Casi todos reclaman un aumento a los docentes. Pero muchos creen que sólo deberían cobrarlo los que se capacitan. Un 40 por ciento ignora qué es la ley de educación. Reclamo de mejorar el nivel de alumnos y docentes.
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Por Nora Veiras A contramano de los diagnósticos oficiales, casi siete de cada diez padres con hijos en escuelas porteñas y del conurbano bonaerense consideran que la educación que reciben sus chicos es buena. El consenso social alcanzado por la Carpa Blanca de la Dignidad queda reflejado en las opiniones de las familias: más de nueve de cada diez acuerda con la necesidad de otorgar un aumento salarial a los docentes, aunque un 42 por ciento cree que se tendría que dar sólo a los que se capaciten. La mayoría reconoce la conveniencia de aplicar una reforma educativa, pero casi cuatro de cada diez ignora de qué se trata la Ley Federal de Educación, sancionada en abril de 1993. El Ministerio de Educación de la Nación aparece como el principal agente para mejorar la calidad de la escuela. Sin embargo, los padres ubican a los medios de comunicación por encima de los maestros y de ellos mismos como actores protagónicos para superar las carencias del sistema. A pedido del Ministerio de Educación, la consultora Hugo Haime y Asociados realizó un estudio en 500 hogares de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano que hasta ahora el gobierno prefería guardar bajo siete llaves. Los resultados no dejan lugar a dudas sobre la necesidad de aumentar los sueldos, el presupuesto educativo y elevar el nivel de los docentes como factores claves para mejorar la calidad. El ministro de Economía, Roque Fernández, parece manejar otras encuestas: hizo lo imposible para evitar la promulgación de la modesta Ley de Incentivo Salarial Docente y ahora pone sus esfuerzos en dificultar la recaudación del impuesto sobre autos, aeronaves y embarcaciones destinado a ese fin. La defensa de la recomposición salarial no se ve como la solución a los problemas de la escuela sino como una urgencia ligada a evitar la extinción de la especie docente, sostiene Daniel Filmus (ver aparte). Sólo para un 23 por ciento de los encuestados el aumento hará que los docentes se dediquen más a su trabajo, mientras para un 42 por ciento la dedicación aumentará algo y para un 32 por ciento no aumentará. En relación a la calidad educativa, sólo el 17 por ciento le atribuye incidencia al aumento en la posibilidad de una mejora significativa de la escuela, el 47 por ciento cree que mejorará algo y para un 34 por ciento no tendrá relevancia. La diferencia que establecen los padres entre recomposición salarial y su impacto en la calidad se corresponde con que para un 56 por ciento el aumento debe darse a todos, mientras para un 42 por ciento sólo se les debe otorgar a los docentes que se capaciten. La complacencia de los padres con la educación de sus hijos como contracara de la crítica a la situación educativa general es una constante que se viene repitiendo en los últimos años. Un estudio de Enrique Zuleta Puceiro puso en evidencia esa paradoja. El tema permite varias lecturas. Muestra la imposibilidad de responsabilizarse por los resultados de la educación que reciben los chicos. Siembra dudas sobre las evaluaciones oficiales que miden el rendimiento de los alumnos. Es un alerta para quienes desde una visión de mercado ponen el acento en los consumidores, es decir las familias, como los actores a los que se debe entregar la educación para mejorar la escuela: si están satisfechos, ¿por qué habrían de propiciar cambios? Es una señal de que el sistema educativo deja fuera a los padres. Al momento de determinar a los responsables de mejorar la calidad educativa, los encuestados priorizan con criterios particulares: el Ministerio de Educación (35 por ciento), los directores de escuela (18), los medios de comunicación (14), los docentes (13) y los padres (12 por ciento). Respecto al tiempo que dedican a ayudar a sus hijos con las tareas, el promedio de horas por semana es de 6. Las madres llevan la delantera dedicando 7 horas, mientras que los padres se sientan frente a los cuadernos escolares sólo 4 horas. Más de la mitad considera que ese tiempo es insuficiente. Los padres reconocen la necesidad de llevar adelante la Reforma Educativa pero, al mismo tiempo, muestran un desconocimiento casi absolutosobre la Ley Federal de Educación, sustento de ese proceso. Sólo un 18 por ciento dice conocer esa norma, un 37 por ciento confiesa conocerla poco y un 39 por ciento no la conoce en absoluto. A pesar de la ignorancia sobre la ley, los encuestados identifican, mediante preguntas guiadas, los principales efectos de la reforma: incorporación de nuevos contenidos (46 por ciento), el impulso a la capacitación docente (45) y en menor medida la vinculación de la educación con el trabajo (38). En cuanto a la incidencia de la reforma sobre la deserción escolar y la calidad, las opiniones se dividen en tres tercios, lo cual muestra más dudas que certezas. Más presupuesto, mejores salarios y más información sobre los cambios que se impulsan en la escuela se combinan en la fórmula de los padres. Educación pidió la encuesta y Economía sólo acusa recibo de las respuestas que bregan por mayor capacitación y, sobre todo, las que descreen de la relación entre sueldos y calidad.
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