Clinton, el palestino
Por Claudio Uriarte |
Lo diga o no con todas las letras, el sentido de la presencia hoy en Gaza del presidente norteamericano Bill Clinton es expresar el respaldo de Estados Unidos a la idea de un Estado Palestino independiente. En este sentido, el aspecto respectivo de las calles en Israel y en Cisjordania en estos días también es expresivo: mientras las palestinas parecen envueltas en banderas norteamericanas, las israelíes están empapeladas de unos ominosos carteles que dicen "Clinton, go home". Este deseo dista de circunscribirse a los ultraderechistas religiosos: la gran mayoría del gabinete de Benjamin Netanyahu quisiera que esta visita no tuviera lugar. Pero eso es tan fútil como la oposición al Estado Palestino mismo: el esqueleto de un Estado semejante existe ya en los territorios autónomos en Cisjordania y en Gaza; la densidad de población palestina, la artificialidad --y explosividad-- de las implantaciones israelíes y la superior tasa de crecimiento demográfico de la primera terminarán haciendo el resto. La pregunta que queda es cómo hará Israel para procesar esta realidad cuyo gobierno detesta pero que muy posiblemente empezará a tener visos de concreción el 4 de mayo de 1999, si Yasser Arafat --como lo ha anunciado-- proclama la existencia de ese Estado. El sentido de esta última movida es activar una serie de reconocimientos internacionales que ponga a Israel entre la espada y la pared. Israel lo sabe muy bien: fue lo mismo que ella hizo en 1948, cuando fue su turno de declararse independiente. Por eso lo resiste con tanta intensidad; por eso Netanyahu ha repetido -- y no se ha cansado de hacerlo-- que la autoproclamación del Estado significa la nulidad de los acuerdos preexistentes y el derecho israelí a anexarse amplias partes de Cisjordania, quizás incluso a reconquistar por la fuerza algunos de los territorios ya entregados. Es en este punto que la presencia de Clinton en Gaza, y su significado, se vuelve relevante, explicando la pesadilla diplomática previa ocurrida a partir de aparentes nimiedades como las características de la aeronave en que el presidente llegaría al aeropuerto palestino --si en el avión presidencial Air Force One o en un helicóptero israelí, litigio finalmente resuelto en favor del helicóptero presidencial Marine One--. La aceptación norteamericana de un Estado Palestino significaría que Israel perdería el único aliado con poder de veto del Consejo de Seguridad capaz de oponerse a lo inevitable. De todos modos, el 4 de mayo parece fecha de confrontación.
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