Por Diego Schurman "Si
gana lo lanzamos." Hace exactamente una semana, en un almuerzo informal con
periodistas, uno de los funcionarios del Gobierno que comparte casi todo con Carlos Menem
no dejó lugar a segundas interpretaciones. José Manuel De la Sota finalmente ganó, y en
la reunión que el Presidente mantuvo ayer con sus ministros en Olivos comenzaron a
presentar al gobernador electo de Córdoba como flamante precandidato presidencial por el
justicialismo. La idea nació del menemismo más rancio con un doble objetivo:
obstaculizar la carrera de Eduardo Duhalde y reflotar así la posibilidad de una nueva
re-reelección.
De la Sota sería un nuevo dolor de cabeza para el gobernador
bonaerense.
Con la misma finalidad, en el despacho de Eduardo Bauzá se fogoneó
meses atrás el lanzamiento de las candidaturas de Eduardo Menem, Antonio Cafiero y Carlos
Reutemann. Sólo el ex gobernador de Santa Fe aparece hoy con alguna posibilidad cierta de
competir con chances.
En Olivos sumaron ahora a De la Sota con argumentos previsibles: ganó
en una provincia dominada desde hace quince años por el radicalismo y,
luego de meses de sostener la campaña del bonaerense, predica la fe menemista. A nadie le
sorprendió que eche a rodar a un "ganador" del PJ como contendiente interno de
Duhalde, el "padre de la derrota" de las elecciones del 26 de octubre del '97.
Ninguno de los ministros reunidos ayer con el Presidente presentó
alguna objeción. Es más, muchos de ellos se regodearon al mencionar al gobernador
bonaerense como "hombre muerto", en alusión a sus desgastadas chances
electorales. Ni siquiera se inmutó Alberto Pierri, a quien se lo vio conversando
animadamente con Menem poco antes de partir juntos hacia Córdoba.
Después del acto que ambos compartieron el sábado en La Matanza, se
vislumbra un futuro complicado para el precandidato a presidente del PJ. Las posibilidades
de que el diputado vuelva al redil duhaldista se hacen cada vez más difíciles. Menem lo
incorporó como un triunfo en su estrategia de desgaje de la naranja duhaldista.
El triunfo de De la Sota más que un punto de inflexión es
interpretado en la Casa Rosada como un empujón más para las pretensiones
re-reeleccionistas de Menem. El hiperoficialista Antonio Cassia lo blanqueó ayer el pedir
abiertamente por un tercer mandato presidencial.
Después de la feroz interna bonaerense, la victoria del PJ en la Pampa
(habilitando al gobernador Rubén Marín a una nueva reelección) y en Córdoba, Menem
ahora intentará redondear un mes de éxitos personales en lo que queda de diciembre.
Antes de las fiestas habrá una reunión para ultimar detalles del acto
donde el jefe de Estado asumirá un nuevo mandato como presidente del partido hasta el
2002. Prometen hacerlo a todo trapo y con la presencia de todos los gobernadores, con las
previsibles excepciones de Duhalde y el santacruceño Néstor Kirchner.
Pero para principios del '99 el ultramenemismo espera la cereza sobre
la crema: un fallo judicial de la Corte Suprema a favor de la re-reelección. Menem ya
consiguió un dictamen de la jueza federal María Romilda Servini de Cubría que considera
legal el controvertido Congreso de Parque Norte, donde una concurrencia adicta se
comprometió a buscar todas las alternativas para que sea habilitado a una nueva
reelección.
Alberto Kohan y Carlos Corach son la dupla que se está encargando de
la nueva avanzada. El secretario general de la Presidencia y el ministro del Interior no
dejan de pensar en elementos para pegarle en los talones a Duhalde. Ellos fueron los que,
en plena elección interna de la Alianza, sugirieron una nueva reforma de la
Constitución, con la excusa inverosímil de debatir la eliminación el voto obligatorio.
Se trata, ni más ni menos, que de los dos ministros a los que Duhalde
responsabilizó de pretender su derrota.
Una elección que dejó ganadores y perdedores
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Carlos Saúl Menem
El Presidente fue el gran ganador. No sólo por apostar todas sus
fichas en José Manuel de la Sota --lo acompañó en su giras por el interior de la
provincia, aún cuando los números lo ubicaban debajo de Mestre-- sino porque fue la
Alianza la que evaluó que un triunfo del candidato justicialista daría luz verde a
nuevas intentonas re-reeleccionistas.
Menem capitalizó el resultado y se presentó en Córdoba con un
mensaje explícito de "unidad" y otro tácito que sus voceros le dieron una
interpretación previsible, aunque contradictoria con lo que su jefe dijo en público: el
menemismo --y no el PJ-- es la única fuerza capaz de derrotar a la oposición, se llame
UCR, Frepaso o Alianza.
Para ello, en la Casa Rosada harán que De la Sota suene hoy como un
nuevo precandidato a presidente de la Nación por el PJ (ver nota central) y convocarán
para los próximos días al acto de asunción de Menem a un nuevo mandato como jefe del
PJ, dos obstáculos más para las aspiraciones de Duhalde.
Eduardo Duhalde
Como Menem, Duhalde apareció por Córdoba en un intento de llevar
agua para su molino. Pero al gobernador le quedó un extraño sabor a derrota: insultó en
todos los idiomas a De la Sota cuando el senador blanqueó este año su desembarco en el
menemismo. Y se quedó así sin la posibilidad de ser el beneficiario del primer triunfo
del PJ en Córdoba en los últimos 25 años. Como no cree en los mensajes de
"unidad" del Presidente, y mucho menos en la renuncia de Menem a un nuevo
mandato, se reunirá esta semana con su equipo de campaña para ver la manera de salir del
"pozo anímico" al que cayó luego de empiojarse la interna del PJ bonaerense,
donde Alberto Pierri, un ex ladero, inició un acercamiento con su archienemigo Menem.
Fernando de la Rúa
Ni la visita de último momento a Córdoba, su provincia de origen,
logró modificar la tendencia de los últimos días. Tendrá la posibilidad de esgrimir
como atenuante que no se trató de la Alianza, la sigla que lo entronó a la candidatura
presidencial, sino de un radicalismo que se negó a formar la coalición. Pero Mestre es
radical, la UCR es el partido que hace 15 años gobierna la provincia, y él mismo ganó
la interna de la coalición opositora como candidato del radicalismo. Reverdecerán
entonces los argumentos oficiales contra la invencibilidad de la Alianza y volverán a
contarse las costillas de cuántos mandatarios del PJ y cuántos de la oposición
gobiernan las provincias.
Carlos Alvarez
Estuvo ayer en Córdoba, pero no para llorar una derrota sino
--así lo aseguró-- en planes de vacaciones junto a su familia. Fue quien nacionalizó la
elección y, justamente por eso, quien dio mayores argumentos al ultramenemismo para
ilusionarse con otra reelección. Su intento para que el candidato del Frepaso, Humberto
Volando, se abstuviera de participar para arrimar mayores votos a Mestre fracasó. A la
larga, quizá logre transformar la derrota en triunfo. En el Frepaso siempre consideraron
a Mestre como la "pata radical" en el menemismo. Y la derrota le dará mayores
argumentos para insistir en que la única forma de vencer al justicialismo es a través de
una alianza a lo largo y ancho del país.
Domingo Cavallo
A juzgar por los votos de su candidato, Guillermo Johnson, también fue
uno de los grandes derrotados de ayer. Calculaba, en base a sondeos públicos, reunir el
10 por ciento de las adhesiones. Pero no llegaron a ese número. La polarización terminó
fagocitándolo, pero sigue esperanzado en ser la tercera fuerza y convertirse en fiel de
la balanza en 1999, lo que lo convertiría en una figura cotizada tanto por peronistas y
de la Alianza. En la proyección, el mejor escenario para Cavallo sería que el peronismo
y la oposición lleguen parejos a los comicios y así Acción por La Repúbica pasaría a
ser una suerte de árbitro ante un eventual ballotage.
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