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EE. UU. Y GRAN BRETAÑA SIGUEN CON IRAK EN LA MIRA
No se vayan, todavía falta lo mejor

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Por Paul Rogers *

The Guardian

de Gran Bretaña

t.gif (67 bytes)  El bombardeo aéreo a Irak fue la primera etapa de la política americana de contención ofensiva del régimen de Saddam Hussein y de su programa para fabricar armas de destrucción masiva. Todos los signos apuntan a que el bombardeo se repetirá en las semanas próximas y que se extenderá en una campaña prolongada –aunque discontinua– que perdurará por muchos meses.
Hasta septiembre, la intención de Washington era de mantener las inspecciones de la ONU junto con las sanciones económicas a Irak. Ya para finales de octubre, esta política había sido abandonada. La operación “Zorro del Desierto” tuvo el propósito de provocar serios daños a la estructura de seguridad iraquí –apuntando particularmente a la Guardia Especial Republicana y los sistemas gubernamentales de mando y control– pero también se extendió para abarcar gran parte de la infraestructura militar convencional, incluyendo fábricas de municiones, barracas y bases aéreas. Pero por sobre todo, el bombardeo intentó destruir las instalaciones involucradas en el programa de armas químicas y biológicas iraquí.
La contención ofensiva no le ofrece nada a la gran mayoría de la población iraquí, que sufre los efectos de las sanciones. La rapidez con la que se produjo la acción no dejó de sorprender. La mayoría entendió que el motivo principal radicaba en las dificultades domésticas del presidente Bill Clinton. Pero básicamente, en Estados Unidos existe el temor, compartido por algunos círculos militares en Gran Bretaña, de que la proliferación a gran escala de armas de destrucción masiva, especialmente de armas biológicas, ya esté alterando el balance internacional de poderes. La respuesta fue el desarrollo de una política agresiva para impedir la proliferación, que implica la voluntad de usar la fuerza armada en cualquier situación que la amerite. Ahora que Irak es el peligro inmediato, llegó el tiempo para emplear la alternativa militar, sin importar los riesgos que conlleva. Y la crisis podría llegar a ser la primera señal de la manera en la cual Estados Unidos operará para mantener la seguridad internacional en las próximas décadas.
* Profesor de Estudios de la Paz en Bradford University, Gran Bretaña.

 

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