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PINOCHET QUIERE IMPUGNAR AL LORD DE AMNESTY
El Lord derecho y humano

La defensa de Pinochet busca anular por parcialidad el voto de  Lord Hoffmann, quien desempató el fallo que le negó inmunidad  al ex dictador, por su colaboración con Amnistía Internacional.

Chilenos ante la Cámara de los Lores piden que se convalide el fallo contra la inmunidad.
Los abogados de Pinochet alegan que Lord Hoffmann votó con prejuicios contra el ex dictador.

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Por Marcelo Justo desde Londres

t.gif (67 bytes) El caso Pinochet ingresó en otro pasillo del laberinto judicial inglés. La defensa del general inició ayer una apelación sin precedentes ante un nuevo panel de cinco Law Lords contra el fallo alcanzado por la máxima instancia de la justicia británica el pasado 25 de noviembre. La abogada del exclusivo estudio Kingsley Napley, Clare Montgomery, fundamentó su pedido de anulación del fallo en la supuesta parcialidad de Lord Hoffmann, quien es director ad honorem de una filial de Amnistía Internacional y fue el law lord que desempató por 3-2 al negarle inmunidad soberana al ex dictador. “Lord Hoffmann debió declarar sus conexiones con Amnesty International, en cuyo caso no hubiera integrado el panel de apelación. La Justicia no sólo debe ser imparcial. Debe parecer que lo es”, indicó a los cinco Law Lords Clare Montgomery.
A lo largo de la jornada, la estrategia de la defensa fue clara. Desde el comienzo de la vista a las 10.30 (hora londinense), Clare Montgomery puntualizó, con su voz ronca y abrupta, los vínculos que unían a Lord Hoffmann con Amnistía Internacional. La abogada señaló a los lores que Lady Gillian Hoffmann, esposa del lord, trabaja para la organización de derechos humanos con sede en Londres desde 1977. “La mujer del juez es como la del César –dijo la abogada–, debe estar más allá de toda sospecha.” Mucho más grave, según Montgomery, es el caso del “César” mismo, cuya imparcialidad en el caso “deja un amplio margen para la duda”. En 1990 Lord Hoffmann se convirtió en uno de los dos directores de Amnesty International Charity Ltd., una organización de beneficencia, filial de Amnesty, que recolecta fondos y promueve la educación en temas de derechos humanos. La defensa reconoció que este hecho no invalida “necesariamente” el dictamen del 25 de noviembre, pero añadió que la imparcialidad de la Justicia era algo que había que “garantizar”. “Dado que Amnesty era parte de la acusación y que se opone terminantemente a que se conceda inmunidad al general Pinochet, la pertenencia de Hoffmann a la organización podría generar la percepción de parcialidad”, indicó Montgomery.
La fiscalía, que inició su alegato por la tarde, indicó que por lo menos desde fines de noviembre el estudio Kingsley Napley estaba al tanto de los vínculos que Lord Hoffmann tenía con Amnesty y que sin embargo había aguardado hasta el 10 de diciembre, un día después de que el ministro del Interior Jack Straw autorizara la iniciación del proceso de extradición, para presentar su recurso. El fiscal Alun Jones no incluyó en su alegato una información que publicó ayer el matutino The Independent: el estudio Kingsley Napley sabía desde 10 meses atrás que Lord Hoffmann era director de la filial de Amnesty. El matutino reproduce una carta enviada por Amnesty a la firma de abogados, solicitando una donación para la organización, en la que se especifica que “Lord Hoffmann es director de Amnesty’s International Charity”. En respuesta, donaron mil libras.
El abogado de la fiscalía sí mencionó un hecho que puede ser crucial para la resolución del recurso presentado por los abogados de Pinochet. Según Jones, en la apelación del 25 de noviembre, los lores consideraron simplemente si la inmunidad soberana otorgaba inmunidad contra crímenes de lesa humanidad en el marco legal británico. En este sentido, la pregunta era abstracta: ¿protegía en tales casos la ley británica a un ex jefe de Estado? La fiscalía adujo que, desde este punto de vista, la pertenencia de Hoffmann a Amnesty International es irrelevante.
La vista continúa hoy con el final del alegato de Alun Jones seguido por el de Amnesty International. Los especialistas coinciden en que, de acuerdo con la etiqueta judicial, Hoffmann debería haber declarado a las partes su pertenencia a la filial de Amnesty. Si los lores deciden queeste hecho invalida el dictamen del 25 de noviembre, tendrían tres alternativas. Podrían anular el voto de Hoffmann: el empate (2-2) ratificaría el fallo de la Alta Corte de fines de octubre y Pinochet quedaría en libertad. Podrían mantener el voto de los otros cuatro magistrados y buscar un sustituto de Hoffmann para desempatar. Por último, podrían convocar un nuevo panel de cinco “Law Lords”. Esta posibilidad, favorita entre los especialistas si prospera el recurso de la defensa, contiene un grave peligro. Un fallo diferente convertiría al proceso entero en una farsa, mostrando una vez más la humana falibilidad de la Justicia. En el caso de que los lores se inclinen por ratificar el fallo del 25 de noviembre, deberán fundamentarlo de modo tal que no arroje ninguna sombra de parcialidad que enlode el proceso de extradición de Pinochet a España.

 

OPINION
El general y la realpolitik
Por Sergio Kiernan

Pinochet está preso en Londres. ¿Por qué ahora y no antes, si los argumentos en su contra tienen 25 años de antigüedad? ¿Por qué en Londres, bajo cargos españoles, si la mayoría de sus víctimas fueron chilenas, con números abultados de argentinos y otros latinoamericanos, además de algunos norteamericanos y europeos? La respuesta a estas preguntas, más allá de las coyunturas políticas, está en el fin de la realpolitik, en el nuevo acomodamiento internacional.
Tanto España como Suiza y Gran Bretaña tienen algo en común, que les permite juzgar desde la legalidad y la moralidad a un sujeto como Pinochet: no fogonean golpes militares, no derriban gobiernos débiles, ni desembarcan marines, ni envían hit teams de asesinos. Por eso, y acusando al régimen militar chileno de asesinar a ciudadanos de sus nacionalidades, entran en el campo minado legal de juzgar al viejo general.
Estados Unidos guarda un silencio incómodo, roto sólo a la hora de vetar cualquier tribunal internacional de genocidio o derechos humanos. Es que si Pinochet está preso, manda la coherencia que sujetos como Kissinger sean por lo menos interrogados, que aparezcan los papeles, que se sepa con nombre y apellido quiénes decidieron, financiaron y apoyaron el golpe y la caza de sospechosos. Si los militares chilenos se animaron a asesinar europeos, fue porque tenían a los norteamericanos activamente detrás. Y lo mismo puede decirse de sus colegas represores argentinos. Además, Washington es la única capital donde todavía se puede pensar acabar con gente incómoda (Saddam, los ayatolahs, la derecha nacionalista rusa) usando a los muchachos de “special operations”.
Incómodamente, ha nacido un nuevo standard de conducta internacional. Hasta que se conocieron los horrores de la última ola de fragotes y tiranías militares, la “desestabilización” era una herramienta aceptada de acción para las potencias. Con la guerra fría terminada, las cosas cambiaron y ningún gobierno puede defender públicamente una política que se inspire en las de Nixon. Las víctimas encontraron en un ignoto juez español alguien que las escuchara y en los Lores (¡quién diría!) alguien que votara a su favor. Claro que andar por el mundo buscando un juez moral es farragoso y desorganizado; tarde o temprano nacerá un tribunal mundial que sea una suerte de Nuremberg permanente. Va a ser fascinante ver qué argumentos usarán los Estados Unidos para oponerse, qué dirán los ingleses cuando se hable del Ulster, qué mundo tendremos cuando los Estados no puedan matarnos impunemente, por decisión soberana.

 


 

EL AVION DE PINOCHET ERA PELIGROSO PARA VIAJAR
Aeropuerto, versión chilena

t.gif (862 bytes) Pinochet corrió mucho más peligro del que nadie pensaba inclusive antes de que el Home Secretary Jack Straw decidiera retenerlo en Londres. El peligro vino desde el lugar menos pensado. El avión que el gobierno chileno había puesto a su disposición para regresar lo antes posible a Chile en caso de un fallo favorable de la justicia británica sufre de graves desperfectos técnicos. Estos se manifestaron el jueves pasado cuando regresaba sin Pinochet a Chile, y provocaron que tuviera que volver rápidamente a Inglaterra, donde permaneció por reparaciones durante más de dos días.
La presencia del avión que esperaba el fallo de la justicia británica siempre reforzó un elemento de dramatismo en el proceso al ex dictador. El gobierno chileno había dispuesto al comienzo de la crisis en Gran Bretaña tener un avión listo para traer de vuelta a Pinochet en el menor tiempo posible. Sin embargo, los chilenos recibieron la información de que los países adonde el avión tendría que hacer escala no lo recibirían. Esto los llevó a enviar a un avión con la capacidad de transportar al senador vitalicio, su familia, y una unidad médica en un viaje ininterrumpido a Santiago de Chile.
La elección del aparato pudo haber sido más afortunada. Conocido como “Calambrito” por los periodistas habituados a la mala disposición de sus asientos y a la estrechez general de sus pasillos, el Boeing 707 enviado tenía una pobre reputación. En octubre, el avión tuvo que realizar un regreso de emergencia a Chile por desperfectos mecánicos mientras transportaba a las delegadas del país a la Cumbre de las Primeras Damas de América. Esta vez, “Calambrito” tampoco falló a su reputación: mientras volvía sin el ex dictador desarrolló problemas técnicos que hubieran sido peligrosos para él: por ejemplo, la posibilidad de tener que realizar un aterrizaje de emergencia en algún lugar hostil y ser nuevamente arrestado.

 

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