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Por Eduardo Videla La Justicia determinó que el crimen de Carolina Aló, quien recibió 113 puñaladas, no se cometió con alevosía ni ensañamiento, sino que fue un homicidio simple, pero le impuso al asesino confeso, Fabián Tablado (22), una condena a 24 años de prisión, uno menos del máximo previsto por la ley. El fallo fue dividido porque el juez Fernando Maroto, uno de los miembros del tribunal, consideró que el homicida engañó a su víctima y la sometió a un sufrimiento innecesario antes de matarla y calificó el hecho como homicidio agravado, por lo que a Tablado le hubiera correspondido prisión perpetua. Pero el presidente de la sala, Fernando Mancini, y la jueza Celia Vázquez opinaron que no había pruebas para esos agravantes. Pese a la dureza de la pena impartida, los padres de Carolina rechazaron el fallo, principalmente, los fundamentos de la mayoría. Estos dos jueces nos asestaron la puñalada 114, protestó Edgardo Aló, el padre de la adolescente asesinada (ver aparte). El fiscal Julio Novo y el abogado de la querella, Roberto Damburiana, habían pedido prisión perpetua para el asesino. El resultado no difiere demasiado de ese reclamo ya que el máximo previsto para la perpetua es de 25 años. Si demuestra buen comportamiento en la cárcel, Tablado puede salir en libertad condicional cuando cumpla los dos tercios de su condena. Como ya lleva dos años preso, podría dejar la prisión en el 2012, cuando tenga 36 años. La defensa de Tablado había jugado varias cartas. La principal, que pugnaba por la inimputabilidad del acusado, había naufragado el lunes, cuando los jueces adelantaron que no había eximente de responsabilidad por insanía mental. La segunda era la de homicidio bajo emoción violenta (tiene un máximo de tres años), que fue rechazada de plano por los tres miembros del tribunal. La última era el homicidio simple (penado con 8 a 25 años de prisión), por la que optó la mayoría de los jueces. Por supuesto, en esa hipótesis, los defensores no esperaban una condena tan elevada. Ahora estudian la apelación de la sentencia. La lectura del fallo estaba prevista para las 16. Pero los más de 60 concurrentes familiares de Aló, de Tablado, periodistas y algunos curiosos debieron soportar un demoledor retraso de dos horas y media. La espera pareció un reflejo de los desacuerdos del tribunal, plasmados luego en la lectura de la sentencia. A las 18.30, los miembros de la Sala III de la Cámara Penal de San Isidro tomaron su lugar y el secretario Gustavo Ramilo leyó los fundamentos durante 50 minutos. Tablado, con saco gris, camisa blanca y corbata azul, lo miró fijo durante todo ese tiempo y escuchó atento y sereno, huérfano de cualquier emoción. Adriana Rego, la mamá de Carolina, se quebró en llanto a poco de comenzar la lectura. El primer voto fue el de Fernando Mancini, que descalificó los agravantes con una serie de argumentos. No hubo alevosía porque la víctima no concurrió engañada a la escena del crimen (la casa de los padres de Tablado, en el Tigre). Era un lugar al que habitualmente iba la pareja y no fue necesario ningún engaño para que ella vaya a ese sitio. Como Tablado le anunció a un amigo que iba a matar a Carolina, no creó las condiciones para un obrar seguro: su amigo u otra persona pudieron ir al lugar para evitar el hecho. Tampoco hubo ocultamiento. Pese al impresionante número de heridas, el juez consideró que no hubo ensañamiento, ya que esas heridas no apuntaron a generar sufrimientos innecesarios a la víctima (como exige la ley para aplicar esa calificación). No obstante, reconoció que nadie puede negar que la fallecida sufrió enormemente. La herida mortal fue en el cuello y la muerte se produjo en 2 o 3 segundos. Las restantes lesiones, producto de una reacción colérica, fueron producidas antes de la muerte, durante 5 a 10 minutos. El juez Maroto, en cambio, sostuvo que los agravantes existieron: Hubo alevosía porque el autor ha meditado y preelaborado el homicidio, eligió de antemano el lugar para su obra criminal. La relación sexual previa que mantuvo con la víctima constituye una prueba del engaño y la indefensión en que puso a la víctima, que disfrutó la relación sin saber que el homicida aguardaba cínicamente para cometer el crimen. Hubo ensañamiento porque él mismo le contó después a su amigo: Le corté todo el cuerpo, como parte de un castigo por su presunta infidelidad. El sufrimiento de la víctima, aunque duró de 5 a 10 minutos, ha sido cruel y horroroso. El tiempo de su agonía debió haberle resultado una eternidad. Las cosas hasta ahí estaban empatadas, pero la jueza Vázquez desequilibró en favor del homicidio simple. En la sentencia, los jueces dispusieron que se someta a Tablado a un tratamiento psicoterapéutico. También formularon un insólito pedido para que se investigue un presunto aborto al que se había sometido Carolina. Cuando todo terminó, la mamá de Carolina se abrazó con su abogado. Media hora después, Tablado salía en una camioneta de la policía, escoltada por otros dos móviles, rumbo a la prisión. Entre el chirriar de los neumáticos, alguien gritó ¡Asesino!.
PROTESTAS DEL PADRE DE CAROLINA Los
jueces Mancini y Vázquez nos asestaron la puñalada 114, se quejó Edgardo Aló, el
padre de la víctima, al enfrentarse a los periodistas, apenas terminó de escuchar la
sentencia. No me importan los años que le dieron (a Tablado). Para nosotros, como
padres, 24 o 25 años es lo mismo. Pero con sus argumentos, los jueces se cagaron en la
verdad, se lamentó. En el final del juicio oral y público, los padres de Carolina
repitieron la misma actitud que mantuvieron durante todo el proceso, desde que su hija, de
17 años, fue apuñalada el 27 de mayo de 1996. La mujer, Adriana Rego, prefirió
refugiarse en las lágrimas y el silencio. Su ahora ex esposo, en cambio, no le esquivó
al protagonismo y siempre mantuvo un perfil alto.
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