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Isabel Monteiro, cantante de Drugstore La canción del presidente Cuando se le dice a Isabel Monteiro que es la clase de intérprete capaz de cantar con una sonrisa sobre las cosas más tristes del mundo, la voz del otro lado del teléfono -cálida y comunicativa- dice que esa contradicción forma parte de la condición humana. Mi vida está llena de melancolía, pero también de pasión por la vida, explica esta paulista que quince años atrás huyó de su ciudad natal buscando otra vida. Me casé muy joven, a los diecisiete años. Tenía diecinueve cuando él se mató en un accidente de auto. Así que salí al mundo a buscar una nueva vida. Y la encontré en Londres. Hace ya cinco años que la nueva vida de Isabel es ser la voz cantante de Drugstore, un trío cuyo debut discográfico se editó tres años atrás en Inglaterra (incluso tuvo una tímida edición local) y tuvo algunas buenas críticas, pero en general pasó sin pena ni gloria. Hasta que llegó El Presidente. Incluido en el segundo álbum del grupo -White Magic for Lovers-, el tema es el hit de Drugstore por varias razones. Dedicado a Salvador Allende e interpretado por Isabel junto a Thom Yorke, el líder de Radiohead, se hizo aún más conocido mundialmente cuando un mes atrás el grupo en pleno lo cantó en una manifestación frente a la clínica londinense donde estuvo preso Pinochet. Vinieron de los cielos, sin piedad ni disfraz, canta Isabel; Soy sólo un hombre, no me voy a rendir, canta a su vez Yorke. -¿Cuándo fue la primera vez que oíste hablar de Chile y Salvador Allende? -¿Cómo fue que le propusiste a Thom Yorke que hiciera de Salvador Allende en la canción? JAVIER AGUIRRE En combustion Catatonia De los Who a The Jam y desde Verve a los mismísimos Beatles, el Reino Unido cuenta con una vasta tradición Pop de sinfonías de tres minutos, con estribillos instantáneos y arreglos olímpicos, interpretados con la furia del rock más intenso y la calidez melódica de Burt Bacharach. Ese Pop que es de la gente, que no es mala palabra y que, en 1996, hizo ganar más dinero a la Corona que la industria del acero. Los galeses Catatonia son uno de los últimos notorios eslabones en la cadena Pop británica, con sus canciones dulces pero apasionadas, fundamentalmente por la arrolladora entrega de la cantante Cerys Matthews, capaz de encender la tonada más inocente. Luego de la habitual seguidilla de eps (extended plays, discos de 3 o 4 temas) con que las bandas europeas acostumbran a debutar -una sana costumbre-, en 1996 lanzaron Way beyond blue, el álbum debut. Desde la apertura, con la emocionante Lost cat, se comprueba que lo de Catatonia son las canciones guitarreras, de melodías memorables con resoluciones inteligentes y armonías sutiles, que remiten a los grupos de pop-con-chica como Transvision Vamp o Primitives, que coparon la escena en 1988. Las críticas fueron buenas (sobretodo por los shows en vivo), pero el verdadero suceso llegó con International Velvet, el nuevo álbum editado en enero de este 1998, que se ubicó casi inmediatamente entre los lanzamientos favoritos del año. No es algo que nunca hayas escuchado, pero la belleza y pasión de sus canciones los convierte en dignos de atención. Perrocandil Venimos a destronar a Spinetta descarga orgullosamente Gabriel Rotbaum (cantante, guitarrista y líder) y suena, por lo menos, inquietante. Adentrándose por los senderos de Aventuras del piloto automático (el álbum debut del grupo, editado independientemente) se descubre su mundo de poesía surrealista entonada por una voz expresiva y melancólica, indudablemente teñida de la influencia del ex Almendra, pero también del Palo de don Cornelio. Admitimos la influencia de Cornelio, y también la de R.E.M., pero lo que realmente nos interesa es quebrar la canción tradicional, tanto en las palabras como en la música, probar un poco sin abusar de la tolerancia del oyente. Pero las asociaciones no se reducen al sonido general del álbum ya que Federico Ghazarossian (ex bajista de Don Cornelio, hoy en Los Visitantes) colaboró en la producción de un puñado de temas, y hasta ha tocado con ellos en algún show. De todas formas, aseguran, creemos que la gente que va a ver ahora a Los Visitantes no nos soportaría, no somos un grupo que gusta de entrada, no somos de digestión inmediata. He aquí, entonces, un cuarteto ambicioso, que intenta recuperar cierta poesía hoy algo olvidada, con un sonido de tinte local que no necesita recurrir al folklore, arreglos meticulosos y un repertorio que, de redondear algunas estructuras, podría aspirar a cierta masividad, aunque nos gustaría llegar a una posición intermedia declara Florencio (bajista y colíder), con margen de juego y un poco de popularidad, que la música nos represente. MARCELO MONTOLIVO |