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Pudo haber sido una tragedia. Pero esta vez la suerte estuvo del lado de una decena de obreros de la construcción, sobre los que se derrumbó un piso, en una vieja casona del barrio de San Telmo. Se trata de una obra clandestina, sin permiso de obra, según pudo determinar el gobierno porteño. A las 11.17 se escuchó un estruendo en la calle Balcarce, casi Belgrano. Los edificios vecinos temblaron. Por la pequeña puerta de metal salía una nube de polvo y gritos de dolor. Al rato comenzaron a escucharse las sirenas. Al cabo de casi dos horas, pudieron ser rescatados entre los escombros siete operarios y dos empleados de una casa de comidas que trabajaban en el primer piso del local. Todos tenían heridas de distinta gravedad. Otros tres resultaron ilesos. El gobierno porteño anunció que formulará una denuncia penal contra los dueños del lugar en remodelación. Una decena de obreros trabajaba con martillos neumáticos, removiendo la tierra para ampliar las bases de las columnas, en la casona de dos plantas de Balcarce 378, cuando el techo de la planta baja se vino abajo. El apuntalamiento no era suficiente, estimó ante Página/12 el director de Fiscalización de Obras y Catastro del gobierno porteño, Norberto DAndrea, quien inspeccionó el lugar del hecho. Una columna se deslizó y se desplazó la viga, lo que provocó la caída de todo el techo, explicó el funcionario. Estábamos apuntalando el techo y de pronto se nos vino todo encima, dijo Rubén Orellana, uno de los obreros que salió sin rasguños. El techo se descolgó y después no sé lo que pasó, relató el hombre, con los ojos llorosos, mientras abandonaba el lugar. El primero en entrar por la puertita de metal fue Ramón, el portero del edificio vecino. No se veía nada. Había una nube de polvo gris y se escuchaban gritos y llantos. Fue desesperante. Vi a gente conocida, con vida, chorreando sangre, pero no podía levantar todos los escombros, dijo Ramón a Página/12, con el mameluco manchado de rojo. Ahí lo vi a Carlitos, uno de los dueños del boliche de la esquina. Yo lo rescaté, agregó. La casa fue construida en 1927 y estaba siendo remodelada para convertirla en un local de comidas. Según denunciaron tres obreros que circunstancialmente no estaban en el lugar y se salvaron de ser aplastados, hace quince días se vino abajo un entrepiso, y le avisamos al arquitecto que esto no iba a aguantar (ver aparte). En esa ocasión, los obreros también notificaron a la Unión de Obreros de la Construcción (UOCRA). Pero no apareció nadie, dijeron. Un grupo de dirigentes de ese gremio se presentó recién ayer en el lugar, después del derrumbe. Era una obra trucha, una más de las construcciones clandestinas que hay en la ciudad, aseguró DAndrea. No hay profesionales responsables, ni obra declarada ni plano registrado ni cartel identificatorio, precisó el funcionario. Entre los escombros, DAndrea encontró un plano con el logo de la presunta empresa Arquimachine Design Group, pero sin la firma del arquitecto responsable. Los obreros denunciaron que estaban en negro y trabajaban sin el equipo reglamentario. La construcción estaba a cargo de la empresa MPM Obras Civiles SA, con domicilio en la calle Arenales al 1300, de Vicente López. Ante una consulta de Página/12, los directivos declinaron dar explicaciones, aunque fuentes de la firma admitieron que la obra estaba bajo su responsabilidad. Tampoco quisieron hablar los dueños del local, los mismos propietarios de El Bodegón, una rotisería ubicada justo en la esquina de Balcarce y Belgrano, y al lado de la casa derrumbada. El comercio cerró sus puertas inmediatamente después del accidente y su personal quedó dentro del local. En el primer piso que se vino abajo, justamente, funcionaba la cocina de El Bodegón, que no había dejado de funcionar pese a la obra. Los empleados se vinieron abajo junto con dos enormes cocinas, que por la tarde yacían destruidas en un volquete. Personal de la Guardia de Auxilio y la Superintendencia de Bomberos trabajó durante toda la tarde para apuntalar el edificio. Al lugaracudieron diez unidades del SAME, que trasladaron a los heridos hasta los hospitales Argerich y Fernández. Por la tarde, una fila de camiones esperaba para cargar los escombros que todavía eran retirados del lugar. Los heridos son Gustavo Guaraz (26), Eugenio Díaz (37), Eduardo Arias (21), Claudio Escobar (36), Savino Villalba (47), Ramón Chavero (51), Alfredo Quiñones (28), Luis Montenegro (32) y Rafael Sánchez (24). Dos de ellos, afectados por politraumatismos, se encuentran con pronóstico reservado.
EL OBRERO CASTIGADO POR QUEJARSE DE LA
SEGURIDAD José
Barrionuevo carga el botín de seguridad en una mano. En el momento del
derrumbe, lo calzaba uno de sus compañeros que fue rescatado entre los escombros.
Socarrón, dice que el encargado de la obra lo llamaba así. El denominado
botín no es más que una sandalia de cuero negro con suela de goma. ¿Seguridad?
¿Esto es seguridad?, pregunta mientras hace oscilar el zapato con sus dedos.
Cuarenta y dos años en el oficio acreditan un catálogo de condiciones de trabajo
precarias e inseguras. En el subsuelo de la casa de Balcarce 378 cavó pozos durante siete
días. Lo hizo en short y en remera. José protestó después de que se le cayó encima un
trozo del cielorraso del techo y la respuesta fue el traslado hacia otra obra y la
suspensión por dos días. Ahora agradece el castigo que le salvó la vida por un día.
Debía reincorporarse el miércoles.
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