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EL GOBIERNO APOYO A WASHINGTON Y EL FREPASO OBJETO EL ATAQUE
Los alineados y los preocupados

Carlos Menem fue el vocero de la noticia de los bombardeos en medio de un acto. El Gobierno sigue alineado con Washington.

La Alianza reaccionó por el lado del Frepaso. Mediante un comunicado, Chacho Alvarez y Dante Caputo rechazaron el ataque.

t.gif (862 bytes) “Ya están bombardeando Bagdad.” De esta forma, con el cable de una agencia internacional en la mano, el presidente Carlos Menem anunció en el Salón Blanco de la Casa Rosada que Estados Unidos había lanzado un ataque aéreo sobre la capital iraquí. En un comunicado emitido anoche, el Gobierno se alineó junto a Washington al igual que en la Guerra del Golfo y en las anteriores crisis por las inspecciones de Naciones Unidas a Irak, y sólo hizo una pequeña mención al embargo económico que sufre el pueblo iraquí desde 1991.
“Irak no cumplió con las pautas dadas por Naciones Unidas y los preparativos están en marcha”, dijo Menem al llegar con atraso al Salón Blanco, donde se realizaba el lanzamiento del Plan Nacional de Reforma Judicial. El jefe de Estado justificó su retraso argumentando que estuvo toda la tarde esperando que de un momento a otro los bombarderos estadounidenses atacaran Bagdad. Cuando promediaba el acto, Menem recibió el cable de manos de un colaborador, se paró frente al micrófono y, como si se tratara de un locutor interrumpiendo la programación de una radio para dar un flash noticioso, dijo: “Están bombardeando Bagdad”.
Manteniéndose en ese rol, Menem sostuvo que “hay un acontecimiento a nivel mundial que evidentemente nos obliga a una atención constante. Esto (por el ataque) iba a ocurrir de un momento a otro, y un hombre de Estado tiene que estar informado de estas situaciones”. Según fuentes oficiales Menem no se había comunicado aún con el presidente estadounidense Bill Clinton.
El Ministerio de Relaciones Exteriores emitió luego un comunicado en el que consideró que “el gobierno iraquí ha violado, una vez más, las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”.
En otro párrafo, la Cancillería reafirmó “la convicción de que la solución a esta crisis es el acatamiento irrestricto por parte del gobierno de Irak de sus obligaciones con Naciones Unidas, cooperando de manera incompleta e incondicional con los inspectores” de la ONU. Sobre el embargo impuesto por Estados Unidos a Irak, que ya fue condenado por el papa Juan Pablo II y diversas organizaciones humanitarias, el comunicado oficial señaló: “El gobierno argentino entiende que la presente situación es el resultado directo de las acciones del gobierno de Irak y deplora que, de esta manera, se prolongue innecesariamente el sufrimiento del pueblo de este país”.
En el final del comunicado, la Cancillería volvió a responsabilizar al régimen de Saddam Hussein del conflicto con Estados Unidos, e inclusive le reclamó al gobierno iraquí que “permita la reanudación de las inspecciones de la Comisión Especial de las Naciones Unidas (Unscom) para verificar la existencia y proceder a la destrucción del arsenal de armas de aniquilamiento masivo de ese país”. La cartera a cargo del canciller Guido Di Tella consideró primordial la continuación de las inspecciones a “fin de que se puedan efectuar avances destinados a solucionar el fondo de la cuestión, para el bienestar del pueblo iraquí y la paz y la estabilidad de la región”.

t.gif (862 bytes) “Observamos con preocupación la decisión del gobierno de los Estados Unidos de bombardear Irak.” Con esta frase, los diputados del Frepaso Carlos “Chacho” Alvarez y Dante Caputo salieron a criticar la medida adoptada ayer por Bill Clinton. “Si bien creemos que el régimen iraquí debe cumplir estrictamente los compromisos asumidos respecto de las inspecciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), también entendemos que el uso de la fuerza o su autoridad debe ser hecha por el Consejo de Seguridad de este organismo”, sostuvieron los legisladores.
En un comunicado difundido por la noche, dos horas después de que se produjeran los bombardeos, los diputados frepasistas señalaron que “en la posguerra fría, es un avance para la seguridad colectiva que el uso de la fuerza haya sido enmarcado en las resoluciones del Consejo de Seguridad”.
En diálogo con Página/12, Caputo sostuvo que “desde 1990 hasta hoy, cualquier acción de este tipo siempre se produjo luego de una declaración del Consejo de Seguridad”. El ex ministro recordó que “aunque no fueron tropas de Naciones Unidas, la Guerra del Golfo contó con el aval del Consejo de Seguridad”.
“Apartarse de este principio puede ser muy perjudicial”, señaló el diputado. Y añadió una explicación: “Si un país actúa de manera unilateral, sin escuchar a la ONU, el sistema internacional corre el riesgo de exponerse a las arbitrariedades de los gobiernos de turno, porque el sistema de seguridad colectiva descansa en el Consejo de Seguridad.”
Caputo dijo que “una muestra de la situación que generó Estados Unidos con esta decisión unilateral e inconsulta es que, hasta ahora, la única expresión de solidaridad fue la de Gran Bretaña. Ningún otro país del mundo respaldó el ataque”.
–Carlos Menem también apoyó los bombardeos –le informó este diario.
–¿En serio? ¿Tan rápido? No entiendo por qué se apresura tanto, por qué no consulta al resto de los países del Mercosur antes de salir a fijar una posición.
–Si la Alianza fuera gobierno, ¿qué haría ante una situación similar?
–Lo primero es hablar con las autoridades de Brasil y del resto de los integrantes del Mercosur. Recién una vez que se realizó la ronda de consultas se puede obtener una respuesta, procurando siempre que sea consensuada con los países socios.

 

OPINION
El castigo en el nuevo orden
Por Julio Nudler

El nuevo bombardeo estadounidense a Irak y el arresto de Augusto Pinochet en Inglaterra son hechos obviamente distantes y desvinculados entre sí, pero también señales coincidentes de que el mundo de los Estados soberanos y las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad es ya un trasto inservible. Cuando Washington secuestró al panameño Manuel Noriega o bombardeó unilateralmente Sudán tras los atentados a sus embajadas, la única explicación posible fue la abrumadora superioridad militar. La reiterada destrucción de blancos iraquíes como acción preventiva responde a la misma lógica, aunque siempre medie una buena excusa.
La cuestión que queda abierta es si en estos casos el fin justifica los medios, consistiendo éstos en el atropello bélico a la soberanía de un país por parte de la única superpotencia actual. En el arresto y eventual juzgamiento de Pinochet también se violenta el orden internacional establecido, con el peligro de caer en situaciones casi irresolubles en la medida en que igual criterio judicial se aplique a todos los violadores de los derechos humanos.
Pero la vulneración del orden actual y la tremenda confusión de competencias a la que puede conducir en la transición son costos justificados porque el beneficio a obtener por la humanidad es inmenso: acabar con la impunidad –o al menos con la sensación de impunidad– de los déspotas que ordenan torturar y matar. Si Pinochet es juzgado, el mundo futuro va a ser mejor, como también será mejor el día que los corruptos no tengan ningún paraíso bancario donde guardar lo que han robado. La posibilidad del castigo y la expropiación pueden servir de disuasivos.
Nada parecido puede esperarse de la arbitrariedad del gendarme estadounidense, que sólo actúa en función de sus propios intereses hegemónicos, que tras la debacle soviética ni siquiera simulan responder a la lógica de la confrontación con el poder comunista. Terribles matanzas étnicas ocurrieron estos años en Africa y en Europa sin que Washington ni nadie las detuviera, como nadie reacciona ante las atrocidades en Afganistán contra las mujeres, y tampoco se emprende iniciativa alguna para atenuar el enorme costo humano de la creciente desigualdad económica. El mundo queda, por ahora, dividido en dos. Por un lado, los países demasiado grandes –en tamaño o armamento–, como China o India, a salvo de cualquier expedición punitiva del Gran Satán, aunque detonen armas nucleares. Por el otro, las naciones vulnerables –la Argentina entre ellas– que deben contar con que ningún orden las protege si Estados Unidos decide castigarlas.

 

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