“Experimental, caótico, independiente, oblicuo, elegante, turbador, ultra-lírico”, “pop figurativo con pinceladas cubistas”, “familiar e impersonal a la vez, anodino y curioso a un tiempo”, “amantes de lo incierto”. Con estos epítetos, entre otros, el público y los medios gráficos españoles trataron de dar cuenta de ese extraño grupo argentino “lo fi” llamado Suárez, igual que un ex presidente del país ibérico. Cuando les explicaron quién era Suárez para la historia española, exclamaron entre aliviados e inquietos “es como si a Argentina fuera un grupo español llamado Alfonsín”.

La segunda gira española de la banda que podría llamarse Alfonsín entonces, duró 40 días que incluyeron 15 fechas en Madrid, Zaragoza, Barcelona, Valencia y varias localidades más. En Madrid inauguraron uno de los cinco escenarios del Festimad, un megaevento que se realiza durante varios días en un parque de la ciudad. Allí compartieron cartel con los Cramps, Massive Attack e Illya Kuryaki and the Valderramas. Los Suárez son conocidos en España gracias a la edición de su tercer disco Galope que realizó el sello Plan B, propiedad de la revista Zona de Obras. La buena respuesta del público al tema de Suárez incluido en el CD Especial amor que publicara esa revista, decidió a los Plan B a editarles un disco completo. Para fin de año se espera la edición ibérica de Extraño lugar de los platenses Estelares, Nuestros años felices de Reincidentes y Travesti del impredecible Daniel Melero. También está en danza -contó Gonzalo, el guitarrista de la banda- la confección de un homenaje al poeta Rubén Darío (favorito entre las lecturas de Rosario) en el que participarían, entre otros, Suárez, Vicentico de los Cadillacs y hasta Andrés Calamaro si los contratos lo permiten. También será de la partida Victoria Abril, otro grupo que, con su nombre, dejó boquiabiertos a los cronistas españoles.

M. E.

El canal de noticias TN promocionó con insistencia su programa dedicado al rock nacional. “Especial de una hora, La viola en Los Angeles” ¿Para qué? Nada más y nada menos que para cubrir (promocionar) la grabación del nuevo disco de Miguel Mateos ¿Quién? Sí, él. Y el jueves pasado por la noche y después durante todo el fin de semana se lo pudo ver. Increíble pero real: el pensamiento vivo de Miguel Chira para arriba Mateos, la estrella de los ochenta devenido en personaje patético de los noventa tuvo, para sí, una hora de espacio en un canal de noticias. Noticias de ayer, parecía.

No hay mal que por bien no venga
Diez consuelos

Me senté mil veces a ver si se me ocurría algo acerca del mundial y tal vez, movido por el sentimiento de vacío generalizado, nada salió. Este extraño final para la Selección, superada por un rival que jugaba mejor, me dejó sin habla. Extraño ver un epílogo tan anunciado. Passarella y su concepto de vuelta, con un pequeño trofeo, ganarle a Inglaterra por penales. Extraña la sensación de que estaba bien y que esta Selección llegó hasta donde podía o mejor dicho, hasta donde merecía. Lo vimos con Matías, el guitarrista de Satélite, con quien ya habíamos visto entre otras genialidades, la copa America del 91, algo del 94 y las eliminatorias del año pasado. La verdad es que no entendía mucho. Este mundial pasó demasiado rápido, casi fríamente comparado con otros recientes y espectaculares. Después del gol de Berkham, nos miramos y resignados nos fuimos cada uno a su casa a dormir la resaca de la noche anterior. ¿Qué carajo faltaba? En uno de esos programas de medianoche futbolera estaba la respuesta. A alguien se le ocurrió pasar un especial sobre Maradona. Algo breve, unos jueguitos con una pelota de golf, unos primeros planos, algún golcito. Y la cosa más extraña resultó ser la más sencilla. Sé que suena redundante, pero... ¿Saben por qué no le ganamos a nadie en este Mundial? Porque no estaba el Diego. Y el Diego podría haber estado. Si hasta Passarella lo sabía. Eso es todo. Hoy por hoy, sin Maradona, Argentina es tan sólo un buen equipo de futbol. Eso no nos alcanza para ganar. Ya sabemos que Argentina necesita efedrina para ir pa’lante, y eso no tiene nada de malo. Acá se juega así. Cuando nos hacemos los seriecitos no pasa nada. Nos ganan los holandeses. Traigan la felicidad de vuelta.

SERGIO ROTMAN