El 8 de diciembre nació una beba por parto normal. El domingo nacieron los siete restantes por cesárea. Se trata de un caso de estimulación ovárica. El estado de los bebés es crítico. |
En Estados Unidos, la producción en serie y el libro Guinness ocupan el panteón que los antiguos reservaban al politeísmo. Haciendo honor a ellos, el domingo pasado en un hospital de Houston una mujer nigeriana dio a luz a octillizos, seis niñas y dos varones. Es el primer caso en la historia, al menos desde que se tiene registro de hechos semejantes, en que los ocho sobrevivieron. Pero más sorprendente es que la primera niña nació por parto común el 8 de diciembre y los siete restantes por cesárea el domingo pasado. Los octillizos permanecen en incubadora en estado crítico. El caso reaviva la polémica sobre la fertilidad asistida. Si no hay controles ocurren estas cosas, advirtió la especialista Ester Polak, del CER. En Houston, entretanto, se inició una colecta urbana espontánea de pañales y dinero para pagar los dos millones de dólares de la atención médica. En 1997 Nkem Chukw inició un tratamiento contra la esterilidad. Tenía entonces 26 años y ningún hijo. Al poco tiempo quedó embarazada. Eran trillizos, le dijeron los médicos, pero a principios de año Chukw perdió el embarazo. Nkem y su marido Ike no se dieron por vencidos y continuaron con el tratamiento. En junio volvió a tener un embarazo múltiple. Eran ocho nigerianitos pero, por motivos que aún se desconocen, Chukw no estaba enterada de la cantidad exacta. Tampoco los médicos. Sólo sabían que eran unos cuantos. Incluso le habrían propuesto realizar un aborto selectivo que redujera el riesgo para la madre y las restantes criaturas, pero se negó, aparentemente por cuestiones religiosas, informó Laura Garrett, portavoz del hospital Saint Luke Episcopal Hospital de Houston, Texas. Allí fue internada Nkem Chukw, a principios de octubre, para seguir un tratamiento especial que mejorara las chances del parto: no le permitían moverse, estuvo recostada con la cabeza inclinada hacia abajo para no cargar el peso de su cuerpo sobre los bebés, y durante dos meses fue alimentada con suero por vía intravenosa en lugar de sólidos para dejar más espacio al crecimiento del útero y los fetos se pudieran desarrollar. El 8 de diciembre pasado, tres meses antes de fecha, Nkem dio a luz en un parto natural a la primera niña. Recién entonces supo que todavía le quedaban siete por nacer. El último domingo, nacieron por cesárea dos varones y cinco mujeres, hasta completar los octillizos. Están todos en situación crítica, pero varios han dado muestras de mejoría, comentó Patti Savrick, responsable del equipo de pediatras que controla la evolución de los niños. Apenas nacieron, los ocho fueron enviados al Hospital Infantil de Texas, donde permanecen en incubadoras, alimentados por sonda y con respiración asistida. Aún ninguno recibió nombre, por eso se los bautizó como A, B, C, hasta la H. A fue la primera en nacer y pesa 690 gramos. Los restantes pesan entre 320 y 810 gramos y la más pequeña tiene el tamaño de una lata de gaseosa. Durante la primera semana pueden sufrir complicaciones cardíacas o pulmonares, confesó Savrick. La mujer debe haber sido sometida a una inducción de la ovulación. Me llama la atención que a los médicos les llamara la atención que eran ocho dijo a este diario Ester Polak, directora del centro médico de fertilidad asistida CER. Esto indica que el caso fue poco controlado. En una mujer tan joven, cuando se inicia un tratamiento de inducción se puede producir un crecimiento exagerado de la producción de óvulos. Si los pacientes siguen el tratamiento en manos de profesionales este tipo de riesgos sería nulo, porque mediante ecografías seriadas, dosajes hormonales, y la determinación de la concentración de estrógenos se puede saber anticipadamente cuántos óvulos están preparados. En caso de que sean muchos se suspende el tratamiento. En este caso no parece haber ocurrido eso. Lo novedoso es que hayan nacido vivos y que los nacimientos hayan ocurrido en dos etapas separadas por tantos días. Entretanto, la comunidad de Houston tomó el caso como propio y comenzó espontáneamente a hacer donaciones: la cadena de supermercados Randalls Food Markets ofreció un año de pañales descartables gratis; el servicio social del hospital Saint Luke creó un fondo monetario, y se recibieron infinidad de llamadas preguntando por las necesidades del matrimonio: eltratamiento de control sobre los octillizos tiene un costo de unos dos millones de dólares.
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