Por CLAUDIO ZEIGER

Dice Rep que él nunca creyó en el cliché de que los personajes se terminan imponiendo al autor y lo dominan. Pero, después de unos cuantos años de dibujarlo, admite que Lukas, el joven dark que apareció de manera un poco azarosa en su tira para acompañar a Auxilio en un acto escolar, terminó por crearle un auténtico misterio. “El caso de Lukas me sobrepasó. Yo puedo hacer que Auxilio se vuelva varón o que Gaspar se haga yuppie, pero a Lukas no lo puedo mover mucho de su lugar porque se desdibuja.” Rep también admite que el muchachito le ha creado algunas dificultades: en la parte gráfica porque no es sencillo vérselas con su pelo enmarañado (“sólo yo sé lo que es enfrentar ese pelo”) y también por lo que Lukas dice. “Yo no hablo así. Yo nunca escuché a alguien que hable así”.

Es cierto: Lukas habla de una manera extraña. Es lacónico. Es minimalista. Dice pocas cosas, contundentes, aunque nunca cae en la facilidad de un remate obvio. Consciente o no, Lukas tiene un alto sentido estético del uso del lenguaje y, sobre todo, no habla si no tiene que hacerlo. Rep cree que son los otros los que le hacen decir cosas. Y muchas de las cosas que dice Lukas son, en realidad, preguntas que abren nuevos cauces de interrogación: “¿Las preguntas sin respuestas se suicidan?”, o bien “¿Hay algo más dark que morirse en primavera?”. Pesimismo, muerte, soledad y depresión son sus tópicos, aunque Rep no cree que en el fondo Lukas vaya a suicidarse. Por una sencilla razón: semejante acto sería acabar con el sufrimiento.

Según Rep, éstas son las señas personales de Lukas: tez pálida, tono joven, manos de tijera, cabeza llena de Pizarnik, Cioran, teoría cuántica y Baudelaire, olor a Hamlet y un andar de como quien va hacia la muerte. Edad: la peor. Vocación: el dark. Y en la agenda de un año que no es un año cualquiera sino 1999, el año del final, del acabóse, sale por primera vez de la tira y protagoniza una aventura con el calendario.

La agenda 1999 protagonizada por Lukas es “para gente pesimista”. Consecuente con esta idea, trae los números del Centro de Asistencia al Suicida (962-0660), Hospital de Quemados (923-4082), Centro de Intoxicaciones (962-2247) y los cementerios de Flores (612-1114), Chacarita (553-2588) y Recoleta (803-1594) en la sección Teléfonos Utiles, arranca con una advertencia de Séneca (“Mañana será peor”) y trae secciones como Olvidarme de..., No atender a..., o Cosas dark que me pasaron esta semana.

Para Rep, “Lukas nació marginal, como tenía que ser”. ¿Cómo tenía que ser? Así: un día, cuando Auxilio estaba todavía en la escuela primaria, le tocó preparar su número para el acto del Día del Maestro. Iba a interpretar a doña Paula Albarracín y eligió a un compañero gordito para hacer de Sarmiento y a un dark que estaba tirado por ahí para hacer el papel de... Fiebre Amarilla. “Ese dark era Lukas. Lo había dibujado por única vez para esa tira, pero resulta que se quedó”, cuenta Rep, como siguiendo el destino de esos personajes de historieta que aparecen para hacer de acompañantes secundarios (Clemente o Mendieta, en su momento) y terminan imponiendo un vuelo propio y alto. “Pero, si bien tiene sus momentos de protagonismo, nunca se adueñó del todo de la tira porque después deja su lugar a otros. Igual pienso que cuando él aparece se come la tira, más que Auxilio o Gaspar.”

El misterio del personaje que se le impone al autor es también el misterio del personaje en sí. De dónde viene Lukas y hacia dónde va -preguntas típicas de su ideario romántico adolescente- son interrogantes que no hay que revelar (Rep tampoco lo sabe); ni siquiera qué edad tendrá Lukas en 1999 (sólo sabemos que su edad, siempre, es la peor): “Yo venía trabajando con niños, y él vino a instalar en mi tira el tema de la adolescencia. Es un adolescente y arrastra a Auxilio hacia la adolescencia, porque ella se enamora de él. Pero es asexuado. No quiere nada. No pide nada. Es tan seco, tan minimal... Ni siquiera sé qué le gusta comer. Lukas es el oficio de durar. Lo mandaron acá, nació y ahora espera lo que vaya a pasar”.

Si bien es cierto que Lukas apela a la poesía más maldita y a la filosofía más escéptica para redondear su oscura estampa, no es un lector grande metido en el cuerpo de un chico. Ciertos discursos, en todo caso, “lo hablan”, como la poesía de Fernando Pessoa (de quien hay unas cuantas frases en la agenda), el pesimismo radical de Cioran, e inclusive Alejandra Pizarnik, pero Rep pincha el mito de que es a partir de la literatura que se arma la poética minimalista de Lukas. “Yo nunca leí mucha poesía. Y a los malditos siempre les escapé. Empecé a leer a Alejandra Pizarnik pero me pareció obvia. Claro que leo a otros tipos más complejos y la cosa cambia, porque no es lo mismo hacer poesía genial que humorismo ingenioso, y esto no pasa de ser humorismo de ingenio. Yo nunca me nutrí de poesía, pero sí de Hamlet. Pienso que Hamlet es el gran dark de la literatura”.

El dark arribó a estas costas mezclado en el paquete de la posmodernidad: los raros peinados nuevos, el new romantic, el gótico, e inclusive ciertos ecos agónicos del punk. Rep recuerda que el dark que tanto nutre a Lukas le llegó a través de la música: por los pelos parados de los chicos que iban a los recitales, por la música de The Cure con Robert Smith a la cabeza y por la película de Tim Burton El joven manos de tijera. “Empecé por los pelitos parados y después llegué al contenido. Seguramente porque tengo una parte dark, como tengo una parte psico. La parte dark de Lukas es explotar la parte triste mía. Ojo, no la melancolía: no es el tango, porque el tango es lastimero. Yo detesto el tango. La tristeza es una forma de plenitud, y yo estoy a favor de no escaparle cuando aparece. Hay que vivir la tristeza y la alegría porque son como las dos caras del teatro. Me parece que la tristeza es un estado profundo, de introspección”. Y, para ejemplificar, Rep cuenta una anécdota: “Hace cuatro años Lukas se encontró con el abuelo, que era un tipo dark pero rico, con mucha plata. Y el abuelo le pregunta a Lukas si no se quiere morir por un rato y acompañarlo a visitar a su esposa muerta, la abuela de Lukas. Entonces Lukas se muere, viajan al más allá y encuentran a la abuela. El abuelo decide quedarse y Lukas vuelve solo. Cuando terminé esa historieta, yo pensé que ésa era la manera más hermosa de acompañar a un ser querido, y bueno, ésas son las cosas de uno que se ponen en juego al hacer un personaje”.

Ese personaje que volvió del más allá (porque en realidad acá se sufre más que allá), en el final de la agenda, después del 31 de diciembre de 1999, se para en el borde exacto del 2000, lo cruza y dice al toque: “Yo no noto ningún cambio”.

YO ME PREGUNTO
(Y LUKAS CONTESTA)
 

Silvia Canosa, la diseñadora de la Agenda, no está producida especialmente para la foto: es así de igual a Lukas todos los días del año.