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PERSONAJES   Jesús Quintero de nuevo en la Argentina
EL LOBO ANDALUZ
Por DANIEL FRANCO

En los 80 inventó una manera de hacer entrevistas con El perro verde, antes había mostrado a los españoles el lado oscuro de su país con El loco de la colina. Para Cuerda de presos (ciclo que en la Argentina todavía se niegan a comprar) entrevistó a más de 140 convictos en diferentes cárceles. Mientras hace todas las noches en FM Milenium su programa El lobo estepario, Jesús Quintero habla con Radar del animal que lleva dentro.

“Soy un actor frustrado. Como no me daban papeles, me inventé personajes: el loco, el perro o el lobo. De allí vengo. No me siento periodista, ni presentador, ni locutor. Simplemente un día me senté frente a un micrófono y dije Buenas noches. Los demás me contestaron y entonces seguí”, afirma el andaluz Jesús Quintero, conocido en esta parte del mundo como El Perro Verde. “Ahora soy El Lobo”, agrega quien en las madrugadas españolas de los 80 desveló a toda España con su programa El loco de la colina. Un extraño sujeto, por entonces anónimo y sin rostro, que desde un estudio de radio metió en la vida de los españoles a la otra España, la de sus “hermanos” los vagabundos, los perdedores, los sin nada. “El Loco surgió de una crisis”, cuenta ahora Quintero. Y en una crisis de identidad terminó él cuando decidió terminar con el programa: “Ya no sabía quién era El Loco y quién era yo”. Por esos tiempos, psicólogos y médicos varios le recomendaron que no se involucrara tanto con esas vidas: “Eres sólo un personaje”, le repetían, pero Quintero no lo entendía. O no quería entenderlo: esos seres eran sus pares, y él ya había entrado de lleno en lo que llama “comunicación”. Pero que aun hoy no sabe explicar muy bien qué significa: “No sé lo que quiere decir ni me he preparado para saberlo. Sólo la vivo salvajemente. En radio, si el mensaje está muy armado, pierde frescura”.

SIN BRUJULA “Cuando me pierdo y no sé a quién le estoy hablando, me hablo a mí mismo. No sé si es la mejor manera de llegar a los demás, pero lo sospecho. Lo que falta saber es en qué momento uno es uno”, dice Quintero mientras observa los techos de Buenos Aires desde su habitación en el piso diecisiete del Hotel Intercontinental. Invitado por su amigo y compañero de trabajo en España Santiago Pont Lezica, el andaluz está dando sus primeros pasos en la radio porteña. De lunes a viernes, de 23 a 24, en el 106.3 de FM Milenium, primero se oye un aullido y después él irrumpe al micrófono: “Hago el programa esperando que salga el lobo dentro de mí. Todavía no sale todas las noches, pero confío en que me voy a ir interiorizando en la vida y las costumbres de esta ciudad, hasta que quien esté frente al micrófono sea el Lobo Estepario de verdad, el personaje de la obra de Herman Hesse”.

SIN IMAGENES “Elegí la palabra para volver porque nunca me gustó ese dicho que afirma que una imagen vale más que mil palabras”, dice Quintero. Y a la hora de seguir las declaraciones de guerra, se erige en enemigo de la televisión imperante: “Siempre se habla de los millones que la ven, pero nadie habla de los millones que huyen de ella. Creo que ya es un éxodo, una huida clamorosa”. Frente a semejante afirmación, proveniente de un hombre que ha venido a este país a vender un programa de TV, Quintero explica su relación con el medio: “Nunca supe moverme en ese precipicio, con sus facturas, vistos buenos y directivos que no saben de qué hablan. Por eso hago un programa cada dos o tres años. Vuelvo sólo cuando siento que tengo algo para contar. Pero mi relación con el medio nunca ha sido buena. A veces la TV me parece un engañabobos, donde las imágenes corren como por un grifo, y la cámara gira despistada, dando vueltas, aburrida y sin saber dónde detenerse. Por ejemplo: la televisión española llega muy lejos, aunque sería mejor que no llegue. La imagen que proyecta no tiene nada que ver con España, es un horror”.

SIN PRISA Cuando se le pregunta por la España que no llega por televisión, Quintero dice: “Vengo de una España integrada a Europa, donde los niños ya nacen rubios. Una España de consumo y de prisa. Que se incorpora a los grandes trusts económicos europeos que marcan hacia dónde vamos y de qué trabajaremos. Una España sólida económicamente, pero a la que le está faltando un poco de sueño. Como decía León Felipe: Ya no hay locos en España, se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma de La Mancha y hoy todo el mundo está cuerdo, horrible, terriblemente cuerdo. España cierra sus fronteras hacia adentro y, como el resto de Europa, está aburrida. El mundo se está llenando de okupas y creo que tienen razón. Existen además las pateras (versión europea de los balseros cubanos), que huyen en lo que pueden de Marruecos, tratando de llegar a España. Por eso siempre digo que el próximo muro en caer será el que derribarán los que no tienen nada, en rebelión contra los que tienen. Y serán imparables”.

SIN FIDEL Con El perro verde, y apenas provisto del cielo estrellado y su perro echado en el estudio como decorado (más el invitado de esa noche, claro) Quintero creó un estilo en las entrevistas por televisión. Pero hoy dice: “Creo que casi cualquier hombre es entrevistable ¿no?. Pero está claro que una hora de televisión no es un hombre”. Y de inmediato enumera: “Llevo dos años tratando de entrevistar al comandante Fidel y a Tejero, el tipo que tomó el Parlamento español en 1981. También quiero entrevistar al general Noriega en la cárcel de Miami, y al Subcomandante Marcos, por supuesto. Me gustaría montarme en un burro y encontrarlo en Chiapas”. Interrumpida la lista (que también incluye al presidente Menem) y consultado sobre su objetivo al venir a esta parte del mundo, contesta: “Primero pedir perdón, por lo que hicieron los conquistadores. Y segundo, vengo a dar a conocer lo que he hecho amorosamente en mi tierra. Quiero hacer comunicación en América. Hemos empezado por Argentina y Uruguay, pero no me detendré hasta el norte”, promete entre risas. Luego, más en serio, cuenta que tiene varios proyectos en marcha. Entre ellos, dos que comparten el título Cuerda de presos: un libro que está por publicar Planeta y un programa televisivo que ningún canal argentino ha adquirido todavía, pero del que se verán en la televisión uruguaya quince de los ciento cuarenta capítulos que componen el ciclo.

SIN RITMO “Para mí la radio es el lugar en el que más cerca está uno de ser uno. Es más individual, más creadora y más imaginativa. Uno pone la voz y el oyente el decorado. Los personajes tienen más tiempo para hablar, no como en la televisión, donde ya no es posible ver una entrevista de más de tres minutos. En la televisión hay distintos conceptos de ritmo: para mí, ritmo es cuando uno entra en una historia y no se da cuenta del paso del tiempo. Para los dueños de la caja boba, ritmo es gritar y cambiar constantemente de imagen y de cara. Pero ya lo dije: el problema es encontrar ese momento en que uno es verdaderamente uno. Desde pequeño he investigado en la condición humana y reconozco que a veces he hecho preguntas que todavía no me he contestado o que no sé contestar”.