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EL MUNDO DEL CINE DE ANIMACION BULLE
Una batalla animadísima

El ingreso de Fox, Warner y Dreamworks al que era el feudo de Disney dio pie a una guerra en que bichos, hormigas, príncipes, princesas, muñecos y guerreros se empeñarán aún muchos años.

"Anastasia", estrenada a fines de 1997, fue el caballito de la Fox.Su publicidad escondía la procedencia del film, para favorecer confusiones.

"Antz", el desembarco de Dreamworks en la animación.Su principal atractivo estuvo en las voces célebres.

"Bichos", el excelente resultado de la asociación entre Pixar y Disney.La idea de una hormiga protagonista disparó una agria polémica con "Antz".

Por Martín Pérez

t.gif (67 bytes) En 1988, un director tuvo la buena idea de reunir en una película a todos los dibujos animados de la historia. Betty Boop junto al Pato Donald, Tweety al lado del Correcaminos, contando la historia secreta de cómo la animación estaba condenada a desaparecer. Para poder hacerlo debió enfrentar una tarea que por entonces resultó fácil: conseguir los permisos por los derechos de cada personaje. Un trabajo --poner a Disney al lado de Warner Bros.-- que hoy sería imposible, dado el nivel de competitividad que alcanzó el mercado de los dibujos animados. Sin embargo, la actual lucha por sacarle un pedazo de la torta de Disney no sería posible sin el renacimiento de los dibujos animados que generó ese film, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, dirigido por Robert Zemeckis. Una década atrás, los dibujos animados eran un departamento menor en los grandes estudios (el último largometraje de Disney, por ejemplo, databa de 1966). Diez años y un Rey León más tarde, no hay gran estudio sin ambición dibujada. Y todos tuvieron un estreno durante 1998.

Un año que comenzó con una princesa y terminó con un príncipe. Que tuvo sus mujeres guerreras. Y sus insectos, claro. Esta última temporada animada --y agitada-- comenzó en realidad en diciembre de 1997, con el estreno de Anastasia. El dibujo de la Fox --que contrató al exiliado de Disney Don Bluth-- se estrenó en todo el mundo con la estrategia de no poner el logo de la empresa en los anuncios, y logró que el público la tomase como un estreno de Disney. Y comenzó la guerra de los dibujos. El lanzamiento de Anastasia también puso énfasis en las voces de los famosos, cuya interpretación es fundamental para cada personaje. Fox llevó mucho más lejos el concepto, logrando por momentos que la Anastasia dibujada parezca ni más ni menos que Meg Ryan, la actriz encargada de ponerle su voz. La idea de darle entidad de estrella a los dibujitos se continuó durante este peleado año, con el consiguiente problema para la explotación mundial de cada film. Los films de animación suelen ser para los chicos, y para que éstos entiendan deben doblarse en cada país. Sin embargo, esto no detuvo semejante arma de marketing, al punto de que Antz se estrenó en Buenos Aires sólo en versión subtitulada, ya que su gran atractivo eran las voces de Woody Allen, Arnold Schwarzenegger y Sharon Stone (todo lo contrario sucedió con el pobre estreno animado del año de Warner, La Espada Mágica, que tenía voces a cargo de Pierce Brosnan y Gary Oldman, pero fue estrenado sólo en versión doblada).

Dreamworks, el estudio responsable de Antz, apareció como el gran contendiente de Disney. Un detalle que permite conocer la magnitud del mercado de la animación, es que el estudio creado por Spielberg, Geffen y el ex Disney Jeffrey Katzenberg --el primero nuevo en Hollywood en 59 años-- confía en el género para que sea uno de los sostenes de su éxito. Algo que no lograrán sin polémica: la disputa por la propiedad intelectual entre Antz y Bichos aún está en tribunales. Y El Príncipe de Egipto, la pretenciosa versión animada del Libro del Exodo del Antiguo Testamento, no se diferencia demasiado de las ampulosidades bíblicas de Hollywood. Por lo menos Moisés no tuvo su Cajita Feliz en McDonald's.

Desde la ventajosa posición de líder, Disney estrenó dos films: Mulan y Bichos. El debut del estudio en la imaginería oriental demostró su aggiornamiento ideológico: una chica triunfa en un regimiento, e incluso los soldados terminan travistiéndose para salvar a su emperador. Pero el gran triunfo de Disney fue el triunfo del más joven de los estudios enfrascados en esta competición animada: el éxito de Bichos, crédito de Pixar, el estudio responsable de Toy Story. Con lo que se demuestra que el atrevimiento y el desafío en materia de animación no vienen de la mano de outsiders como Katzenberg o Bluth, neoconservadores en sus propuestas independientes. El trabajo de Pixar es el mejor ejemplo que los vientos de cambio (como se demostró anteriormente con El extraño mundo de Jack) soplan mejor desde el mundo de los integrados.

 

Un ratón difícil de olvidar

El cine infantil del año también metió su nariz en la animación. Por un lado, entregó versiones con actores de oscuros clásicos de animación, con logros más que dispares. Disney la emprendió sin piedad contra el pobre Mr. Magoo (con Leslie Nielsen), mientras que la versión del clásico cult George de la Selva (protagonizado por Brendan Fraser) también dejó bastante que desear. La animación local, por su parte, logró un éxito de taquilla con el muy poco creativo Dibu 2, un producto que explota la exhibición televisiva del personaje principal. Las sorpresas del cine infantil vinieron desde los ámbitos más dispares: por un lado el estreno de Mr. Bean, basada más en los logros del personaje que en los aciertos cinematográficos. Y la maravilla de Microcosmos, un lujo documental. Dos animalitos atrevidos (con ayuda de los efectos especiales), sin embargo, fueron los que se robaron el año. Por un lado Mi amigo Paulie, un loro que atraviesa Estados Unidos buscando a su dueña. Y, principalmente, el ratón de Dreamworks, el gran acierto infantil del año: con una estética lindera a Delicatessen y mucho humor negro, el director Gore Verbinski y el guionista Adam Rinkin crearon el mundo de Un ratoncito difícil de cazar.

 

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