas y de semblante impasible, con la misma arrogancia
de siempre, el general Augusto Pinochet eligió estas palabras como tarjeta de
presentación al juez de primera instancia Graham Parkinson. Su abogado Clive Nicols
enseguida intervino para aclarar que el general no quería ofender a Su Señoría.
El no reconoce la jurisdicción de los tribunales británicos para juzgarlo pero sí
reconoce la jurisdicción para ver la petición de extradición que formuló la Justicia
española, dijo Nicols. Ante el anciano de traje marrón, corbata verde chillona,
bastón y mirada impasible, el juez Parkinson replicó con cara de poker que no se sentía
ofendido. Parkinson fijó el 18 de enero para el inicio de proceso legal de extradición a
España y amplió los términos de la libertad vigilada bajo fianza permitiendo que
Pinochet se desplazase por el jardín de su mansión bajo custodia policial. Sería
inhumano negarle esto, dijo Parkinson. Afuera del tribunal de máxima seguridad de
Belmarsh unos 300 manifestantes divididos en partes iguales entre exiliados chilenos y
pinochetistas se disputaban a gritos y consignas el significado de la audiencia
preliminar.
El interlocutor real del general se situaba más allá del juez Parkinson. En las escasas
palabras que dijo y que un intérprete tradujo al inglés durante los 28 minutos que duró
la vista, el reciclado senador vitalicio eligió el famoso refugio de los
pícaros, del célebre escritor inglés Samuel Johnson, el patriotismo, para
dirigirse a sus compatriotas. Cuando el juez le preguntó el nombre, el general no se
conformó con decir Augusto César Pinochet Ugarte sino que tuvo un acto fallido
revelador. Soy comenzó para corregirse en seguida diciendo, fui
comandante en jefe del ejército, presidente de la república y actualmente soy senador de
la república. El orden de sus títulos indicaba el de sus prioridades: militar,
dictador y senador vitalicio. Al final de la audiencia su abogado solicitó la
autorización del juez para que su cliente leyera un breve mensaje. En una voz ronca, y
baja, el general hizo su llamamiento patriótico que inadvertidamente incluía, junto al
ataque a España, un tardío reconocimiento de la misma Justicia que nunca respetó: la
chilena.
El general llegó al tribunal de Belmarsh en una camioneta oscura con las ventanas
toscamente tapadas por impermeables, en medio de un impresionante operativo de seguridad.
Un helicóptero vigiló los 90 minutos de trayecto desde la lujosa mansión en la que se
aloja al sur de Inglaterra y el tribunal, que se encontraba rodeado de manifestantes,
fotógrafos y cámaras de televisión. Más de 50 policías, algunos de ellos apostados en
los techos del recinto, custodiaban el lugar. Una primera valla servía de punto de
ingreso donde manifestantes, periodistas y público eran revisados con detectores de
metal. El mismo operativo se repitió con las cerca de 80 personas que entraron a la sala.
En medio de un silencio expectante, un poco después que el resto pero por la misma
puerta, ingresó al recinto la imperial silla de ruedas de Augusto César, que su hijo
Marco Antonio empujó hasta la división de vidrio que había al fondo de la sala y que lo
separaba de sus parientes y aliados.
Afuera, mientras tanto, la batalla de consignas se mantenía. Los manifestantes habían
empezado a marcar territorio desde la madrugada y hacia el mediodía, dos horas antes del
ingreso del general, unas 150personas por bando entrecruzaban gritos e insultos. Separados
por vallas, policías, unos 25 metros de distancia y un abismo de historia e ideología,
los pinochetistas enarbolaban banderas chilenas y carteles vivando al general y pidiendo
su libertad en castellano e inglés (Free, free, free, Pinochet). Enfrente
estaban las pancartas con las siluetas de desaparecidos y sus nombres, las acusaciones a
Pinochet en gruesa letra negra sobre carteles pequeños y grandes, coloridos en medio de
un día de plomizo cielo gris. Entre baterías, bombos y cánticos de justicia
y asesino, dos de los exiliados, ataviados con gigantescas máscaras de Lady
Margaret Thatcher y Pinochet, se paseaban tomando el té en obvia referencia a la tarde
que ambos pasaron juntos el 5 de octubre en la residencia londinense de la Dama de Hierro.
La interpretación que ambos bandos hicieron de la audiencia preliminar fue igualmente
dispar. Uno de los manifestantes antipinochetistas indicó a Página/12 que éste era un
hecho histórico y que el general había sido humillado públicamente.
Ahora tendría que reconocer lo que hizo, recalcó esperanzado. Un pinochetista
negó esta interpretación y subrayó que el general había actuado con honor
y dignidad. Sigue siendo nuestro líder, dijo a Página/12. El
líder no tendrá que concurrir a la audiencia del 18 de enero y por el
momento, mientras descansa una vez más en su mansión de lujo en Wentworth, Surrey, cifra
sus esperanzas en los lores que el 25 de noviembre le negaron la inmunidad y el próximo
martes podrían revocar este fallo por la presunta parcialidad de Lord Hoffman, uno de los
tres lores que votó en contra del general, quien es director ad honórem de una
organización humanitaria vinculada a Amnistía Internacional.
UNA APELACION INEDITA DE LA DEFENSA
PINOCHETISTA
Los lores vuelven a escena
Por M. J.
La Oficina de Revisión
Judicial de la Cámara de los Lores confirmó a Página/12 que el martes próximo se
iniciará la audiencia por el recurso que presentó este jueves la defensa del general
Augusto Pinochet. El estudio jurídico Kingsley Mapley cuestionó el dictamen que el
pasado 25 de noviembre negó la inmunidad al ex dictador por la presunta parcialidad de
lord Hoffman, quien pertenece a una organización vinculada a Amnesty International. En
caso de que la apelación prosperara debería designarse un nuevo panel que tendría que
pronunciarse nuevamente sobre la legalidad del arresto del general Pinochet el 16 de
octubre, basada en su inmunidad o no como ex jefe de Estado.
La composición del panel de cinco lores designados ayer para la apelación revela un
claro predominio de los liberales (progresistas). El panel está presidido por el más
antiguo de ellos, lord Browne-Wilkinson, considerado en los medios legales como un
humanista. Lord Goff fue profesor de Etica Legal en la Universidad de Birmingham, es autor
de La ley de la restitución y por su espíritu innovador es considerado el lord
Hoffman de este panel.
Lord Nolan presidió una de las comisiones más polémicas de los últimos años. En pleno
gobierno conservador, precisó las reglas de juego necesarias para eliminar todo rastro de
corrupción del Parlamento británico tras varios escándalos que pasarían inadvertidos
en Argentina, pero que horrorizaron a la opinión pública inglesa. Lord Hutton lleva el
sobrenombre del Lord Irlandés, porque realizó buena parte de su carrera en
Irlanda del Norte, está especializado en casos comerciales y pertenece también al bando
de los liberales. Lord Hope, el más joven de los lores, es un moderado.
Por ser la Cámara de los Lores la última instancia legal del país, la apelación
presentada por la defensa de Pinochet es un hecho inusitado en la historia legal inglesa.
El único caso documentado data de 1832 y lo que se cuestionaba era la decisión misma de
los lores y no la honorabilidad de uno de ellos. Entramos en territorio no
explorado, indicó a Página/12 una vocera de la Oficina de Revisión Judicial de la
Cámara. A pesar de ello, en medios legales se considera como altamente improbable que los
lores revoquen el dictamen.
Se citan sobre todo dos razones. Nadie pone en tela de juicio la imparcialidad de lord
Hoffman. Lo que se cuestiona es la posibilidad de que él no sea visto como imparcial: la
apariencia, no la sustancia. Pero la apelación de la defensa de Pinochet tiene un flanco
particularmente débil. La firma legal contribuyó a una campaña de recolección de
fondos para Amnesty International que dirigía el mismo lord Hoffman y por lo tanto les
será difícil probar que desconocían, antes de que se iniciara la apelación de la
fiscalía a principios de noviembre, que lord Hoffman tenía vínculos con la
organización de derechos humanos.
El segundo argumento, igualmente decisivo y quizás más contundente, fue publicado ayer
en el diario de las finanzas, el Financial Times. Francamente nos convertiríamos en
el hazmerreír del mundo entero, indicó al diario uno de los más importantes
abogados del país, a condición de guardar el anonimato.
Chile todavía escucha las mentiras de
Pinochet
Los partidarios de Pinochet
manifestaron ayer en el centro de Santiago mientras se reunía el Cosena.
Antes les pegaban a los periodistas extranjeros, ahora escriben sus pancartas en
inglés. |
Los jefes de las fuerzas
armadas entran al Palacio de la Moneda.
La reunión del Consejo de Seguridad Nacional duró más de cuatro horas. |
Nunca he deseado la muerte de nadie y siento un sincero dolor por todos los chilenos
que en estos años han perdido la vida. En una carta de 13 carillas que leyó Carlos
Cáceres, ex ministro del Interior del régimen chileno, y al mismo tiempo en que
declaraba ante la Justicia británica, el ex dictador Augusto Pinochet dio a conocer lo
que se describió como su testamento político. A pesar de este
dolor, Pinochet exaltó lo actuado durante su gobierno. Más tarde, el Consejo
de Seguridad Nacional (Cosena, dominado por las fuerzas armadas) se reunió por tercera
vez en un mes para repudiar la actitud del gobierno británico. El canciller José Miguel
Insulza tradujo este repudio en medidas concretas: se suspenderán las visitas oficiales a
España y Gran Bretaña, se mantendrá en Chile por tiempo indefinido al embajador en
Londres, Mario Artaza, y se aconsejará a las compañías aéreas interrumpir los viajes a
las islas Malvinas.
Para los partidarios de Pinochet, el día de ayer fue el que menos hubieran querido
proyectar desde la detención de su líder el 16 de octubre pasado. Mientras el ex
dictador comparecía ante el tribunal de Bow Street en la prisión de alta seguridad de
Belmarsh, creada para albergar a terroristas, la fuerza aérea chilena ordenó el regreso
del Boeing 707 que lo estaba esperando ante cualquier decisión que lo dejara volver a
Chile. La suerte del general Pinochet en Europa pareciera estar sellada, dijo
ayer el senador Hernán Larraín, de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI).
Larraín aclaró que la derecha no está resignada pero agregó que,
dada su edad, cree que Pinochet no volverá con vida a Chile y que no va
a tener un juicio justo en el extranjero.
Soy absolutamente inocente de todos los crímenes y de los hechos que
irracionalmente se me imputan, dijo el ex dictador a través de la carta. Según el
ex funcionario, una copia de la misiva fue entregada al presidente Eduardo Frei, al
arzobispo de Santiago, Francisco Errázuriz, y al nuncio apostólico, Piero Bigio.
He sido objeto de una maquinación político-judicial artera y cobarde, que no tiene
ningún valor moral, sentenció Pinochet, y agregó que el comunismo ha
asesinado a muchos millones de seres humanos durante este siglo, y a mí se me persigue
por haberlo derrotado en Chile. Para la particular visión del ex dictador, el
dilema era: o vencía la concepción cristiana occidental de la existencia para que
primara en el mundo el respeto a la dignidad humana, o se imponía una visión
materialista y atea del hombre y la sociedad.
Más adelante en el documento, Pinochet se asignó a sí mismo el papel de redentor de la
patria chilena. Quiero señalar que acepto esta nueva cruz, con la humildad de un
cristiano y el temple de un soldado, si con ello presto un servicio a Chile y los
chilenos. Ojalá el mío fuera el último sacrificio. Se encomendó a la justicia
divina por los crímenes cometidos guardo la firme esperanza de que el Señor,
en su infinita misericordia, aplique mis más íntimos sufrimientos por quienes murieron
injustamente en esos años de enfrentamiento pero afirmó al mismo tiempo que
él encabezó una gesta que permitió la construcción de una sociedad de chilenos
libres y dignos, de una Patria mejor para todos y no para un sector o para un partido como
estuvimos a punto de vivir.
En la reunión del Cosena, el tema central fue un tanto más terrenal: cuáles son las
opciones que quedan para conseguir la liberación del ex dictador y a la vez para expresar
el enojo por lo que está ocurriendo. Durante el encuentro, el canciller José Miguel
Insulza enumeró las medidas que se iban a tomar en los planos judicial y político y a
continuación dos de los militares presentes expresaron la necesidad de romper relaciones
diplomáticas con Gran Bretaña y con España. Este signo de molestia fue confirmado por
el jefe del ejército, general Ricardo Izurieta, quien criticó a la clase política
chilena por resignarse a la permanencia de Pinochet en Europa en el caso de la
derecha o por instar a que se lo juzgue fuera de Chile en el caso de los
legisladores socialistas.
A la salida de la reunión, que duró cuatro horas y media, Insulza anunció que se
designará una representación legal que defienda ante lostribunales los intereses del
Estado de Chile en este proceso. En lo político, además de suspender las visitas
oficiales a Gran Bretaña y a España, el gobierno chileno enviará notas a la ONU y a la
OEA para explicar su posición en el caso y revisará la participación de Chile en
las Cumbres Iberoamericanas, en función del cumplimiento de sus países miembros de las
decisiones suscriptas en dichas Cumbres, explicó Insulza.
El canciller se refería así a la posición de España. Sorprendido por la detención de
Pinochet en medio de la última edición de esta Cumbre en Portugal, Chile logró que los
países participantes defendieran allí el principio de territorialidad de los crímenes,
pero Madrid, a instancias de la justicia española, debió cursar el pedido de
extradición a Londres, lo que fue duramente criticado por el gobierno chileno. Pero éste
al menos tuvo un consuelo: el apoyo a su posición de parte de los presidentes del
Mercosur en una reunión realizada el jueves. Insulza devolvió en particular el favor de
Carlos Menem, quien se preguntó si el juez español Garzón iba a juzgar alguna vez a
Franco por su dictadura. El canciller chileno dijo ayer que un gobierno como el actual, a
diferencia de lo hecho por Pinochet en su momento, jamás apoyaría a Gran Bretaña en un
conflicto sobre las islas Malvinas. De hecho, si se suspenden todos los vuelos a las
islas, los kelpers quedarán prácticamente aislados del continente americano.
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