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Por Mariana Carbajal En una experiencia inédita en el país, cerca de 300 ex combatientes de Malvinas participan en la provincia de Buenos Aires de grupos terapéuticos creados para tratar el estrés postraumático, que afecta a quienes padecieron el horror de los combates y en los cuadros más severos puede desembocar en el suicidio. Los grupos forman parte del primer programa de salud mental dirigido a ex combatientes, armado por el gobierno bonaerense con el asesoramiento de veteranos de guerra de Estados Unidos. Lo más importante en la terapia es que los ex soldados se junten y puedan expresar sus sentimientos, explicó a Página/12 Bruce Webster (68) veterano de la guerra de Corea, quien hace dos años está en la Argentina para capacitar a profesionales argentinos en el tratamiento de esta alteración. En el marco del mismo programa ya funciona en Berazategui el primer grupo terapéutico de esposas de ex combatientes. El programa fue creado por el ministro de Salud, Juan José Mussi, a partir de la inquietud de varios centros de ex combatientes de la provincia, preocupados por el alto índice de suicidios entre sus ex compañeros de trinchera y la falta de un plan concreto de atención sanitaria para los veteranos. Desde la rendición ante las tropas inglesas, alrededor de 200 de ellos se han suicidado en todo el país. Desde marzo del 97, cuando comenzó el programa, no se han registrado nuevos suicidios, destaca Marcelo Sánchez, presidente de la Federación de Centros de Ex Combatientes de Buenos Aires. El principal problema para tratar a los ex combatientes fue que en la Argentina se conocía poco y nada del estrés postraumático, tipificado en Estados Unidos a partir de la guerra de Vietnam. Se estima que el 25 por ciento de los ex soldados padece este trauma. En los últimos años fui a ver a dos psicólogas porque andaba mal pero no me pudieron ayudar. Cuando me integré al grupo terapéutico de Berazategui empecé a entender lo que me pasaba. Me di cuenta de que no soy el único, que todos sentimos lo mismo, y eso hace que te sientas mejor, dice a este diario Julio Daniel Papatocios, de 36 años. Vive en Burzaco, tiene dos hijos y peleó en Puerto Argentino con la Compañía de Ingenieros Combate 601. Para capacitar a psicólogos y psiquiatras de los hospitales bonaerenses, el Ministerio de Salud contrató a dos veteranos de guerra norteamericanos especializados en el tratamiento de esta patología. Muchos veteranos argentinos estaban siendo mal diagnosticados. La mayoría de los ex combatientes son hiperalertas: si el profesional no conoce el estrés postraumático puede calificarlo como un paranoide esquizofrénico y medicarlo. Pero la medicación no es la solución en estos casos. Lo importante es que el veterano sepa que tiene este estrés y puede hablar de lo que le pasa con sus pares, explica Webster, oriundo de Port Angeles, estado de Washington. Durante la guerra de EE.UU con Corea, Webster tenía 19 años y trabajó en un hospital ubicado en la frontera estadounidense con México, adonde llegaban los soldados mutilados para ser trasladados a otros centros de salud. Era sargento y aquel fue su primer contacto con heridos de guerra. Años después se especializó en trauma y, contratado por la Administración de Veteranos de EE.UU., asistió a sobrevivientes de ese país de diversas guerras. Webster asesoró a los profesionales bonaerenses junto con Garry Craig, un veterano de Vietnam, quien todavía sufre las secuelas del PTSD, como se conoce al estrés postraumático en EE.UU. El trauma nunca puede ser curado. Queda adentro de uno siempre dice Craig y se golpea el pecho con el puño derecho. Pero se puede aprender a convivir con él y evitar que se haga más severo. Para el tratamiento son fundamentales los grupos terapéuticos. Ya están funcionando alrededor de 30 grupos terapéuticos en hospitales y centros comunitarios en distintas localidades del conurbano . Nos dimos cuenta de que no habíamos hablado sobre la guerra desde que volvimos de Malvinas. En confianza, en el grupo, uno puede descargar sus angustias, agrega Diego Aguilera, de Ituzaingó, padre de una niña. Tenía20 años cuando lo convocaron al frente y su destino fue la base Mody Bruck, a 5 kilómetros de Puerto Argentino. Cumplió los 20 años a bordo del buque camberra. Es un desahogo que tenemos, describe Mario Iparraguirre, 36, soltero, de Florencio Varela, quien combatió en Monte Longdon. El suicidio puede acontecer en los casos severos. Pero el estrés postraumático se manifiesta en distintas graduaciones. Tendencia al aislamiento, insomnio, pesadillas, estado de alerta permanente, adormecimiento emocional, evocaciones de escenas vividas durante la guerra que les aceleran el ritmo cardíaco y les generan angustia y ansiedad, son algunos de sus síntomas, que terminan repercutiendo en la vida familiar del veterano. Hace seis meses, el programa formó el primer grupo terapéutico para esposas de ex combatientes. El primer efecto de la terapia de grupo de los ex combatientes es que se agudizan sus crisis al empezar a sacar afuera lo que han guardado durante tantos años. Y ellas no sabían cómo contenerlos, cuenta la psicóloga Marcela Jorge, coordinadora del único grupo de mujeres, que funciona en el Centro Asistencial Municipal Sabato, de Berazategui. Además de los grupos terapéuticos, el programa incluye asistencia psicológica y psiquiátrica individual. Y para detectar el PTSD en los 6000 veteranos de guerra que viven en el territorio bonaerense, desde la Dirección de Salud Mental se enviaron cartas a cada uno de ellos para citarlos a una revisación en el hospital de su área. Tuvimos que luchar contra el descreimiento de 16 años en los que ningún gobierno hizo nada por nosotros, aclara Miranda, presidente de la Comisión de Veteranos del Banco Provincia. Se refiere a la actitud reacia de la mayoría de los ex soldados de responder a un llamado oficial, después de tantos años de indiferencia. Para que la convocatoria fuera exitosa, los veteranos norteamericanos aconsejaron capacitar a otros veteranos para que actúen como captadores de otros compañeros, señala Miranda. Estos captadores o facilitadores los esperan en el hospital y los acompañan a realizarse los análisis que prevé el programa y que son exámenes clínicos, oftalmológicos y neurológicos, estudios radiológicos y de laboratorio, entre otros. Para realizarse el chequeo, los veteranos tienen prioridad en los servicios, precisa Rubén Vicente, 35 años, de Quilmes, cuyo destino en Malvinas fue Puerto Argentino. Hasta el momento pasaron por el programa unos 3000 veteranos bonaerenses: 2200 completaron el chequeo y 800 tienen algún estudio pendiente.
LOS VETERANOS ESTADOUNIDENSES EXPLICAN EL
PROGRAMA Por M.C. |