El villano, a por la vuelta |
Por Mónica Flores
Correa
El alcalde Rudolph Giuliani reaccionó más seca y cortantemente que de costumbre cuando un periodista le preguntó acerca de la posibilidad de que Osama Bin Laden, el líder fundamentalista musulmán, lance este mes un ataque terrorista en Nueva York, según lo informado por la revista Time de esta semana. "Obviamente no voy a discutir (un tema de) inteligencia", replicó impaciente en medio de una visita a un local navideño de los "boy scouts" en la zona este de la ciudad. Luego, tratando de suavizar la declaración bastante agresiva agregó: "Creo que cualquier persona con sentido común entendería la razón del aumento de seguridad, si vive en el mundo real y no en uno de fantasía". Con la ciudad sumergida en la euforia navideña, plagada de turistas y multitudes que se apiñan frente a las vidrieras decoradas con trineos y renos y que se pasean por las tiendas comprando regalos, la renuencia de Giuliani a hablar de un eventual ataque va más allá de la discreción que imponen las cuestiones de seguridad. En realidad, busca evitar que la inquietud y el temor de neoyorquinos y visitantes conspiren contra las ganancias de diciembre, el mes económicamente más próspero para la ciudad, ya que la idea de que el estruendo de un bombazo interrumpa los edulcorados villancicos que se oyen hasta el hartazgo en todos los negocios podría empujar a la retracción de los paseantes y de sus generosas billeteras. Pero el informe de Time ha sido claro al mencionar a Nueva York y a Washington como los dos blancos más probables de Bin Laden, si el jefe terrorista decide tomar revancha de los ataques misilísticos de Estados Unidos contra su campamento en Afganistán, que tuvieron lugar en agosto. Estos a su vez fueron respuesta a los atentados con bombas, presuntamente plantadas por Bin Laden y su gente, en las embajadas norteamericanas de Kenia y Tanzania. En Nueva York, las medidas de seguridad han aumentado drásticamente, en especial en los lugares que se consideran claves para atraer atentados: la municipalidad, el cuartel general de la policía y los edificios federales. Aunque también habría otros centros de atracción clásicos, tanto para los turistas de fin de año como para los fundamentalistas. El World Trade Center, el edificio Empire State, el Rockefeller Center y la plaza Time Square, cerca de los teatros de Broadway, figurarían en la lista hecha por los guerreros de la Jihad y no por Santa Claus. Además, hay medidas de seguridad invisibles para el ojo inexperto. En este fin de semana, la sección neoyorquina de la American Civil Liberties Union (ACLU) levantó una protesta contra la alcaldía por haber instalado aproximadamente unas cincuenta cámaras ocultas en la zona céntrica de la ciudad --y algunas más en estos edificios considerados de alto riesgo-- para realizar una vigilancia más puntillosa de los transeúntes. La ACLU estimó que el celo policíaco es un abuso contra los derechos ciudadanos. Time informó que respecto de Washington, la ministra de Justicia Janet Reno convocó a 200 policías metropolitanos para estudiar la respuesta a ataques terroristas simulados. Hubo cuatro escenarios contemplados: atentado con autobomba, ataque con armas químicas en un juego de béisbol, explosivos en un edificio federal y el intento de asesinato de la secretaria de Estado Madeleine Albright. La revista señaló, sin embargo, que los ejercicios no fueron exitosos por existir un desacuerdo casi constante entre los organismos de seguridad acerca de las estrategias a seguir.
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