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Textos: Martin Perez
Fotos: Paula Abad |
Al cierre de esta edición, la cantidad de personas que presenciaron el show de Mano Negra en Obras (1992) sumaba un millón y medio. Bromas aparte, la leyenda de aquel show superó incluso a sus protagonistas y fue algo así como el disparador de toda una tendencia dentro del rock latino. El hombre aquel, errante por naturaleza, habla aquí de sus canciones, de Mano Negra (que ya fue) y del Mundial por venir.
Así son los mitos. La primera y única vez que Mano Negra tocó en Buenos Aires, lo hizo ante un estadio de Obras semivacío. Por entonces el público porteño aún despreciaba desde el vamos todo el rock que no fuese anglosajón, al tiempo que el incidente te-rompo-el-televisor-en-cámara en el programa de Pergolini --ergo Rock & Pop-- había hecho casi inexistente la promoción del show. Fue una noche fría de julio de 1992, noche de viernes que el rock de Mano Negra hizo arder, ante la incrédula mirada de apenas unas mil quinientas personas que estuvieron ahí para contarlo. Claro que, seis años más tarde, y con el nombre Mano Negra inscripto para siempre en el panteón del rock latino de fin de siglo (e ilustrando las remeras de la juventud rocker argentina), todos dicen haber estado ahí. Así pasó en todos lados, le explica Manu Chao al No por teléfono desde España. De Buenos Aires tengo el recuerdo de un concierto que estuvo bueno y se hizo a último momento, bastante movido con toda esa historia de cuando se rompió el televisor. Una anécdota que fue un accidente, algo espontáneo, que no fue planeado. Pero ahora parece estar en la memoria de todos. Se sabe: la gente mira la tele más que compra discos, dice Manu, que en la catarata de reportajes que viene concediendo a los medios españoles luce con orgullo la camiseta de... ¡Nueva Chicago!. Es mi club preferido de Argentina, le explicó, por ejemplo, a la revista española Rock de Lux.
Semejante locuacidad tiene su explicación en el lanzamiento de su primer álbum como solista, Clandestino (que se editará en Argentina a principios de julio), disco que con su sola existencia termina de confirmar lo que ya todos sabían pero nadie quería decir: que Mano Negra ya fue. En realidad, la banda no funciona desde fines de 1993, confirma Chao con la fría precisión de quien supo negarse a la contundencia de los hechos. Pero Mano Negra no se deshizo en un día, ni en un año. A todos nos costó entender que la banda había capturado la energía de todos durante varios años, pero que cada uno tenía entonces inquietudes diferentes. Al momento de parar la banda se discutieron muchas cosas internas, queriendo parar un rato hasta dejar la casa limpia. Pero nada. Es una decisión que no comparto pero acepto, ya que se llegó a ella democráticamente. Igualmente es algo que siento en el alma, y en el corazón de mucha gente. Especialmente del público. Porque para mí la gente era parte de la banda.
Emergida de los subterráneos parisinos para tomar por asalto primero el rock francés, luego el europeo y finalmente toda América, la historia de Mano Negra es la de una banda que apuntó primero al norte para terminar quedándose con el sur. La primera gira que hicimos por América fue al norte, junto a Iggy Pop. Y nos gustó tan poco el lugar, nos decepcionó tanto nuestro ídolo, que terminamos apuntando al sur, rememora Manu, que cuando se pone a repasar sus últimos cuatro años de silencio discográfico recuerda una larga serie de proyectos fallidos: el grupo Radio Bemba, un proyecto de remixes de Casa Babylon, con el genio del dub Adrian Sherwood, y hasta una reunión con The Prodigy que cayó en la nada. Los anglosajones lo ven todo como un trabajo. Y es por eso que cuando vienen a producir bandas francesas, latinoamericanas o españolas no se toman nada en serio, opina alguien a quien le ha ido mejor con sus colaboraciones latinas. En este tiempo de silencio discográfico se lo ha podido escuchar junto a grupos como Tijuana No, Todos Tus Muertos, Skank y siguen las firmas. Me gusta viajar, y me gusta grabar. Mi droga es viajar, soy adicto a eso. Así es como salen las cosas, dice.
Y así es como salió Clandestino. No hubo plan ni idea. El disco es el resultado de cuatro años de trabajar en mil proyectos, de soñar locuras imposibles de realizar. Y de grabar canciones en cualquier lugar. Es un disco de viaje, polaroids que extraen las cosas básicas que se pueden encontrar en sitios diferentes del planeta, cuenta. Es un disco que no sonará en las discotecas. Pero que sueño con que se pueda escuchar en el silencio de la madrugada. Porque cada vez escribo canciones más populares, y como tengo poca memoria siempre las mezclo. Y eso es Clandestino: unviaje terrestre luego del sobrevuelo latino que es Casa Babylon. El capítulo siguiente, un corte aún más profundo. Una radio que no deja de transmitir canciones y noticias, esperando -como dice el subtítulo del álbum- la última ola bien al sur. El fin de siglo se está poniendo complicado, explica. Dos cosas van a valer oro en el próximo siglo: el agua y un pasaporte. La frontera norte-sur está cada día más dura, y va a seguir así. Y lo único que se puede hacer es seguir cruzándola cuantas veces se pueda.
Una de las cosas que le gusta dejar claro a Manu Chao es que, después de haber realizado giras como la del Cargo 92 o la del Tren de Hielo y Fuego por Colombia, le es imposible volver a ingresar en el esquema clásico del negocio del rock. Ya no puedo pensar en giras, ni en nada parecido. Si voy a un sitio me gusta instalarme allí, no quiero tocar una noche y salir al día siguiente. Por eso la idea de La Feria de las Mentiras, que es como voy a presentar el disco: con un circo del 2000 cuyo tema es la mentira. Todo va a comenzar en Galicia, del 7 al 12 de julio, después vemos, adelanta. Por lo pronto, también en Galicia es que Manu Chao verá el primer Mundial sin Maradona. Me gustaría que gane Marruecos, que tienen la mejor hinchada en Francia. O Nigeria, pero me da rabia que el premio se lo lleve su dictador, dice en su variante de opinator futbolero. La final igual ya la conocemos, será Adidas contra Nike, Sony contra Panasonic. Pero la verdad que no me importa quien gane, sólo me gustaría que sea africano. Aunque habrá que tener cuidado, porque si sucede para el próximo Mundial les van a pedir a todos el pasaporte a la entrada.
De entre la avalancha de declaraciones de Manu Chao en los medios españoles, no se puede pasar por alto una dedicada especialmente a la explosión del rock latino. Publicado en las páginas de Tentaciones, el suplemento semanal del diario El País, Chao dice: Que nos mencionen como influencia capital para el rock latino es un orgullo, pero eso algún día tenía que llegar. Nosotros sólo fuimos un detonador más. No es ahí donde me siento más reflejado. El rock latino es un fenómeno muy de clase mediaalta, exceptuando las bandas de heavy, trash y hardcore. Y lo digo con mucho respeto porque yo también pertenezco a esa clase. Pero a veces te encuentras con gente de los barrios altos que te quiere dar lecciones de su país cuando tú llevas meses recorriéndolo y ya casi lo conoces mejor que ellos. Me cuesta mucho adaptarme a todo ese rollo Chilli Pepper: todos hablando de la revolución pero escuchando música gringa. Todo un mundo falso. Por eso digo que los mejores músicos me los he encontrado en los bares. Por eso dice, también, que de venir a tocar a la Argentina quiere hacer una gira... en las bailantes (así le dice él a las bailantas). Esa es la gente para la que quiero tocar en Buenos Aires. Desde que las visité no se me quita de la cabeza, se entusiasma. Y sueña: Hacer una bailanta del año 2000. No estaría nada mal.
Lunes 29 de noviembre. Salida de Aracataca. Santi, Garbancito, Jean Marc y Kropol, es decir el baterista, el percusionista y los dos cobres de Mano Negra, deciden esta mañana regresar a Francia. Los motivos de esta defección son múltiples y complejos. Divergencias clásicas entre los creadores y los intérpretes, los instrumentistas y los artistas. Es algo que viene de lejos, y sólo bastó una situación como ésta para que explotara. Algunos integrantes de la Mano Negra disfrutan con el trabajo ya logrado. Para ellos lo importante es mejorar continuando el mismo camino. Otros, siempre a la búsqueda de lo inesperado, no se conforman con el éxito asegurado de lo ya hecho. Todo sucede sin violencia, en calma, una calma fría, pero tras la ruptura de Aracataca este grupo de ocho jóvenes difícilmente podrá continuar como antes. ¿Se trata del fin del grupo que sacudió el rock francés?. La pregunta retórica cierra el párrafo concluyente que el periodista-escritor Ramón Chao, padre de Manu, incluyó en su crónica del viaje que terminó con Mano Negra, dentro del libro Un tren de hielo y fuego, Mano Negra en Colombia (1994). Mano Negra terminó en Colombia, dice hoy Manu, y la contundencia de la frase no encaja en boca del hombre que hace unos tres años, al crear Radio Bemba en España, aseguraba que no iba a dejar que el espíritu de su grupo -bajo cualquier nombre, o sin él- muriese tan fácil. Radio Bemba era una banda ambulante, de organización casera. Ahí me di cuenta que no era tan difícil volver a subir al escenario con otra gente, me permitió tomar conciencia que lo podía hacer. Pero de la tristeza de saber que no lo podría hacer con esa gente, porque cada uno tiró para su lado al terminar la gira por España, nació Clandestino, concluye.
Clandestino es como un viaje. 45 minutos repartidos en dieciséis temas que se engarzan como si fueran parte de un mismo paisaje, un mismo ritmo hipnótico de comienzo a fin. Casa babylon sin (en) banda, Manu solo con su guitarra y un fondo trashumante, que arranca con dos temas en castellano: Clandestino y Desaparecido. El primero habla de la pena de alguien perdido en el corazón/ de la grande babylon. Un verso/ estandarte: Mano negra clandestina/ peruano clandestino/ africano clandestino/ marijuana ilegal. Me dicen el desaparecido, canta Manu en el track 2 del disco, y otros versos lo pintan entero: Yo llevo en el cuerpo un dolor/ que no me deja respirar/ llevo en el cuerpo una condena/ que siempre me echa a caminar. Bongo Bong es una versión tecno-unplugged (si vale el término) de King of bongo, del tercer disco de Mano Negra, mientras que para el tema 4 aparece el francés: Je ne taime plus, tema de amor que existe casi dentro de Bongo Bong. Después viene Mentira..., canción que articula el disco: Todo es mentira/ ¿por qué será?, canta Chao, y está claro que el ritmo cansino y el tono intimista llegó para quedarse. Lágrimas de Oro comienza con el relato de un partido del Flamengo en el que se distingue claramente en la voz del relator el nombre de Mancuso. Tu no tienes la culpa, mi amor/ que el mundo sea tan feo, canta Chao en este prólogo a un dub en inglés que es de lo mejor del disco: Mama call. Cant get no satisfacción, se escucha, en un spanglish contagioso. Le sigue Luna y sol, movidón a fuerza de acordeones y punteos. Otra vez la mentira y la última ola, pero esta vez con un ritmo de cumbia electrónica. La voz del Comandante Marcos marca el comienzo de Por el suelo, el n-o 9 del álbum y el ritmo hipnótico no se detiene, Esperando la última ola/ cuídate no te vaya a mojar. Welcome to Tijuana es un himno borracho y fronterizo; Día luna... día pena, un rezo triste; Malegría, un corrido engañoso; La vie a 2 un tema dopa en francés. Cerca del final, el track 14 es para un cariñoso reggae en portugués llamado Minha Galera. En la triste La despedida vuelve el ritmo leitmotiv del álbum, rasgueos, punteos y ritmo. Hoy me he librado/ de tu recuerdo/ ya estoy en paz. El final es para El viento, número 16, Ruta Babylon/ por la carretera. La llegada de la última ola. Y sólo el viento del desierto para el final.
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