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Por David Cufré Otrora poderosa vocera de la gran industria nacional, la Unión Industrial Argentina sufre los efectos de la política económica menemista. Al cabo de nueve años de apertura, de la entronización de la banca extranjera y de la toma de control de las industrias más rentables --salvo un puñado de excepciones-- por parte de multinacionales, el campo de acción de la UIA se ha achicado tanto como el sector que representa. Ahora su principal preocupación son las pymes. Pero el Gobierno desoye sus planteos. El sector financiero cobra tasas "confiscatorias". Brasil, el principal mercado de exportación, está en recesión. Este es el panorama. "Desgraciadamente, durante 1999 muchas empresas quedarán en el camino", advierte en este reportaje de Página/12 el presidente de la central fabril, Alberto Alvarez Gaiani, también titular de la cámara de alimentos. --Entre De la Rúa, Duhalde y Ortega, ¿quién tiene un perfil más industrialista? --Los tres mantendrán las transformaciones económicas realizadas por este gobierno. Pero arriesgar otra opinión sería hacer futurología. Cuando Carlos Menem ganó las elecciones en 1989, nadie hubiera imaginado que iba a encarar los cambios que hizo en este país, fundamentales en lo macroeconómico. Estamos en un momento preelectoral y los candidatos buscan votos, por lo que transmiten un mensaje que procura conseguirlos. Después, lo que realmente lleven a la práctica es muy difícil de predecir. La función de la UIA para defender los intereses de sus asociados será tener una posición muy firme y elaborar propuestas. --¿No confía en que un nuevo gobierno resuelva los problemas de la industria? --Acá ya no es un problema de gobierno, sino un problema de país. Hay que definir si realmente queremos un país donde la participación de la industria, y en especial de las pymes, sea importante. Si tomamos como ejemplo a Italia, Japón y Brasil, el apoyo del gobierno es fundamental. Tienen programas específicos para las pymes, con incentivos fiscales y financieros. Acá eso no existe. --¿Qué pasó con el plan anticrisis que la UIA presentó al Gobierno hace dos meses? --Tuvimos varios encuentros con Roque Fernández y funcionarios de la Secretaría de Industria, pero hasta ahora no conseguimos mucho. Los aciertos de la conducción económica fueron en lo macro, pero jamás entró a analizar la problemática del sector productivo. No conozco el número de empresas que cerraron durante la Convertibilidad, pero fueron muchas. --¿Cuál es el panorama para 1999? --El primer semestre será muy difícil. Los sectores ligados a Brasil, como las automotrices y en general los productores de bienes durables, van a sentir el efecto de la recesión en ese país con una mayor caída de las exportaciones. Además, la situación es particularmente grave para las pymes por las tasas confiscatorias que cobra la banca extranjera, que es la que se quedó con el grueso del negocio. No puede ser que en un país con casi cero de inflación apliquen tasas del 30 por ciento. Eso no lo paga nadie en ningún país del mundo. --¿Puede haber un cambio de actitud del sector financiero? --La banca extranjera no va a modificar su posición. Acá tiene que haber apoyo del Gobierno a la producción. Cuando existía la Subsecretaría Pyme había una rebaja de 4 puntos en la tasa, mediante un subsidio oficial para el sector. Pero hace tiempo que se eliminó. Tampoco puede ser que el mismo gobierno, a través de la DGI, cobre recargos por mora del 2 por ciento mensual. Insisto, esto en un país casi sin inflación. Y las empresas que tienen más retrasos en el pago de impuestos son las pymes. El tema se lo planteamos a Menem, pero tampoco pasó nada. --¿La conclusión es que en el '99 muchas empresas quedarán en el camino? --Desgraciadamente, sí. Desde la UIA seguimos tratando de pelearla para ver si logramos algunos cambios. Pero estamos muy preocupados porque casi todos los planteos que llevamos al Gobierno este año fueron desatendidos. Como dije, sobre el plan anticrisis seguimos dialogando, pero medidas no han tomado absolutamente ninguna. --El equipo económico tiene entre sus objetivos pendientes privatizar el Banco Nación. ¿Le preocupa que quiera llevarlo a cabo en el '99, ante eventuales necesidades de financiamiento del Estado? --Privatizar el Banco Nación sería aberrante. No quedaría ningún banco testigo a nivel oficial. Además, hace falta una entidad que dé apoyo a las pymes, por más que el Nación se incline más hacia el sector agrícola. Este es un país en el que han crecido tremendamente los servicios y el sector financiero, pero a la industria no se le han dado posibilidades para su desarrollo. No podemos seguir exportando cereales. Es cierto que con la globalización, y al integrar un bloque regional como el Mercosur, la Argentina tendrá que definir cuáles son los productos industrializados con los que puede competir a nivel internacional. Y los que no tienen condiciones para ello habrá que dejarlos de lado. Esa es una realidad en todos los países del mundo. --Pero los sectores competitivos de la industria quedaron en manos de multinacionales. ¿Por eso la necesidad de proteger a las pymes? --No cabe duda de que las multinacionales han comprado las principales industrias. El tema lo conozco de cerca porque el sector donde mayor participación tuvieron fue el de la alimentación. La única empresa grande de alimentos que queda en manos privadas exclusivamente argentinas es Arcor. Con este proceso, la prioridad de la UIA es seguir trabajando sobre la situación de las pymes. Hay dos puntos fundamentales: el acceso al crédito y las tasas de interés. --¿Está de acuerdo con la ley que puso límites a las tasas que cobran las tarjetas de crédito? --Las regulaciones son siempre complicadas y no serían deseables. Se dice que no hay que caer en ellas, pero, por otro lado, existen tasas confiscatorias. Son extralimitaciones. En lo personal no estoy con la regulación, pero también creo que el sector financiero debe tener conciencia y cobrar intereses acordes con la situación del país.
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