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Por Alfredo Zaiat En un procedimiento inédito, diez agentes de la Policía Federal y de la Justicia allanaron ayer el Arzobispado de Buenos Aires en búsqueda de documentación vinculada a la quiebra del Banco de Crédito Provincial. Esa entidad era controlada por la familia Trusso, de estrechos vínculos con la Iglesia. Los funcionarios que participaron del operativo se llevaron el balance de 1997 de la arquidiócesis metropolitana como parte de una investigación sobre el destino de 10 millones de dólares que la Sociedad Militar Seguro de Vida, mutual de uniformados retirados, entregó al entonces cardenal Antonio Quarracino. Ese dinero fue transferido al BCP. Pero ni el Arzobispado ni los Trusso se hacen responsables de su devolución luego del derrumbe del banco platense. A las 14.30 media docena de policías, acompañados de peritos contables y funcionarios judiciales, se presentaron en el Arzobispado. Fueron atendidos por el contador de la sede religiosa de apellido Garrido. Le mostraron el requerimiento de la jueza Marcela Inés Garmendia, titular de un juzgado de La Plata, y Garrido se retiró para hacer las consultas pertinentes al obispo auxiliar José Luis Mollaghan. Sin esperar respuesta, comenzaron el allanamiento. El inesperado operativo fue calificado por la Curia como un atropello incalificlable, que ni se vivió durante la persecución a la Iglesia de los años 1954 y 1955. Ante esa situación, el presbítero Guillermo Marcó destacó a este diario que hicimos constar en el acta que no hubo negativa a dar información, y que el allanamiento fue un exceso. Nosotros hemos sido víctimas de otras tantas estafas, señaló Marcó, agregando que el dinero jamás entró aquí y, lamentablemente, no sabemos dónde fue a parar. El motivo de ese allanamiento tiene su origen en un préstamo otorgado por Sociedad Militar Seguro de Vida al Arzobispado. A mediados de junio del año pasado los Trusso necesitaban fondos frescos para mejorar su ya deteriorada situación patrimonial del banco. Y recurrieron a los buenos oficios del Arzobispado para conseguir dinero de esos viejos militares. La controvertida operación, para incrementar el capital del BCP, tuvo los siguientes pasos: 1) Sociedad Militar le prestó 10 millones de pesos al Arzobispado de Buenos Aires, a seis meses y a una tasa de interés del 8,5 por ciento anual. El BCP fue el avalista de ese contrato que tiene la firma de Quarracino certificada por la entidad financiera, que el prelado sostuvo hasta su fallecimiento que era falsa. 2) Existe otro documento entre el Arzobispado y Trusso, por el cual el primero hace constar el préstamo de esos fondos a la familia. En la práctica, el Arzobispado actuó en este caso de intermediario financiero para devolver a los Trusso uno de los tantos favores recibidos. Por ejemplo, los Trusso pagaban los abultados saldos de las tarjetas de crédito de Quarracino y de su pareja de secretarios el religioso y el laico Roberto Toledo y Noberto Silva. Pero ahora, con la muerte de Quarracino, con Pablo Trusso en la cárcel y su hermano Francisco prófugo, nadie se hace cargo. Y los militares retirados quieren el dinero. La caída del BCP y las que le siguieron de los bancos Patricios y Mayo fueron los mayores escándalos financieros desde que culminó la crisis del tequila. En el caso del banco de los Trusso Francisco (padre) fue el embajador argentino ante la Santa Sede del gobierno de Carlos Menem, inspectores del Banco Central descubrieron 21 mil créditos truchos por 64 millones de pesos. Esa fue la punta del ovillo que desembocó en su posterior intervención, y en el descubrimiento de otras operaciones de vaciamiento de la entidad realizadas por los Trusso. Después del derrumbe, activos y pasivos del BCP fueron transferidos a una nueva entidad, Mercobank, cuyos principales accionistas son los principales acreedores de la entidad fallida. Uno de ellos es la Sociedad Militar Seguro de Vida.
LA MISION DEL FONDO MONETARIO SE PUEDE IR
TRANQUILA Por Cledis Candelaresi |