Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

 

Se divorció el matrimonio más exitoso del auto

Alberto Scarazzini, director deportivo
de Traverso, le dijo adiós tras 10 años
de carreras y se despide con emoción.

Retiro: “En un momento del año pensamos en retirarnos los dos, pero él decidió seguir porque acaso no tiene otra que hacer que no sea correr autos”.

Alberto Scarazzini y Juan María Traverso.
“Voy a hacer lo mejor que pueda para otro” dijo.

na24fo01.jpg (11899 bytes)

Por Pablo Vignone

t.gif (67 bytes) Después de 10 años, 159 fines de semana de carreras y ocho títulos, uno de los matrimonios más exitosos del automovilismo argentino se separó. Alberto Scarazzini, el director deportivo que guió, interpretó y muchas veces calmó a Juan María Traverso, ha puesto final a una relación que arrancó diez temporadas atrás, tras la última carrera de TC 2000 en Paraná, el domingo pasado, que Traverso ganó y le dedicó “porque por mucho tiempo no va a poder festejar nada”. Scarazzini fue contratado por la Chrysler para trabajar con Ernesto Bessone, uno de los rivales más cordialmente odiados por Traverso.
“Yo me iba a mi casa –explica Scarazzini–. Era mucho desgaste, tengo un campo y un hijo pequeño, y quería estar más tiempo con mi familia. Hasta que apareció este ofrecimiento, que es menos desgastante. No creo que Juan lo tome como una traición” se esperanza el entrerriano.
“Por favor, qué va a ser una traición –ataja Traverso–. Me alegro por Bessone, porque quiere decir que se va a equivocar menos” bromea. El piloto de Ramallo asegura que “con Cachi se cumplió una etapa y la terminamos como la comenzamos, ganando. Lo que no sé es con quién lo voy a reemplazar”.
Scarazzini comenzó a madurar su decisión cuando “en un momento del año pensamos en retirarnos los dos, pero él decidió seguir porque acaso no tiene otra que hacer que no sea correr autos o estar vinculado a esto. Yo tengo un proyecto agropecuario que funciona en mi provincia y no podía vivir tan alejado”. En el medio, Pablo Peón –el coequiper de Bessone, cuyo padre era ejecutivo de la Chrysler– lo recomendó a la empresa, que terminó contratándolo. “Necesitaba una nueva motivación para continuar en automovilismo” acepta por fin.
“No sé si Traverso necesita alguien para reemplazarme –asegura el ex piloto devenido en DD–; yo soy el intérprete técnico pero él sabe más de lo que admite o parece. Yo soy más reflexivo, pero él es diez veces más inteligente. Lo admiraba porque corríamos de la misma manera, aunque no compartimos una pista, pero él, sin duda, es mejor piloto de lo que yo fui” señala quien fuera campeón argentino de Fórmula 2 en 1981, y que se retirara en 1987 luego de un vuelco impresionante en Interlagos.
La historia del matrimonio se remonta a marzo de 1989 “cuando empezamos a trabajar juntos; yo estaba empleado por Oreste Berta para su equipo y Juan era el primer piloto. La primera carrera fue en Mar del Plata, y Juan la ganó, pero por un problema reglamentario, ¡desclasificaron a los 20 autos!”. El mejor recuerdo es “de cuando ganamos el título de TC 2000 con los Peugeot”.
Para Scarazzini, su ahora ex piloto “es el mejor, especialmente en la definición. Si está 20º, capaz que no llega a clasificarse 15º, pero si viene quinto, quedate tranquilo que se pone primero y gana. Traverso no tiene techo –opina con conocimiento y algo de admiración– especialmente porque ahora los coches exigen menos físicamente”.
A punto del retiro, el entrerriano cambió de rumbo. ¿Y cuándo cree que lo hará Traverso? “Puede correr varios años más –afirma–. Antes daba una vuelta rápida y después corría como podía; ahora es al revés, clasifica más lento pero aguanta toda la carrera. Eso es porque los autos son más fáciles de conducir.” Para cuando finalmente deje las carreras, algo que el ambiente supone que hará en el 2000, Scarazzini no lo ve “metido a director de equipo. El Flaco está para algo más grosso, él es un capo, está para manejar una empresa grande, no un equipo de carreras”.
El nuevo empleado de Chrysler tuvo que lidiar también con lo peor de Traverso, su malhumor cuando el auto no funciona o los resultados no se dan. “Yo lo entiendo cuando baja del coche y pega un portazo, porque se descarga. Es su manera de ser, la única que tiene para aliviar la presión. Es parte de su franqueza. Normalmente tiene razón, pero cuando se equivoca lo reconoce rápidamente”. El fin de semana en Paraná, cerca de su casa en Villa Elisa “fue bravo, estaba seguro de que me iba a sentir mal porque fueron diez años al máximo nivel. Pero estoy seguro de que él lo entendió, y de que el año que viene, en que yo voy a hacer lo mejor que pueda para otro, no voy a estar en la otra vereda que Juan”.

 

La crisis inevitable

Muchas son las instituciones que en la Argentina se vieron fuertemente afectadas por los cimbronazos de la época y sus nuevos paradigmas. Para bien o para mal de acuerdo con la óptica del observador: la Justicia, los militares, el trabajo, etc. ,sufrieron el impacto y entraron en crisis.
Y el fútbol, que por las connotaciones que tiene en la Argentina y por todo lo que simboliza como fenómeno cultural en el siglo, es una institución aunque no responda a las definiciones clásicas, no escapa a la ola de la historia. Y de las muchas organizaciones que concurren a la institución-fútbol, es la AFA, que representa a la dirigencia, la que más se encuentra en el centro de la tormenta.
Alvin Toffler en su libro La tercera ola hablaba de la convivencia en este siglo de tres formas de producción (la artesanal, la industrial y la nueva tecnología) como fuente inevitable de conflictos y como preludio de una nueva era. Y con los dirigentes del fútbol argentino pasa algo parecido, porque se mezclan algunos que arrastran los “vicios” de la época del desarrollo del profesionalismo con la nueva camada que rinde culto al marketing y al poder mediático, lo que en la realidad se trasunta en sumar poco en virtudes y mucho en defectos.
Mucho más cuando en esta ecuación se olvida a los principales protagonistas, los jugadores y los hinchas, muy a tono con la época de la optimización y la cosificación. En este proyecto es difícil encontrar vías de solución y mucho menos por el camino elegido por la AFA, que es pagar de la manera más simple para quien lo posee: con dinero. Así se auxilia a los clubes, se pagan operativos de seguridad, se solucionan huelgas.
Pocos, muy pocos, reniegan del bronce, hacen escuela o siembran para que otros recojan, lo que en escala es un reflejo de otra dirigencia: la que manejó la Argentina a lo largo del siglo. Una situación de crisis no es sólo un momento en el que se toca fondo. También es un momento ideal para un cambio positivo. Y parece poco probable que esta dirigencia lo produzca. Lo que no garantiza jugar mejor o peor, pero por lo menos ayuda.

 

PRINCIPAL