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TRES DIAS EN UN BARRANCO JUNTO A DOS CADAVERES
Regreso desde el infierno

Tiene 12 años. Fue el único sobreviviente de un auto que se desbarrancó en Tucumán y tardaron tres días en rescatarlo. Antes unos pescadores saquearon los cuerpos y no lo ayudaron.

José Alderete (a la derecha) junto a un primo antes del accidente.
Estuvo tres días herido, tomando agua de un río. Ahora puede perder una pierna.

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Por Carolina Bilder

t.gif (67 bytes) Quedó atascado en el “fin del mundo” tucumano, pero el precipicio de 150 metros no pudo con él. José Alderete tiene 12 años y fue el único que sobrevivió al accidente cuando el coche se desbarrancó cuesta abajo y cayó en una zona de media selva. Estuvo apoyado en una enorme piedra sobre el cauce del río, herido y a la intemperie, bebiendo de sus heladas aguas. Así aguantó tres días, hasta que un grupo de pescadores de Famaillá lo descubrió. Pero no fueron los primeros en ubicarlo. Hacía cuarenta y ocho horas que otros dos pescadores de truchas habían pasado por el lugar y, en vez de ayudarlo, robaron las pertenencias de los otros dos tripulantes y siguieron camino. En ese momento uno de ellos agonizaba al lado del cadáver de su compañero. El niño fue rescatado y ahora se recupera del shock emocional. Ayer le colocaron una prótesis para intentar salvar su pierna derecha.
“Pobrecito mi hijo... él vio todo”, se retuerce la madre de José. Con la voz entrecortada por el llanto, Rosa insiste: “Juan vio a dos personas morirse, imagínese cómo está”. Se refiere a los otros dos hombres que viajaban con su hijo. Carlos Ortiz, de 68 años, era amigo de Rosa y vecino de Daniel Lattio, el conductor del viejo Ford Taunus que se desbarrancó por el precipio en la ruta 307 rumbo a San Miguel de Tucumán. El impacto fulminó a Ortiz al instante. Lattio, en cambio, murió tras intentar trepar por el barranco para pedir ayuda.
“Me acuerdo de la desesperación de Daniel (Lattio) por controlar el auto que decía que se había quedado sin frenos. Luego nos fuimos hacia abajo. En un segundo me encontré en la oscuridad y con un dolor fuerte en una pierna. Daniel se quejaba, pero igual salió de entre la chatarra para tratar de subir al camino”, relató el chico al diario tucumano La Gaceta. Y agregó que el auto se despeñó al iniciar el ascenso por el camino.
Su explicación permite, en parte, reconstruir el accidente. Ocurrió el lunes por la noche, de regreso a San Miguel de Tucumán. Ese día habían vendido productos artesanales en el pueblo Tafí del Valle. Lattio estaba al volante porque su vecino era enfermo cardíaco y no podía conducir. Rosa prefiere no interrogarlo todavía, ni averiguar cómo se las rebuscó su hijo en la adversidad. Sólo sabe que durante esos días no comió nada y que “sobrevivió tomando agüita de un río”. Fue ella la primera en denunciar la desaparición de los viajeros, preocupada por la ausencia y demora del trío. Ubicar al Ford Taunus llevó casi tres días. El coche estaba partido en dos, prácticamente escondido entre la densa vegetación. Un grupo de pescadores del río Los Sosa había descubierto a José de casualidad, apoyado sobre una enorme roca casi en el cauce del río. Cuarenta y ocho horas antes, el chico había visto cómo otros dos pescadores se llevaban sus pertenencias en vez de auxiliarlos. Era el tercer día de soledad en el barranco para José, junto a dos cadáveres ensangrentados, sin alimentos y con mucho frío.
A las 15.30 del jueves, el grupo Cero de la Regional Oeste y los Bomberos Voluntarios de Monteros lograron rescatarlo cargándolo cinco kilómetros por la orilla del río. Carlos Suárez Vila, jefe del cuerpo especial de Rescate, contó a Página/12 que para descender al barranco tuvo que unir dos cuerdas de 70 metros. “La zona es inaccesible, de selva, por lo que decidimos evacuarlo a través del río, con la colaboración de los pescadores. Ya era prácticamente de noche cuando subimos a los otros dos cuerpos, metidos en bolsas y guiados por la luz de los reflectores.”
José recibió las primeras curaciones en el hospital Santa Lucía, a 33 kilómetros del lugar del accidente, y de allí fue trasladado hacia el Hospital de Niños. Los médicos lo medicaron, lo internaron en terapia intermedia y afirmaron que su vida no corre peligro, aunque puede perder la pierna derecha. El se recupera del fuerte shock emocional por la experiencia que, finalmente, resultó un verdadero milagro.

 

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