El Buen Inversor
El miedo no es zonzo
Los financistas tienen todo para estar contentos. Las acciones suben, Brasil recibe el paquete de rescate y baja la tasa internacional.
Pero el temor a una renovada ola de la crisis es más fuerte.
Por Alfredo Zaiat
Brasil recibe el paquete de rescate que tanto esperaba; la Reserva Federal (banca central estadounidense) vuelve a ajustar para abajo la tasa de interés de corto plazo; el Dow Jones supera el record de 9000 puntos y las Bolsas europeas están lanzadas en una intensa carrera alcista. Pese a todas esas buenas noticias la Bolsa de Buenos Aires no reaccionó como esperaban los financistas. Si bien los papeles están recuperando un poco del terreno perdido durante la crisis, ni por asomo hay un clima festivo en el recinto.
Esa cautela que reina en la rueda se debe a que, para los analistas de los principales bancos de inversión, las acciones argentinas están caras en relación con otras de la región. Con un horizonte de menor crecimiento económico y, por lo tanto, de ganancias decrecientes de las compañías, la compra de papeles empresarios pierde atractivo. El ejemplo más claro de esa situación lo dan las telefónicas.
A esas empresas les da lo mismo que llueva, truene o salga el sol: siguen aumentando sus utilidades de un ejercicio a otro. Para los brokers, esos papeles son más caros que otras telefónicas que cotizan en otros mercados. Qué se puede esperar entonces de compañías que no tienen ese dinamismo en su rentabilidad e igual acompañaron el reciente rally alcista.
El contexto internacional impulsó esa mejora de las cotizaciones, y lo seguirá haciendo hasta que los inversores empiecen a analizar con detenimiento los balances de las compañías y sus perspectivas de ganancias -que serán decrecientes- para el año próximo.
Si bien nadie se atreve a decretar el final de la crisis, las políticas de los bancos centrales de los países desarrollados de reducir las tasas de interés aliviaron las necesidades de fondos de los mercados. Además, buscaron así alejar el fantasma de un credit crunch (violenta restricción crediticia a las empresas). La estrategia más agresiva la asumió la Reserva Federal, con tres ajustes para abajo de la tasa de corto en apenas siete semanas.
Esa medida alentada por Alan Greenspan, titular de la Fed, revela que todavía persiste el temor a una nueva ola de la crisis. Y ese miedo no es trivial teniendo en cuenta que Greenspan, quien se ganó fama de conservador, bajó la tasa cuando la economía estadounidense sigue subida a un tren a toda marcha y el Dow Jones ha ingresado en otra etapa de exuberancia irracional que él ha criticado en su momento.
Pero el objetivo inmediato de la Fed para evitar una parálisis en el crédito fue la de inundar con dólares los mercados para que esos fondos comiencen a aceitar los canales de financiamiento. Ahora los banqueros esperan con ansiedad la próxima reunión del Comité de Mercado Abierto de la Fed, que será el 22 de diciembre, para ver si aplica otro recorte a la tasa. Esto se produciría si Greenspan verifica un deterioro de los mercados, perspectiva que no se visualiza de aquí hasta fin de año.
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