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MEDICAMENTOS IGUALES CON DIFERENCIAS DE PRECIO DE HASTA 500 POR CIENTO
Tácticas para no tragarse la píldora

La Secretaría de Industria y Comercio dio a conocer un estudio sobre medicamentos con la misma droga básica que tienen diferencias siderales de precio. El listado deberá figurar en la farmacia.

El estudio señala un fuerte aumento en la facturación de los laboratorios, pero por aumento de precios y no por mayores ventas.

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Por Pablo Ferreira

t.gif (67 bytes) La Novalgina, un difundido antifebril que vende el laboratorio Hoechst, cuesta 33 centavos el comprimido. Pero la misma droga básica –la dipirona– es vendida por un competidor, Veinfar, a sólo 12 centavos por pastilla. Esa notable dispersión de precios puede, incluso, llegar a multiplicarse cuatro veces y media si se incluye en la comparación a la Novemina del laboratorio Lazar. Estas extraordinarias diferencias en el valor de remedios con idénticas virtudes curativas surgen de una investigación dada a conocer ayer por Alieto Guadagni, titular de la Secretaría de Industria y Comercio. El inédito trabajo, que apunta a transparentar el complejo mercado de los medicamentos, abarca por el momento al grupo de los antiinflamatorios, analgésicos y antipiréticos. Pero en dos meses más el listado será extendido a toda la gama de remedios existentes y las farmacias deberán tenerlo al alcance de la mano de todos los consumidores.
Como contrapartida, la decisión de Economía puso en pie de guerra a los laboratorios que –ayer mismo– expresaron un contundente rechazo a las acusaciones de falta de transparencia. Pablo Challú, director ejecutivo del Centro de Industriales de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA), calificó la decisión de Guadagni como “el ejercicio de una posición arbitraria de funciones”. La medida, exageró el empresario, “está en el camino del control de precios y esto es un gravísimo retroceso”.
Guadagni, poco antes de esa declaración de guerra, había destacado que el trabajo de su repartición apunta a los “consumidores, los propios farmacéuticos y los colegios médicos”. Se trata, agregó, de “lograr que el mayor gasto en medicamentos corresponda a un mayor consumo efectivo de productos y no sea esterilizado en los mayores precios”. La Secretaría ha verificado que en lo que va de la década se ha producido un fuerte incremento de la facturación de los laboratorios, sobre todo por aumentos de precios y no por mayores ventas.
Además, el secretario de Comercio, en una reducida ronda de prensa convocada en el Ministerio de Economía, señaló que “se ha detectado una importante dispersión de precios en medicamentos sustitutos”. Entre los remedios más populares y que exhiben, a su vez, una mayor dispersión figuran los elaborados a base de piroxicam de 10 miligramos (antiinflamatorio), de la droga analgésica paracetamol (500 mg) y de dipirona (500 mg). Estos medicamentos muestran diferencias extremas del 554, 356 y 349 por ciento, respectivamente (ver cuadro).
El informe elaborado por la Subsecretaría de Comercio Interior, que comanda Silvio Peist, señala que este mercado “se caracteriza por su alta concentración de la oferta y una fuerte diferenciación del producto”. La decisión de introducir algo de claridad en las fuertes distorsiones de este mercado se origina, según puntualizó Peist a Página/12, en una resolución de 1992 adoptada en forma conjunta por el Ministerio de Economía y el de Salud y Acción Social. “Ambos ministerios tienen la obligación de difundir el precio de los medicamentos”, resaltó el funcionario. De todos modos, la flamante iniciativa está en línea con la campaña estrenada este año por la Secretaría de Comercio, que dio comienzo con la publicación de las tasas de interés de las tarjetas de crédito, las comisiones de las AFJP y el costo de los créditos hipotecarios, entre otros.
El diagnóstico oficial concluyó que el mercado de medicamentos “presenta numerosos problemas en su funcionamiento” que afectan al bienestar social. Entre ellos enumera la asimetría y asincronía en la información. Ocurre que los laboratorios, droguerías y farmacias poseen toda la información acerca de los medicamentos, en tanto que el paciente–consumidor se ubica en el extremo opuesto. Los usuarios, además, se ven intermediados por el médico, que es quien realmente toma la decisión. De esa forma se da unasituación “caracterizada por el hecho de que quien consume no elige, quien elige no paga, y quien paga es un tercero”, ironiza el trabajo.

 


 

TRES ESPECIALISTAS OPINAN SOBRE LA MEDIDA
“Un avance, pero insuficiente”

t.gif (862 bytes) Habrá listas en farmacias para elegir por la marca de medicamento más barata. Pero no habrá farmacéuticos autorizados a cambiar la prescripción médica. Este es entre otros, uno de los puntos que distintos especialistas consultados por Página/12 mencionan como ausentes en la resolución de la Secretaría de Industria. Si bien –con matices– acuerdan en que se trata de un avance frente a la desregulación que habilitó la disparada de precios, la consideran insuficiente. Para revertirla, dicen, hace falta una reforma política de fondo.
El ex ministro de Salud del gobierno radical, Aldo Neri, cree que “es una reacción tardía, consecuencia de un sentimiento de culpa”. La liberación impuesta por “el binomio Menem-Cavallo implementó una política de liberación cuyas consecuencia la paga la gente”, dice. La resolución pone a disposición de la gente un listado con los diferentes precios para el mismo principio activo. Para Neri esto es un adelanto pero advierte que los laboratorios se resguardan “diciendo que no se trata ni de lo más caro ni de lo esencial en la composición del producto”. En coincidencia el doctor Jorge Banchero, asesor de la comisión de Salud de la Legislatura, sostiene que “habría que preguntarse por qué cuando se llama a una licitación pública cualquier laboratorio que vende en el mercado un producto a 10 la ofrece a dos”.
Meses atrás el diputado radical Ricardo Barrios Arrechea presentaba un proyecto de ley que incorporaba la potestad del farmacéutico para cambiar la receta. Dado que la disposición actual no lo prevé, el radical asegura que “no va a ser efectiva”. Después de reiterar que “nada tiene que ver el valor de fantasía con el principio activo del medicamento”, Banchero insiste en que “la gente debe cambiar los medicamentos por los de menor valor”. Para que los listados se vuelvan efectivos el diputado prescribe necesaria “una toma de conciencia de los pacientes y de los médicos”. Proceso de cambio cultural que Gines González García asegura posible. El ex ministro de Salud bonaerense se inscribe entre aquellos que consiguieron “haber probado como posible una medida similar cuando se activó en la Provincia de Buenos Aires el mismo programa con carácter obligatorio”. La incorporación de los listados dispuesta en territorio bonaerense permitía al farmacéutico cambiar la marca del producto a solicitud del cliente. Entusiasta con la aplicación del programa en el país, el ex ministro justicialista lo considera necesario porque el “consumidor no tiene defensa. El médico vende un precio en el medicamento”. El hombre insiste en los ventajas de un propuesta en la que “la gente puede comprar y elegir”. Disposiciones como estas obligarían a las marcas, según García, a hacer competencia por el precio y no por el marketing.
“Habrá que convencerlo al médico ahora”, bromea el ex funcionario mientras piensa en las políticas comerciales que cultivan cultos religiosos de profesionales a determinadas marcas.

 

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OPINION
Oportunismo  de Guadagni
Por Julio Nudler

Siete años largos después de haber liberado el precio de los medicamentos, el Gobierno se da cuenta de que los remedios no son una mercancía más, y que su mercado no funciona como el de los cascanueces o la salsa de soja. Los razonamientos que ahora enarbola la Secretaría de Industria y Comercio para lanzar su campaña de transparencia informativa son autoincriminatorios. ¿Recién comprenden que, como dice el comunicado oficial ayer difundido, éste de las medicinas es un negocio peculiar porque “quien consume (el enfermo) no elige, quien elige (el médico que receta) no paga y quien paga (cuando interviene una obra social o una prepaga) es un tercero”? Y no sólo esto. Para los remedios no funciona la apertura porque no se pueden importar (lo cual está bien), ni la desregulación, porque los laboratorios acordaron no venderles a súper ni hipermercados para no caer en sus garras.
Los argentinos vienen dejando en las farmacias (en remedios, no en muñequitos ni pinzas de depilar) cerca de 6000 millones de pesos por año. Por tanto, si con una enorme dosis de ingenuidad suponemos que pagan en promedio sólo un 10 por ciento de sobreprecio, su “regalo” al sector farmoquímico ha sido y es de unos 550 millones anuales. La verdadera cifra puede ser mucho más sobrecogedora aún. Pero todavía peor es pensar cuántas personas ni siquiera pueden comprar el medicamento que necesitan por culpa de lo artificialmente caros que son. En países europeos, donde la gente dispone de ingresos claramente más altos, las medicinas son mucho más baratas que en la Argentina porque los gobiernos no dejaron a los pacientes librados a su suerte. Se sabe, incluso, que laboratorios europeos cobran precios abusivos en países como éste para obtener superganancias con las que mejorar su cuadro de resultados global.
La repentina sensibilidad del secretario de Industria y Comercio, Alieto Guadagni, huele a oportunismo político. No puede desvincularse de su aspiración a jugar un papel en el equipo económico de Eduardo Duhalde, si éste alcanzara la presidencia, para lo cual necesita generar hechos que lo despeguen de la indiferencia menemista por los débiles. Aun así, transparentar información es un paso positivo pero del todo insuficiente para corregir las grandes distorsiones de este costado del negocio de la salud. Quizá sea todo lo lejos que está dispuesto a ir Guadagni, o le está permitido. Por de pronto, FADE, la fundación económica de la Alianza, decidió no pedirles contribuciones a los laboratorios. ¿Solidaridad histórica con Arturo Illia o decisión de no ir a la guerra con las manos atadas?

 

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