El gobierno de
Saddam Hussein prohibió ayer oficialmente los vuelos comerciales utilizados habitualmente
por el personal de Naciones Unidas para entrar y salir de Irak. Los vuelos fueron
cancelados inesperadamente después de que las autoridades no permitieran al representante
personal del secretario general de la ONU utilizar el avión que debía trasladarlo desde
Bagdad hasta Bahrein, en el golfo Pérsico. La sorpresiva medida iraquí se produjo
mientras Estados Unidos empezaba a desconcentrar parte del personal y de las armas
desplegados en la zona para la operación "Zorro del Desierto" de la semana
pasada: el portaaviones "USS Enterprise", por ejemplo, partirá del golfo en
breve, aunque el secretario de Defensa William Cohen advirtió que Washington podría
volver a atacar si Irak reconstruye su arsenal químico y bacteriológico. Prakasha Shah, representante personal del secretario de las Naciones
Unidas para el conflicto de Irak, se encontró el pasado martes 22 con una desagradable
sorpresa cuando intentó salir en avión del país para regresar a su casa, donde pensaba
pasar unas cortas vacaciones después de haber vivido los cuatro días de bombardeo en
Bagdad. Prakasha, que tenía proyectado viajar con otros altos funcionarios de la ONU, se
vio obligado a desistir de su propósito y abandonar el país por carretera, efectuando un
largo viaje hasta Ammán, que dura aproximadamente 10 horas. Las autoridades iraquíes
habían prohibido horas antes que aterrizara en el aeropuerto de Bagdad el avión de
Naciones Unidas que venía desde Bahrein a recogerlo. Irak justificó ayer la decisión en
una nota oficial que aseguraba que la medida había sido adoptada como precaución para
evitar desagradables incidentes con las baterías antiaéreas, que permanecen desde la
semana pasada en constante situación de alerta, aun después de finalizados oficialmente
los ataques.
La decisión, que podría pasar como una aceptación del embargo aéreo
impuesto por la ONU contra Irak en 1991, en realidad podría señalar el inicio de un
refuerzo de las disposiciones antiaéreas iraquíes después de los ataques de la semana
pasada, y en previsión de otros nuevos. La prohibición de volar viene siendo cumplida
estrictamente por toda la población, incluido personal diplomático extranjero, así como
por los más altos dirigentes del gobierno, quienes se vieron obligados a entrar y salir
de Irak por la carretera que les conduce hasta Ammán.
Los únicos que habían logrado eludir hasta ahora esta orden de
embargo eran los inspectores de desarme de las Naciones Unidas (Unscom), así como alguno
que otro importante responsable de esta organización, entre los que se encontraba el
representante del secretario general. El uso abusivo de estos vuelos venía siendo
criticado por las embajadas occidentales en Bagdad, que en el fondo lo que deseaban era
estar incluidos en esta cuota de privilegiados.
El desplante del régimen de Irak con respecto al diplomático
paquistaní Prakasha Shah ha sorprendido en medios políticos, ya que este funcionario es
uno de los mejores aliados que tiene Saddam Hussein en Naciones Unidas, a través del cual
Saddam Hussein mantiene una línea directa y permanente con el secretario general de la
ONU, Kofi Anan. La labor de Prakasha le ha llevado a adoptar posiciones casi heroicas,
negándose en reiteradas ocasiones a abandonar el país durante la crisis del pasado
noviembre y la actual, despreciando el peligro de las bombas.
OPINIÓN
El imperialismo, esa vieja
palabra que nadie usa
Por Enrique Carlos Vázquez (*) |
Cuando
Bill Clinton descargó los Tomahawk sobre Irak recordé una nota publicada por José Pablo
Feinmann el 2 de noviembre en Página/12. Invitaba a reflexionar sobre la vigencia
del viejo concepto de imperialismo. Allí argumentaba que la noción de imperialismo
acuñada por Lenin suponía la existencia de "naciones imperialistas" y que ello
implicaba la localización territorial de la dominación. Afirmaba además que "el
mundo post Muro de Berlín elimina el esquema Norte-Sur. Y elimina también el anclaje
territorial del imperialismo. Así, elimina por completo (cursivas mías) este concepto
(...)". Concluía en que la banca supranacional es la que expresa hoy los intereses
financieros que dominan el mundo globalizado.
Obviamente, no sostengo ni de lejos que
Feinmann aprueba los B-52 volando sobre Irak. Simplemente planteo una polémica con el
artículo de un autor que siempre estimula el debate.
No da el espacio como para someter a examen
la teoría leninista del imperialismo. Pero según su añeja perspectiva, ya se advertía
que la banca financiera constituía un poder en el que se sustentaba una fase del
desarrollo capitalista. Aunque entonces no hubiera Internet ni se usara la palabreja hoy
de moda, existían tendencias hacia la globalización. Redondeando la idea: ni la
globalización es tan nueva ni la noción del imperialismo debe ser archivada.
Sí, como dice Feinmann, el poder "no
está en ninguna nación (...) sino en los salones impenetrables, indescifrables,
globalizados de los banqueros del mundo", ¿para qué están los Estados? ¿Por qué
el Senado norteamericano no acepta el pedido de los países pobres de reducir el empleo de
gases que recalientan el planeta? ¿Es tan difícil averiguar en qué "salón (oval)
impenetrable" se tomó la decisión de atacar un territorio? ¿Qué empresas se
instalarán en Irak una vez que Saddam sea destruido? ¿En qué "indescifrable"
dirección están las oficinas de las compañías petroleras occidentales?
¿O será que algunos Estados continúan
cumpliendo con la función de reproducir y garantizar la continuidad de un sistema
capitalista en el que los sures son cada vez más sures y los nortes cada vez más nortes?
Es cierto que "el Banco Mundial gobierna
más en la Argentina que el peronismo o el radicalismo". Pero, ¿también gobierna en
los países más industrializados del mundo, los que formaron el club G 8? Una ingenuidad
total: ¿por qué será que en esos países el Banco Mundial no gobierna tanto?
Coincido con Feinmann en que "la
globalización es la extraterritorialidad de la banca". Pero no es sólo eso.
También es la extraterritorialidad de la ley Helms-Burton, que pretende, desde el Senado
de los Estados Unidos, reforzar el bloqueo al territorio (y a los habitantes) de la
solitaria Cuba y sancionar a terceros países que no cumplan con sus dictados.
Un detalle que reafirma las continuidades pre
y post Muro de Berlín: Helms también fue el presidente de la Subcomisión de Asuntos
Hemisféricos del Senado de los Estados Unidos que, durante la administración Reagan, le
dio sustento legal a la idea de invadir Panamá, capturar a su presidente, enjuiciarlo y
condenarlo a cuarenta años de prisión en el estado de Florida. A Helms no le avisaron
que el viejo imperialismo ha muerto y tampoco parece saberlo Clinton: la amenaza militar
permanente sobre Irak es pura violencia imperialista territorial.
La total desaparición del imperialismo sólo
puede pensarse cuando desaparezcan todas las variadas y multifacéticas formas de
resistencia y desobediencia: cuando no haya más Sin Tierra, ni "tiranos
árabes" como en Libia o Irak, ni Marcos con indios insurrectos, ni médicos cubanos
que prefieren ayudar a los guatemaltecos arrasados por el huracán "Mitch" antes
que subirse a una balsa para llegar al shopping. Tal vez entonces el imperialismo dejará
de ser necesario. Y también la vieja palabra que ya casi nadie usa.
Amantes de las viejas palabras, uníos.
* Historiador |
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