El especial de Telefé, realizado por Miguel Rodríguez Arias pero editado por Gustavo Yankelevich -gerente de la emisora-, fue más institucional que documental.
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Por Esteban Pintos El programa especial dedicado a Susana Giménez titulado Susana - La historia de una mujer, que emitió anoche Telefé, realizado por el documentalista Miguel Rodríguez Arias, no supone un hecho histórico ni es revelador en cuanto a una de las personalidades más fascinantes y particulares de la historia de la televisión argentina. Lo que se vio anoche fue, ni más ni menos, un impecable compilado de imágenes de toda su carrera que incluye momentos en cine, teatro y televisión, testimonios de algunos de sus seres queridos (China Zorrilla, Ricardo Darín, Ana María Campoy) y opiniones de varios analistas de medios (los periodistas Pablo Sirvén, Luis Majul, Mariano Grondona y sus biógrafas Sylvina Walger y Claudia Acuña) que completan un cuadro favorable y poco cuestionador ver aparte del mito Susana, uno de los más grandes que ha producido el show business argentino en la segunda mitad de este siglo. El único adjetivo desfavorable Sirvén decía que era pésima como actriz fue retirado de la edición final por Gustavo Yankelevich, gerente de contenidos del canal, quien realizó en persona el corte final del programa. Seguramente la devoción popular por Susana Giménez no necesita que nadie le cuente otra historia que la que quieren oír o de la que ya conocen, ni que se muestre ningún lado oscuro. Pero está claro que a Telefé y a la estrella les viene muy bien que un hombre de prestigio en los medios como Rodríguez Arias cuyo trabajo Las patas de la mentira merece un lugar entre lo mejor que se haya hecho en el área visual de esta década ponga su firma en un trabajo serio y garantizado como riguroso desde el punto de vista periodístico. Nadie sale perjudicado del proyecto, porque el mismo director tiene una inmejorable y multitudinaria pantalla para mostrar su obra (fue visto por millones), además de haber conseguido la posibilidad de entrevistar a una estrella casi inaccesible para el común de los medios. El acuerdo que selló la concreción de la idea de Rodríguez Arias era bien claro al respecto: Telefé pagó por adelantado el trabajo, pero se reservó el derecho de darlo a conocer o no. Todavía no sé si es favor o en contra, le dijo Rodríguez Arias a Página/12 en una entrevista publicada el lunes. Sin embargo, queda claro que su trabajo no podría encuadrarse dentro de lo que ha dado en llamarse biografía no autorizada. Aquí, en todo caso, siempre estuvo claro que la biografía fue autorizada por el canal y la estrella, y eso no puede considerarse sino como un visto bueno (pero condicionante) para la realización y la concreción. Un ejemplo: en un tramo del envío, cuya duración neta pasó de los 116 originales a los 105 minutos con que finalmente se vio anoche se eliminaron un par de números musicales y algunos testimonios, el periodista Luis Majul dijo que creo que el CEI, dueño de Telefé y la radio en la que trabajo (Radio Continental), no informó bien sobre el caso de la empresa Hard Communications y las llamadas telefónicas. Pues bien, el bloque dedicado al caso es pródigo en voces afines a la empresa de Jorge Born y el montonero arrepentido Rodolfo Galimberti: participan el mismísimo Jorge Rodríguez, ahora novio de la estrella pero antes que eso directivo de la empresa, y el ex juez Oscar Salvi (abogado de Hard Communications). Y se refuerza la idea de que se trató de un malentendido de parte del supuesto perjudicado, el padre Grassi. Está, por supuesto, el exabrupto que tuvo Susana en su encuentro con el sacerdote (¿Qué quiere, padre? ¿Construir el Sheraton?, le soltó) y una posterior explicación de la protagonista, atribuyéndolo todo a su espontaneidad y particular humor. Fin de la cuestión. Esta especie de documental periodístico que intentó explicar un fenómeno así lo dejó en claro en cada apertura de bloque remarcó la idea de la mujer que se inventa a sí misma por sobre todas las cosas y a pesar de los pesares. Después de todo, no hace más que reforzar una idea que siempre estuvo instalada en el inconsciente colectivo de los argentinos: Susana es fresca, espontánea, algo descolocada de la realidad estuvo, claro, el momento en que preguntó sobre si iban a traer vivoun dinosaurio encontrado en la Patagonia, pero honesta y trabajadora. Por eso la aman. La misma Susana (su nombre, como en el caso de Charly por García o Diego por Maradona, basta por sí solo para saber de quién se trata) acepta su dependencia del instinto y la fortaleza para afrontar lo que ella misma dice que fue (y es) una vida increíble. Si tuviera que nacer de nuevo, elegiría esta increíble vida que me ha tocado, dijo en un tramo del programa. Orígenes, amores, relaciones familiares (hubo un interesante testimonio de su hija Mercedes, quien tampoco es fácil de entrevistar), el superdifundido divorcio con Huberto Roviralta, el escándalo de los teléfonos y su nueva relación sentimental tuvieron su lugar. E incluso guardaron una concatenación lógico-temporal desde un hábil trabajo de edición, a través de los poco felices pero efectivos números musicales que se han visto a lo largo de diez años en el ya clásico Hola Susana. Aunque ahora se tenga que llamar, medidas judiciales mediante, Susana Giménez. Una marca registrada.
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