Por Ferrán Sales
Desde Bagdad La
industria petrolífera de Irak ha quedado gravemente herida después de los continuados
ataques en el sur del país. Y ayer recibió otro golpe con la caída del petróleo en los
mercados, que volvió a franquear la barrera simbólica de los 10 dólares por barril. El
epicentro de los bombardeos se situó en la refinería de Basora y el puerto cercano, que
constituye su única salida por mar. Así se estranguló la economía del régimen y se
bloqueó todo el programa de Petróleo por Alimentos que diseñó Naciones Unidas en 1996
para paliar el sufrimiento de la población civil. Los principales compradores afectados
son Francia y Rusia.
El bloqueo de la exportación del petróleo iraquí hacia la comunidad internacional es un
hecho consumado que favorece a las naciones productoras, pero que afectará gravemente a
los países que habían pactado la compra de crudo a Irak la pasada semana. Los más
perjudicados serán Francia, con 18 millones de barriles, y Rusia con 15. En números
redondos, la operación militar ha echado a pique una gran maniobra comercial con la que
Irak pensaba poner en el mercado más de 84 millones de barriles de petróleo, obteniendo
unas ganancias de 11.800 millones de dólares, destinados a la compra de productos de
primera necesidad.
Los militares norteamericanos y británicos lanzaron gran cantidad de misiles en el sur,
pero también toneladas de propaganda en forma de panfletos escritos en árabe, en los que
se animaba a la población a dar la espalda a Saddam Hussein y a rebelarse contra el
régimen de Bagdad, creando así un nuevo conflicto al presidente. La maniobra trata de
utilizar el descontento de la población chiita, mayoritaria en el sur, que se encuentra
tradicionalmente enfrentada con los ciudadanos sunnitas, entre los que se encuentra la
familia de Saddam Hussein. Estados Unidos trata de crear así una zona de conflicto
similar al Kurdistán, ensayando el desmembramiento del Estado y provocando la caída del
régimen.
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