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Por Gabriela Carchak  Sergio Vigil es el
entrenador de las chicas de la selección de hockey sobre césped que está disputando una
serie de partidos con los equipos de Holanda y Australia. El técnico, “de carácter
fuerte”, afirma que pondrá al equipo en el primer lugar del mundo, que con él nadie
tiene el puesto asegurado y que el dinero suplanta la eficacia. Además confía en obtener
una medalla en los Juegos Olímpicos de Sydney.–Australia y Holanda no vinieron con las habituales titulares a disputar los triangulares, ¿cuál es la utilidad de estos partidos? –El objetivo es que las chicas tengan antes del Champions Trophy (junio del año próximo en Brisbane, Australia) y los Panamericanos de Winnipeg en julio del ‘99 al menos 20 partidos con los mejores del mundo. Es verdad que hay una gran diferencia, Holanda vino con catorce de las dieciséis y Australia sólo con cinco de las jugadoras que salieron subcampeonas y campeonas, respectivamente. Más allá de las pruebas que podamos hacer con las jugadoras el objetivo es ganar, no sólo foguearlas. Estoy convencido, y si querés tomalo como un anuncio, que la Argentina en los próximos años va a ser el primer equipo del mundo. ¿Garantizar una medalla en Sydney? Hay grandes posibilidades. –¿El dinero reemplaza la efectividad de los dirigentes? –Sí. Pero hay puntos. A nivel competitivo nosotros tenemos los suficientes partidos para prepararnos, pero por el otro lado, a nivel local, la selección está entrenando en una cancha de categoría “J”. Cuando los australianos vinieron y les dimos la cancha del CeNaRD nos dijeron que de ninguna manera iban a entrenar en ese potrero. Bueno, ahí, en ese potrero, entrenan los argentinos. –¿Y con respecto al manejo de la dirigencia en el torneo local? –También tenemos un gran déficit en ese aspecto. Es un torneo muy pobre que no se juega totalmente en sintético. Por suerte hay muchos entrenadores en este país que son muy capaces y creo que han superado a los dirigentes que hoy son padres de muy buena voluntad que le dedican el tiempo que pueden al deporte, pero no alcanza. Tendríamos que tener a los cuatro máximos responsables de la conducción profesionalizados. El torneo lo debe organizar una persona idónea, el fixture se arma a dedo. –¿Usted es un dictador? –No, no soy un dictador. Soy un inconformista. Creo que cada día hay que dar un poco más. Hay personas que se conforman con un triunfo, hay equipos que se conforman con un solo campeonato, yo quiero ganar siempre, por eso el jugador que salió campeón del mundo y se conformó sale del sistema inmediatamente. Conmigo nadie tiene el puesto asegurado. —Se dice que le molesta que las jugadoras viajen a jugar al exterior. –No me molesta si es bueno para su crecimiento personal, económico y profesional, pero sí me doy cuenta que cuando regresan nunca llegan mejor de lo que se fueron, tanto en lo físico, técnico como en lo mental. –¿El creer en ese juicio elaborado lo obliga a replantearse la convocatoria de algunas jugadoras? –Hoy no me animaría a asegurar una convocatoria. Creo que ante un torneo importante la jugadora que está afuera debe volver por lo menos dos meses antes. Porque aunque estén jugando en el mejor nivel, sea Holanda, Alemania, Australia, están en un club y uno en un club no entrena igual que en el seleccionado en donde la preparación es sumamente más exigente. Yo no le regalo el puesto a nadie, tienen que demostrar que son las mejores en cada partido y en cada entrenamiento.
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