Grete Stern, Sueño n-o 6 (1948) |
El acto de escribir -el proceso de traer algo desde allí hasta aquí, en un instante de máxima conciencia o colosal intui-ción- es tan parecido al que rige las mareas de los sueños que, por momentos, vira a pesadilla. Los escritores escriben como felices sonámbulos o tristes zombies, sometidos a las artes de un Maestro Hipnotizador que hace ademanes desde alguna parte. Y, a veces, escriben con los ojos cerrados: sueñan lo que van a escribir. Si, como dijo Scott Fitzgerald, los escritores no son personas exactamente, entonces los sueños de los escritores tampoco son, exactamente, sueños.
por Rodrigo Fresán
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