Por Marcelo Justo desde Londres
El caso Pinochet
ingresó en otro pasillo del laberinto judicial inglés. La defensa del general inició
ayer una apelación sin precedentes ante un nuevo panel de cinco Law Lords contra el fallo
alcanzado por la máxima instancia de la justicia británica el pasado 25 de noviembre. La
abogada del exclusivo estudio Kingsley Napley, Clare Montgomery, fundamentó su pedido de
anulación del fallo en la supuesta parcialidad de Lord Hoffmann, quien es director ad
honorem de una filial de Amnistía Internacional y fue el law lord que desempató por 3-2
al negarle inmunidad soberana al ex dictador. Lord Hoffmann debió declarar sus
conexiones con Amnesty International, en cuyo caso no hubiera integrado el panel de
apelación. La Justicia no sólo debe ser imparcial. Debe parecer que lo es, indicó
a los cinco Law Lords Clare Montgomery.
A lo largo de la jornada, la estrategia de la defensa fue clara. Desde el comienzo de la
vista a las 10.30 (hora londinense), Clare Montgomery puntualizó, con su voz ronca y
abrupta, los vínculos que unían a Lord Hoffmann con Amnistía Internacional. La abogada
señaló a los lores que Lady Gillian Hoffmann, esposa del lord, trabaja para la
organización de derechos humanos con sede en Londres desde 1977. La mujer del juez
es como la del César dijo la abogada, debe estar más allá de toda
sospecha. Mucho más grave, según Montgomery, es el caso del César
mismo, cuya imparcialidad en el caso deja un amplio margen para la duda. En
1990 Lord Hoffmann se convirtió en uno de los dos directores de Amnesty International
Charity Ltd., una organización de beneficencia, filial de Amnesty, que recolecta fondos y
promueve la educación en temas de derechos humanos. La defensa reconoció que este hecho
no invalida necesariamente el dictamen del 25 de noviembre, pero añadió que
la imparcialidad de la Justicia era algo que había que garantizar. Dado
que Amnesty era parte de la acusación y que se opone terminantemente a que se conceda
inmunidad al general Pinochet, la pertenencia de Hoffmann a la organización podría
generar la percepción de parcialidad, indicó Montgomery.
La fiscalía, que inició su alegato por la tarde, indicó que por lo menos desde fines de
noviembre el estudio Kingsley Napley estaba al tanto de los vínculos que Lord Hoffmann
tenía con Amnesty y que sin embargo había aguardado hasta el 10 de diciembre, un día
después de que el ministro del Interior Jack Straw autorizara la iniciación del proceso
de extradición, para presentar su recurso. El fiscal Alun Jones no incluyó en su alegato
una información que publicó ayer el matutino The Independent: el estudio Kingsley Napley
sabía desde 10 meses atrás que Lord Hoffmann era director de la filial de Amnesty. El
matutino reproduce una carta enviada por Amnesty a la firma de abogados, solicitando una
donación para la organización, en la que se especifica que Lord Hoffmann es
director de Amnestys International Charity. En respuesta, donaron mil libras.
El abogado de la fiscalía sí mencionó un hecho que puede ser crucial para la
resolución del recurso presentado por los abogados de Pinochet. Según Jones, en la
apelación del 25 de noviembre, los lores consideraron simplemente si la inmunidad
soberana otorgaba inmunidad contra crímenes de lesa humanidad en el marco legal
británico. En este sentido, la pregunta era abstracta: ¿protegía en tales casos la ley
británica a un ex jefe de Estado? La fiscalía adujo que, desde este punto de vista, la
pertenencia de Hoffmann a Amnesty International es irrelevante.
La vista continúa hoy con el final del alegato de Alun Jones seguido por el de Amnesty
International. Los especialistas coinciden en que, de acuerdo con la etiqueta judicial,
Hoffmann debería haber declarado a las partes su pertenencia a la filial de Amnesty. Si
los lores deciden queeste hecho invalida el dictamen del 25 de noviembre, tendrían tres
alternativas. Podrían anular el voto de Hoffmann: el empate (2-2) ratificaría el fallo
de la Alta Corte de fines de octubre y Pinochet quedaría en libertad. Podrían mantener
el voto de los otros cuatro magistrados y buscar un sustituto de Hoffmann para desempatar.
Por último, podrían convocar un nuevo panel de cinco Law Lords. Esta
posibilidad, favorita entre los especialistas si prospera el recurso de la defensa,
contiene un grave peligro. Un fallo diferente convertiría al proceso entero en una farsa,
mostrando una vez más la humana falibilidad de la Justicia. En el caso de que los lores
se inclinen por ratificar el fallo del 25 de noviembre, deberán fundamentarlo de modo tal
que no arroje ninguna sombra de parcialidad que enlode el proceso de extradición de
Pinochet a España.
OPINION
El general y la realpolitik
Por Sergio Kiernan |
Pinochet
está preso en Londres. ¿Por qué ahora y no antes, si los argumentos en su contra tienen
25 años de antigüedad? ¿Por qué en Londres, bajo cargos españoles, si la mayoría de
sus víctimas fueron chilenas, con números abultados de argentinos y otros
latinoamericanos, además de algunos norteamericanos y europeos? La respuesta a estas
preguntas, más allá de las coyunturas políticas, está en el fin de la realpolitik, en
el nuevo acomodamiento internacional.
Tanto España como Suiza y Gran Bretaña tienen algo en común, que les permite juzgar
desde la legalidad y la moralidad a un sujeto como Pinochet: no fogonean golpes militares,
no derriban gobiernos débiles, ni desembarcan marines, ni envían hit teams de asesinos.
Por eso, y acusando al régimen militar chileno de asesinar a ciudadanos de sus
nacionalidades, entran en el campo minado legal de juzgar al viejo general.
Estados Unidos guarda un silencio incómodo, roto sólo a la hora de vetar cualquier
tribunal internacional de genocidio o derechos humanos. Es que si Pinochet está preso,
manda la coherencia que sujetos como Kissinger sean por lo menos interrogados, que
aparezcan los papeles, que se sepa con nombre y apellido quiénes decidieron, financiaron
y apoyaron el golpe y la caza de sospechosos. Si los militares chilenos se animaron a
asesinar europeos, fue porque tenían a los norteamericanos activamente detrás. Y lo
mismo puede decirse de sus colegas represores argentinos. Además, Washington es la única
capital donde todavía se puede pensar acabar con gente incómoda (Saddam, los ayatolahs,
la derecha nacionalista rusa) usando a los muchachos de special operations.
Incómodamente, ha nacido un nuevo standard de conducta internacional. Hasta que se
conocieron los horrores de la última ola de fragotes y tiranías militares, la
desestabilización era una herramienta aceptada de acción para las potencias.
Con la guerra fría terminada, las cosas cambiaron y ningún gobierno puede defender
públicamente una política que se inspire en las de Nixon. Las víctimas encontraron en
un ignoto juez español alguien que las escuchara y en los Lores (¡quién diría!)
alguien que votara a su favor. Claro que andar por el mundo buscando un juez moral es
farragoso y desorganizado; tarde o temprano nacerá un tribunal mundial que sea una suerte
de Nuremberg permanente. Va a ser fascinante ver qué argumentos usarán los Estados
Unidos para oponerse, qué dirán los ingleses cuando se hable del Ulster, qué mundo
tendremos cuando los Estados no puedan matarnos impunemente, por decisión soberana. |
EL AVION DE PINOCHET ERA PELIGROSO PARA VIAJAR
Aeropuerto, versión chilena
Pinochet
corrió mucho más peligro del que nadie pensaba inclusive antes de que el Home Secretary
Jack Straw decidiera retenerlo en Londres. El peligro vino desde el lugar menos pensado.
El avión que el gobierno chileno había puesto a su disposición para regresar lo antes
posible a Chile en caso de un fallo favorable de la justicia británica sufre de graves
desperfectos técnicos. Estos se manifestaron el jueves pasado cuando regresaba sin
Pinochet a Chile, y provocaron que tuviera que volver rápidamente a Inglaterra, donde
permaneció por reparaciones durante más de dos días.
La presencia del avión que esperaba el fallo de la justicia británica siempre reforzó
un elemento de dramatismo en el proceso al ex dictador. El gobierno chileno había
dispuesto al comienzo de la crisis en Gran Bretaña tener un avión listo para traer de
vuelta a Pinochet en el menor tiempo posible. Sin embargo, los chilenos recibieron la
información de que los países adonde el avión tendría que hacer escala no lo
recibirían. Esto los llevó a enviar a un avión con la capacidad de transportar al
senador vitalicio, su familia, y una unidad médica en un viaje ininterrumpido a Santiago
de Chile.
La elección del aparato pudo haber sido más afortunada. Conocido como
Calambrito por los periodistas habituados a la mala disposición de sus
asientos y a la estrechez general de sus pasillos, el Boeing 707 enviado tenía una pobre
reputación. En octubre, el avión tuvo que realizar un regreso de emergencia a Chile por
desperfectos mecánicos mientras transportaba a las delegadas del país a la Cumbre de las
Primeras Damas de América. Esta vez, Calambrito tampoco falló a su
reputación: mientras volvía sin el ex dictador desarrolló problemas técnicos que
hubieran sido peligrosos para él: por ejemplo, la posibilidad de tener que realizar un
aterrizaje de emergencia en algún lugar hostil y ser nuevamente arrestado.
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