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El secretario de Seguridad, Miguel Angel Toma, confirmó que, a raíz del bombardeo norteamericano sobre Irak, el gobierno Nacional decidió establecer el estado de alerta máximo en todo el país, tal como anticipó en exclusiva ayer Página/12. El plan contempla extremar las medidas de seguridad en torno a sedes judías, norteamericanas e inglesas. Toma agregó que se reforzará el control sobre la triple frontera del norte argentino. Los temores tienen su fundamento. El presidente Carlos Menem fue uno de los primeros mandatarios del mundo que manifestó su apoyo a la ofensiva ordenada por Bill Clinton el martes pasado contra objetivos iraquíes. Un apoyo que ratificó el canciller Guido Di Tella al calificar ayer de maniático criminal a Saddam Hussein, y asegurar que él se la buscó, justificando la lluvia de misiles que iluminan las noches de Bagdad, un ataque que sigue sumando repudios como el que ayer hicieron las federaciones que representan a la comunidad árabe en la Argentina (ver aparte). Según el ministro de Relaciones Exteriores, el del Golfo es un tema desgraciado porque está provocando muertes y mutilaciones y porque hay un pueblo oprimido en un país conducido por un maniático criminal, que acumula armas de destrucción masiva terribles. Si bien el Gobierno argentino se pronunció a favor del ataque que los Estados Unidos y Gran Bretaña vienen efectuado desde hace tres jornadas sobre territorio iraquí, desestimó que nuestro país vaya a sumarse a la ofensiva aportando apoyo militar a la ofensiva aliada en el Golfo Pérsico, tal como lo hizo en 1991. El canciller también se internó en la crisis política norteamericana. No hay relación en cuanto a la importancia de ambos hechos, aclaró Di Tella desestimando las sospechas que pesan sobre la determinación de Clinton, quien inició una ofensiva contra Irak cuando el Congreso de los Estados Unidos está a punto de definir su juicio político. Y agregó a favor del mandatario oriundo de Arkansas: El juicio político (a Clinton) se está discutiendo en forma demasiado liviana. La vida personal del presidente norteamericano es personal y no debiera ser de discusión pública. Un día antes que Di Tella hiciera estas declaraciones, el secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel Toma, ponía en estado de alerta a la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, la Policía Federal, a los servicios de inteligencia y a las policías provinciales. Toma justificó la necesidad de desplegar un operativo de prevención ante posibles atentados porque, según el funcionario, la Argentina, con el rol y la presencia cada vez más importante que adquiere en el mundo, tiene que tomar estas precauciones. El gobierno elaboró un plan de refuerzo de la seguridad interna que consiste en intensificar la custodia sobre posibles blancos terroristas, entre ellos instituciones judías, norteamericanas y británicas. También se redoblará el control sobre vuelos aéreos, especialmente en el aeropuerto de Ezeiza, y en la zona de la triple frontera del norte argentino, concretamente sobre los pasos que comunican al territorio nacional con Foz de Iguaçú, en Brasil, y la paraguaya Ciudad del Este, donde está asentada una poderosa comunidad árabe entre la que se encontrarían libaneses vinculados a organizaciones fundamentalistas islámicas. Cuando se le preguntó a Toma si la Argentina era un país vulnerable, debido a que ya sufrió dos atentados terroristas presuntamente perpetrados por organizaciones fundamentalistas de medio Oriente, el funcionario respondió que no hay países ni más ni menos vulnerables, hoy todo el mundo está expuesto a este tipo de ataques.
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