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Un año encerrada en su
casa por falta de ascensor

Lidia Sanz no puede salir del departamento porque el único ascensor donde entra su silla de ruedas está clausurado hace casi un año. La Justicia aceptó un recurso de amparo.

Lidia Sanz presentó el recurso junto con otro vecino.
Cuando se fracturó la subieron siete pisos en andas por la escalera.

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t.gif (67 bytes)  Los departamentos del edificio de la calle 49, número 870, en La Plata, son pisos nuevos, amplios, cómodos y además céntricos. Pero no se puede subir y mucho menos bajar. Su ascensor principal fue clausurado; hay otro que sube y baja, pero en él no entra nada porque tiene 70 centímetros de cada lado. Desde hace casi un año, Lidia Sanz, de 65 años, propietaria del 7º piso, vive presa en su propia casa porque la silla de ruedas que debe usar no entra en el único ascensor que funciona. El juez César Melazo aceptó el recurso de amparo presentado por Sanz y otro vecino del 9º piso, que fue operado del corazón y al que ya le tocó subir por la escalera porque el que funciona esa vez no andaba.
“El 4 de febrero me caí y me fracturé una pierna a la salida de mi local” –recuerda Lidia Sanz–, “me operaron en el Instituto del Diagnóstico. El médico me dijo que tenía que esperar 120 días para que el hueso se suelde y se forme el callo. Después tenía que empezar la rehabilitación.” Pero los problemas, “odisea, calvario” como los llama alternativamente la señora Sanz, empezaron para ella el mismo día en que la trasladaron desde la clínica hasta la casa. En el ascensor principal no entraba, ni en camilla ni en silla de ruedas. Fue subida en brazos los siete pisos.
En su departamento, Sanz vive con su hija y desde hace 317 días con una cama ortopédica y dos barras paralelas que usa para hacer que camina. “Pasaron los 120 días y la fractura se soldó pero nunca hasta el día de hoy pude empezar la rehabilitación”, aseguró. “La silla de ruedas no entra en el ascensor. Me tuve que hacer poner dos barras paralelas en mi dormitorio.” Dos pisos arriba de los Sanz vive un matrimonio. El hombre, Rubén Cipriano, es un abogado de 80 años que ya pasó por dos by pass hace cuatro años, y hace dos meses por la experiencia de subir nueve pisos por la escalera. “Uno de los ascensores estaba clausurado y el otro no funcionaba”, se queja Cipriano. En julio, ambos vecinos arremetieron con cartas documento contra la administración antes de que los ascensores los devoraran. El administrador, Enrique Pakman –”también fue el constructor y el que nos vendió el departamento”, sostienen los vecinos– “no hizo nada, usó la carta documento como papel higiénico”, dice Sanz. “También mandamos cartas documento a la intendencia.”
Como respuesta a los reclamos una comisión de inspectores municipales se acercó al paqueto edificio de la 49. El diagnóstico fue que el ascensor más grande no alcanzaba las dimensiones mínimas para ser autorizado. “Tiene que tener como mínimo un metro y medio por cada lado”, dice Cipriano. Pero además descubrieron que por el pozo cruzan los caños de gas que alimentan la caldera. “Este buen señor Pakman nos vendió una bomba de Hiroshima”, acusa la señora del 7º. “Y además no tiene aprobado el final de obra”, asegura el abogado del 9º. Resultado: el ascensor más grande fue clausurado porque es más chico que lo que debe ser y, además, peligroso.
Según los vecinos, la empresa Construcciones Diagonal, “una empresa familiar de Pakman”, construyó el edificio, después él lo vendió y se reservó su administración durante cinco años. Recién pasaron dos. “Nunca vimos el ascensor más chico hasta que pagamos”, relata Sanz. “Cuando nos vendió el departamento nos dijo que el de adelante era el de servicio, y que el del fondo era el que comunicaba directamente a los pisos, pero sólo había un pozo. Cuando lo vimos ya habíamos comprado. No entra ni una silla de comedor. Y todo este tiempo estuvimos pagándole 298 pesos de expensas.” El 4 de diciembre Sanz y Cipriano presentaron un pedido de amparo ante la Justicia. El lunes pasado, el juez de Garantías César Melazo aceptó el recurso y le dio 24 horas a Pakman para entregarle toda la documentación sobre los ascensores. Ayer Pakman no respondió a los llamados de este diario. Sin embargo, ante los vecinos insistió en que “no es cierto que el aparato no haya estado funcionando. Una inspección municipal lo clausuró porque había un caño de gas mal instalado y al repararlo, los operarios rompieron los controles del ascensor. Pero es cuestión de días para que esté arreglado”.

 

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