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El ministro del Interior británico, Jack Straw, hizo pública el miércoles su decisión de autorizar la continuación del proceso de extradición del ex dictador chileno Pinochet a España. De esta manera, el laborismo en el gobierno dio su apoyo político al juicio iniciado por el juez Garzón. El juicio de extradición en Gran Bretaña puede durar hasta dos años.
The Guardian Después de una prolongada e innecesaria demora, Jack Straw ha tomado la única decisión en el caso Pinochet que combina justicia con visión moral. En lugar de dar la autorización inmediata para el proceso de extradición a España, pidió más tiempo. El único fundamento concebible para la reflexión podría haber sido la prueba convincente de que el general estaba terminalmente enfermo, pero cualquier presión en ese sentido fue descartada por los doctores del hospital privado donde ha estado hasta la semana pasada. Dejaron en claro que tenía una salud normal para un hombre de su edad. Esto podría haber sido el fin de esta historia, pero el ministro del Interior se tomó otra semana más para decidir.(Editorial)
The Independent "Sea justicia aunque los cielos se caigan" puede ser una máxima inspiradora, pero a veces también puede ser necia, y nunca puede ser seguida en las relaciones internacionales. La letra de la ley no es la misma que la de la justicia, y la justicia debe estar sopesada con la realidad política y la consideración práctica del mejor bien para la mayoría. Casi todos han dicho que Pinochet es condenable. Pero cuando él mismo dijo el viernes en la Corte que "no reconozco la jurisdicción de ninguna corte, excepto en mi país, para juzgarme, al menos por una vez tuvo razón. Esperamos que por un medio u otro sea posible enviar a este odioso anciano a su propio país y al juicio de la historia.(Editorial)
The Economist En los '70, Jack Straw fue presidente de la Asociación Nacional de Estudiantes. Pero sin duda habría excedido sus fantasías más desenfrenadas pensar que algún día una feliz secuencia de accidentes lo convertiría en amo del destino del general Pinochet. Un caudillo latinoamericano bañado en sangre entregado a los magistrados de Bow Street: es difícil construir una más perfecta realización de un sueño para un estudiante de izquierda de la generación de Straw. Algunos laboristas mostraron su disgusto porque Straw hizo un show de legalismo. Pero la desapasionada aplicación de la ley es en este caso la única política correcta, además de ser la más astuta. La alternativa --tratar la seria y delicada cuestión de los derechos humanos como política partidaria-- sería mucho peor. Desgraciadamente, ésta ha sido hasta ahora la posición de los conservadores. El arresto del general Pinochet parece ser un mojón en la historia de los derechos humanos. Pero ninguno de los dos partidos británicos merece mucho crédito por eso. Pinochet en España
El juez Baltasar Garzón, quien lleva en Madrid el juicio por los crímenes de las dictaduras argentina y chilena, envió el martes a Londres el auto de procesamiento de Pinochet por genocidio, terrorismo y torturas, adelantándose a la decisión de Straw. El gobierno español del conservador José María Aznar reiteró que respetará al poder judicial.
El País Casi todo está por hacer en el castigo de las violaciones de los derechos humanos. Pero el caso Pinochet está haciendo probablemente más por el evanescente derecho internacional alumbrado en Nüremberg y Tokio que décadas de convenciones casi nunca respetadas por los Gobiernos signatarios. La idea de una jurisdicción universal para los más graves crímenes contra la humanidad se abre paso imparable con el apoyo explícito del secretario general de la ONU, Kofi Annan. Y con ella, la esperanza de que los responsables últimos comparezcan ante la Justicia. De momento, hay motivos para celebrar esta especie de abolición de lo imposible: lo más inesperado es lo que viene aconteciendo en cada fase de este asunto.(Editorial)
El Mundo Pinochet ya no puede esperar la magnanimidad del gobierno británico (...) Es digna de aplauso la decisión del ministro Straw, que, en primer lugar, supone un respeto a la autonomía de la Justicia. Pero Straw y su gobierno han demostrado además coraje político al tomar una opción que implica que Pinochet no podrá salir del país en mucho tiempo. Por más que protesten el gobierno chileno y los pinochetistas, ni Blair ni nadie pueden hacer nada por el general, que debe estar maldiciendo el día en que subió al avión para ser operado en una clínica de Londres y tomar el té con Lady Thatcher.(Editorial)
ABC Los políticos dicen: es un asunto judicial, que decidan los Tribunales. Mientras los jueces contestan: es un asunto político, que decidan los gobiernos. El caso va de Herodes a Pilatos, sin que nadie se plantee la pregunta decisiva: ¿qué es más importante, Chile o Pinochet? Algún progre me dirá que el futuro de Chile depende de que lave su pasado de la era Pinochet. Contestaré que eso tienen que decidirlo los chilenos, no los españoles ni los ingleses. Y los chilenos han elegido la formar de lavar ese pasado que les parece más apropiada. Una forma, por cierto, que se parece bastante a la española.(De una columna de José María Carrascal) Pinochet en Chile
El gobierno de la Concertación
chilena llamó a Santiago de Chile por tiempo indefinido a su embajador en Gran Bretaña.
La Cancillería chilena recomendó suspender los vuelos a las islas Malvinas. La
democracia cristiana y el socialismo entraron en conversaciones para encontrar una
estrategia común en el interior de la Concertación que ambas fuerzas integran. Punto Final El arresto de Pinochet en Londres y la petición de extradición del juez Baltasar Garzón ha dejado en evidencia que la humanidad no olvida ni perdona. Esto debe tener consecuencias políticas en Chile. Desde luego, se han unido todas las fuerzas conservadoras que en 1973 posibilitaron el golpe. El carácter de clase de la dictadura se prolonga en el alineamiento que produjo la detención de Pinochet y en las amenazas sediciosas de quebrar la institucionalidad si el arresto del dictador se prolonga. No es sólo una cuestión de gratitud de los empresarios y políticos a los que sirvió Pinochet (...) Saben que el enjuiciamiento de Pinochet significa un proceso a toda la dictadura que tuvo muchos cómplices civiles.(Editorial)
La Tercera Lo que corresponde es asumir conductas de la mayor serenidad posible, con la finalidad de diseñar y seguir los cursos de acción posteriores y procurar que sus resultados sean fructíferos o menos estériles que los producidos por los hasta ahora emprendidos. Esto es de particular relevancia, porque todo indica que, salvo una decisión política del gobierno británico que hasta la fecha se advierte incierta o la muy eventual anulación del fallo de la Cámara de los Lores y su reemplazo por uno en sentido contrario, este problema se prolongará por muchos meses. Además, porque si su epílogo en Inglaterra es negativo para las expectativas del senador Pinochet, se iniciaría otro largo camino judicial en España, cuya extensión es difícil predecir.(Editorial)
El Mercurio La conducta de España es inmoral porque invocando un valor superior consagrado en la práctica, su propósito no es la universalidad sino el efecto contrario de favorecer el poder del Estado español en una dimensión no conocida debido a que el colonialismo desapareció en el mundo. Las naciones latinoamericanas deben estar atentas a impedir que tomando como pretexto una universalización que es generosa, se pretenda introducir de contrabando un orden internacional reaccionario, que consagre el dominio arbitrario de las potencias europeas, que ya conoció el mundo con resultados adversos para la paz de los Derechos Humanos y la moralidad internacional.(De una columna de Pedro Daza Valenzuela)
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