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UN FASCINANTE MISTERIO HISTÓRICO: ¿QUIÉN PLANEÓ EL CRUCE DE LOS ANDES?
SAN MARTÍN Y EL PLAN MAITLAND

En su nuevo libro, "Maitland & San Martín", Rodolfo Terragno transcribe por primera vez el plan de un militar escocés, escrito en 1800, para tomar América del Sur partiendo de Buenos Aires y cruzando los Andes. Aquí un adelanto de la obra, editada por la Universidad Nacional de Quilmes.

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t.gif (67 bytes)  Casi todos los historiadores argentinos han sostenido que San Martín fue el ejecutor de su propia idea. Cruzar los Andes, tomar el control de Chile e ir por mar a destruir el corazón del imperio español, fue --según la historiografía argentina-- una inspiración genial del Libertador, en la cual nadie influyó y a la cual nadie hizo aporte alguno.

Semejantes afirmaciones no se han hecho para negar la posible influencia del Plan Maitland, que permaneció oculto e ignorado en un archivo escocés hasta 1981. Lo que se ha querido negar al proclamar a San Martín como autor único de la idea, es la coautoría de otro argentino, Tomás Guido.

Guido en Londres

En 1811, Guido había pasado, como San Martín, algunos meses en Londres.
Fue como consecuencia del viaje fatal de Mariano Moreno, enviado a Inglaterra por la Junta Gubernativa "en misión especial, con el propósito de obtener ayuda (británica) para el rebelde virreinato del Río de la Plata".

La Junta designó a Moreno dos secretarios: su hermano Manuel y Guido. Cuando Mariano Moreno murió en alta mar. Manuel se hizo cargo de la misión y Guido continuó en la secretaría.

En Londres, los dos mantuvieron diversos contactos con funcionarios del gobierno británico. Según Mitre, también se encontraron allá con San Martín.

Guido regresó a Buenos Aires antes de terminar 1811, convertido (como San Martín) en miembro de la Gran Reunión Americana. Cuando San Martín y Alvear llegaron de Londres en la "George Canning", Guido los esperaba para sumarse, desde el inicio, a la Logia Lautaro.

Coronel Pueyrredón: "El primer pensamiento fue de Guido"

El coronel Manuel Alejandro Pueyrredón, sobrino de Juan Martín de Pueyrredón y oficial de San Martín (se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo en Chile, 1819) afirmó a fines del siglo XIX en sus memorias Campaña del Ejército de los Andes: "El primer pensamiento de una expedición a Chile pertenece al oficial mayor del Departamento de Guerra don Tomás Guido. Con los medios y conocimientos que le proporcionaba su puesto oficial, y un espíritu de cálculo que siempre ha distinguido a este benemérito ciudadano, formuló sus ideas, que comunicó a su amigo el general San Martín".

Con énfasis agrega Pueyrredón: "La gloria de este pensamiento nadie puede disputarla al actual brigadier general don Tomás Guido. Al César lo que es del César (...) Pero cuando, dominados por pasiones de partido, se le ha querido defraudar de esta gloria, el general Guido se ha visto en la necesidad de dar a luz, por la imprenta de Paraná, en 1861, el Proyecto de Expedición presentado al supremo director en 20 de mayo de 1816, siendo delegado el general don Antonio Balcarce, que la remitió al propietario, general don Juan Martín de Pueyrredón, con una nota de remisión, la contestación del propietario aceptando de lleno la idea y una carta al señor Guido felicitándolo por el honor que le cupo en la idea".

Pueyrredón destaca que, luego de ser nombrado "Jefe del Estado" por el Congreso de Tucumán, Juan Martín de Pueyrredón "delegó sus facultades en el general Balcarce" y "marchó para Salta" con el fin de "llevar la guerra por aquella parte hasta derribar, si era posible, al virrey de Lima".

"Como la idea de la expedición a Chile no había aparecido aún" en 1816, Pueyrredón, "decidido fuertemente a dar libertad al Perú", avanzó por tierra hacia el norte.

En esta situación se hallaban las cosas, cuando recibió el supremo director la memoria redactada por el oficial mayor don Tomás Guido, que le fue remitida por el delegado Balcarce. Después de bien meditada, estudiada y consultada, el director Pueyrredón varió su plan y se decidió por la Expedición a Chile, regresando en el acto para Tucumán. Inmediatamente impartió órdenes para que tanto los cuerpos como los convoyes de artículos de guerra que ya hubiesen salido variasen el rumbo y se dirigieran a Mendoza, confiando al general San Martín la ejecución de esta gran obra.

Ese habría sido el desenlace de un largo proceso, durante el cual San Martín y Guido habrían procurado torcer el rumbo que llevaba la guerra revolucionaria y orientar los esfuerzos a tomar Chile y seguir por mar al Perú.

El encuentro San Martín-Guido en la hacienda Puche

En 1813, Guido fue enviado al Alto Perú como secretario de la Presidencia de Charcas (hoy Sucre, Bolivia).

Cuando las fuerzas realistas de Joaquín de la Pezuela vencieron al Ejército del Norte en Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813), Guido bajó a Jujuy, donde se reunió con Manuel Belgrano, el jefe del ejército en derrota. De allí siguió a Salta, para cooperar con Manuel Dorrego en el esfuerzo por reagrupar a las fuerzas dispersas.

Poco después, San Martín fue designado al frente del maltrecho Ejército del Norte. Apenas llegó a Tucumán, el futuro Libertador procuró encontrarse con Guido. Lo citó en la hacienda de Puche, en el camino de Tucumán a Salta.

Guido había experimentado, en el terreno, la dificultad de llegar al Perú por el altiplano. Según Guido Spano, su padre le presentó sus "observaciones" a San Martín y "el general se convenció de la ventaja de atacar al enemigo por Chile, atravesando los Andes en vez volver a buscarle en el Alto Perú, reduciéndose entretanto a una vigorosa defensiva de las gargantas de Jujuy".

Juntos a Córdoba

Sabemos ya que, a poco de asumir la conducción del Ejército del Norte, San Martín invocó su mala salud para retirarse a reposar a Córdoba.

No fue solo. Lo acompañó Guido, quien se quedó un tiempo con él.

En ese tiempo, los dos hombres "discutieron las posibilidades de un eventual plan de operaciones sobre la base de la concurrencia militar chileno-rioplatense, por mar y tierra".

La idea de ir por el Pacífico ya empezaba a rondar otras mentes. En Tucumán, San Martín había visto un plan de Enrique Paillarde (fechado en diciembre de 1813), que, si bien insistía en atacar el Alto Perú por tierra, postulaba que esta nueva empresa debía realizarse al mismo tiempo que una expedición naval, despachada desde Valparaíso, con destino a Tacna, Arica y, finalmente, el Callao.

El plan que San Martín discutió con Guido era otro.

Lo primero que exigía era establecerse en Mendoza. Por eso, Guido bajó a Buenos Aires a proponerle al director supremo, Gervasio Posadas, la designación de San Martín al frente de la gobernación de Cuyo. Eso es, al menos, lo que afirma Guido Spano. Lo cierto es que, en setiembre de 1814, San Martín se hizo cargo de la gobernación de Cuyo y Guido asumió, en Buenos Aires, como oficial mayor del Ministerio de Guerra.

Mendoza, "indudablemente la más indicada"

No obstante aquella designación, y la ulterior acción militar de Guido, Otero duda de que "no siendo hombre de guerra", Guido haya sido elegido por San Martín "para examinar el flanco por donde el enemigo podía ser más vulnerable".

También pone en duda el papel de Guido en la designación de San Martín como gobernador de Cuyo. Con vehemencia, replica: "Sabemos muy bien que San Martín, y sólo San Martín, fue el gestor de su destino, y que su nombramiento de gobernador intendente de Cuyo lo hizo Posadas por espontaneidad y obedeciendo, además, al pedido que le formulara San Martín".

Nosotros, por nuestra parte, sabemos muy bien que, catorce años antes, Maitland había puesto por escrito que, a fin de prepararse para cruzar los Andes y derrotar a los españoles en Chile, "la ciudad de Mendoza (era) indudablemente la más indicada". Sin imaginar esto, algunos historiadores se preocuparon por demostrar que nadie había tenido esa idea antes que San Martín la concibiera en 1814.

Pueyrredón, elegido vocal del primer Triunvirato en 1812, fue víctima de un golpe militar que Alvear y San Martín dieron el 8 de octubre de aquel año. Eso no alimentó rencores. Lo demuestran cartas que, a pocas semanas del suceso, intercambiaron ambos hombres.

Exiliado en su estancia de Arrecifes, Pueyrredón respondió a una esquela de San Martín profesándole su aprecio "por lo que es y por la familia a la que pertenece". Vicente Fidel López interpretó que "la familia" era la masónica. "San Martín y Pueyrredón no se conocían, o se conocían apenas" pero el futuro Libertador merecía el respeto de Pueyrredón, entre otras cosas, por "pertenecer a la familia masónica" y "saber los deberes que ella imponía".

Cualquiera fuera la razón, no hubo animosidad y, en 1814, Pueyrredón --retirado ahora en San Luis-- iría a visitar a San Martín, recién designado gobernador de Cuyo. De esa entrevista nació una profunda amistad.

Pueyrredón fue designado representante de Cuyo en el Congreso de Tucumán (1816). Dos meses antes de consagrar la Independencia, el Congreso (bajo influencia de San Martín) eligió a Pueyrredón como primer director supremo.

Desde la Jefatura de Estado, Pueyrredón daría todo su apoyo al Plan Continental y, pese a una firme oposición, se esforzaría por financiar el inicio de lo que muchos juzgaron una aventura: la liberación de Chile.

La Memoria de Guido: el Plan Continental, por escrito

Sin esperar a la designación de Pueyrredón, Guido usó su privilegiada posición en el Ministerio de Guerra para preparar el camino que debería recorrer San Martín. A principios de 1816, redactó unas instrucciones para el futuro Libertador.

Con la firma del director supremo interino, Alvarez Thomas, y su propia firma, Guido despachó esas instrucciones el 15 de febrero. Informaciones provenientes de Chile señalaban que Francisco Marcó del Pont disponía de un ejército de 2000 hombres, preparados para cruzar los Andes desde Chile y caer sobre Mendoza. Guido le hizo notar, entonces, a San Martín: "El gobierno cree de importancia suma que, en la posibilidad de abrir por ahora la campaña con una expedición formal contra las tropas de Santiago, existiese durante el invierno en alguna provincia del reino (de Chile) una fuerza con el armamento y la movilidad suficiente que, llamando la atención de los enemigos, ampare a los patriotas, sostenga el espíritu de libertad, promueva la insurrección e inhabilite la recluta de los enemigos, de manera que, al abrirse otra vez la cordillera, se emprenda con seguridad la reconquista de Chile".

De la lectura de tales instrucciones se deduce que ya existía el plan de "una expedición formal" a Chile. Era el temor a que los realistas se anticiparan, cruzando la cordillera hacia este lado, lo que movía a Guido a sugerir que una parte del Ejército de los Andes fuera a establecer una fortaleza en alguna parte de Chile (el lugar elegido era Coquimbo) para distraer a los realistas, prevenir su pase a Mendoza, y hacer tiempo hasta que el deshielo permitiera el paso de la gran "expedición formal".

San Martín respondió el 29 de febrero. Luego de afirmar que una mera fortaleza en Coquimbo sería insostenible, instaba al gobierno de Buenos Aires a no desviar sus esfuerzos. Era necesario concentrar energías y recursos en la "expedición general", para lo cual San Martín fijaba como plazo "octubre próximo".

En su nota, que constituye el primer esbozo del Plan Continental, escribió San Martín: "Chile (...) es el pueblo capaz de fijar (regido con mano diestra) la suerte de la revolución. El es el fomento del marineraje del Pacífico (...) Nada interesa más que ocuparlo. Lograda esta grande empresa, el Perú será libre. Desde allí irán con mejor éxito las legiones de nuestros guerreros. Lima sucumbirá faltándole los artículos de subsistencia.

El gobierno le hizo saber, el 16 de marzo, que aprobaba la suspensión de "todo movimiento parcial" y la concentración de esfuerzos para la preparación de la "campaña general". A este fin, instruía a San Martín para que formara "cuadros de oficiales escogidos entre los oficiales emigrados".

Poco después, Alvarez Thomas fue obligado a renunciar. Guido presentó entonces al nuevo director supremo interino, Antonio González Balcarce, una memoria. Ese documento, fechado el 20 de mayo de 1816, contiene la más antigua descripción (y el fundamento) de la "expedición general" que encabezaría San Martín: "La ocupación del reino de Chile es el objetivo principal que a mi juicio debe proponerse el gobierno (...):

"1º) Porque es el único flanco por donde el enemigo se presenta más débil;

"2º) Porque es el camino más corto, fácil y seguro para libertar a las provincias del Alto Perú;

"3º) Porque la restauración de la libertad en aquel país (Perú) puede consolidar la emancipación de América".

El intercambio de notas entre el gobierno de Buenos Aires y San Martín (y en particular, aquella memoria de Guido) constituyen los antecedentes más remotos del Plan Continental.

Fundado en esos antecedentes, Carlos Guido, hijo del general Guido, reclamó en 1864 que su padre fuera reconocido como coautor del Plan Continental. La pretensión fue rechazada con ira y hasta con un documento fraguado.

"Un trasunto de memoria"

Con el propósito de atribuir todo el mérito del Plan Continental al Libertador, Vicente Fidel López publicó en 1881 el texto de una carta, atribuida a San Martín y supuestamente enviada el 22 de abril de 1814, desde el Norte, a Nicolás Rodríguez Peña: "Ya le he dicho a usted mi secreto: un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza, para pasar a Chile y acabar allí con los godos, apoyando un gobierno de amigos sólidos, para acabar también con los anarquistas que reinan. Aliando las fuerzas, pasaremos por el mar a tomar Lima; es ése el camino y no éste, mi amigo. Convénzase usted que hasta que no estemos sobre Lima la guerra no se acabará".

Nadie vio jamás el original de esa carta, en la cual San Martín aparece confiando su "secreto": el Plan Continental. Forzado a defender la autenticidad del documento, López confesó finalmente que el texto de la supuesta carta era --entre comillas en su libro-- "un trasunto de memoria" de lo escuchado por él de labios de Rodríguez Peña. Fue como confesar que había fraguado la carta para evitar que Guido se apropiara de parte de la gloria de San Martín.

Una vez retirado el Libertador, Guido había sido ministro de Juan Manuel de Rosas (1829) y embajador del dictador en Brasil (1840-1852), lo cual lo alejaba de López. En cuanto a Manuel Pueyrredón, el otro defensor de Guido, López lo consideraba "calavera y mala cabeza". No olvidaba que había servido "a Rosas y contra Rosas". Esas descalificaciones ayudaron a desacreditar la coautoría de Guido.

La historia oficial

La mayoría de los historiadores argentinos ha legitimado el "trasunto de memoria", reproduciéndolo y comentándolo como si fuera un texto auténtico, pese a la casi certeza de su carácter apócrifo. A.J. Pérez Amuchástegui es el único sanmartinólogo que ha tratado a Guido como coautor del Plan Continental. Los historiadores "ortodoxos" han mantenido hasta nuestros días que nadie, salvo San Martín, podría haber pensado que la "mole ciclópea" de los Andes pudiera ser "la vía al triunfo".

"Sólo San Martín tuvo esa idea; idea madre, idea primogénita"

Mitre no sólo afirmó que el Plan Continental no habría podido revelarse sin que su autor fuera acusado de loco. Sostuvo que fue ese plan secreto lo que dio a San Martín un sitial en la historia del mundo: "En la vida de los hombres de acción (...) una idea constituye la trama de su vida. La vida de Colón está encerrada en una idea: buscar el oriente por el occidente, dada la redondez de la Tierra, lo que debía conducirle al descubrimiento de un nuevo mundo. La vida de San Martín está encerrada en otra idea análoga: buscar el camino militar de la revolución sudamericana por el camino opuesto al hasta entonces seguido, lo que debía conducirle a fijar el punto estratégico de la victoria final de un nuevo mundo republicano. Y lo que tiene de más admirable esta concepción concreta dentro de sus líneas precisases que, allí donde previó su genio que la guerra continental se circunscribiría y terminaría, allí se circunscribió, se condensó y se terminó (...) Con razón se ha dicho que a esta idea, por él concebida y ejecutada, debe su inmortalidad".

Otero, por su parte, subrayó que "a nadie" se le había ocurrido antes que "el camino militar" para vencer a los realistas fueran las gigantescas cumbres que separaban al Virreinato del Río de la Plata del reino de Chile. Convencido, proclamó que "sólo San Martín tuvo esa idea; idea madre, idea primogénita".

 

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