Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
Volver 




Vale decir


Volver


LA BIENAL DE ARQUITECTURA EN B.A.

Por Gustavo Nielsen

Glusberg camina, exhibe, saluda, ignora, sonríe, brinda, putea: juega. Es un chico con el cabello blanco que no se queda quieto un solo instante. Hace las cosas bien. Muestra imágenes de Buenos Aires y recuenta las Bienales (ésta es la séptima, a la que él llama “la del siete y medio”, porque hubo una media convocatoria el año pasado que quedó interrumpida por su by-pass). El recuento es histórico: la de ahora cierra un siglo. Alguien dice: “Si Glusberg no existiera, habría que inventarlo”.

Baudrillard 1 “Hay un futuro de la arquitectura por la simple razón de que todavía no hemos inventado el edificio, el objeto arquitectónico que pondría fin a todos los otros, que pondría fin al espacio mismo; ni hemos inventado la ciudad que pondría fin a todas las ciudades, ni el pensamiento que daría fin a todos los pensamientos. Este es nuestro sueño; en tanto no esté realizado, todavía habrá esperanzas.”

Video Hay una gran pantalla de video. Una cámara fija graba los gestos de los disertantes. Emile Donato, catalán, mira al público por encima de sus anteojos. En la pantalla se ven sus ojos virtuales, amplificados al tamaño de pelotas de fútbol. Sus pupilas me apuntan. Siento la mirada electrónica de Donato, aunque sus ojos reales no me ven, están demasiado lejos. Le devuelvo la mirada lo más sostenidamente que puedo y mi rayo se estrella, sin sentido, contra la pantalla.

Luz Ram Keimi, de Tel Aviv, examina una de las fachadas de la Ville Savoie de Le Corbusier y descubre: “La arquitectura moderna no tiene sombras”. Muestra un interior del “Memorial de los niños que murieron en los campos de concentración”, una obra suya en Israel, en la cual es imposible adivinar por dónde entra el sol. Parece que brotara de las paredes. Francis Soler, de París, también va a recordar a Le Corbusier en su infaltable definición acerca de la arquitectura: “El libre juego de los volúmenes bajo la luz”. Pero no lo hará solamente para citar al maestro, sino para decir que algo debe haber cambiado desde entonces. En la cultura de hoy hay una nueva luz. La que sale del adentro hacia afuera: la del cine, el video, la computadora. Su sutil edificio de vivienda social frente a la biblioteca parisina es la corporización de esa idea, y se lleva todos los aplausos.

Reflejos Jean Ibos y su mujer, franceses, presentan un museo. Supongamos un edificio neoacademicista del tipo del palacio Pizzurno; imaginemos la plaza sin árboles y construyamos, al otro lado de la plaza, una barraca del tamaño del Pizzurno, con una fachada que sea un gran espejo donde el edificio se proyecte íntegro. Ahora habrá dos Pizzurnos. Ese espejo reflejará el edificio, la gente, las luces, el movimiento de las nubes. ¿Es una fachada de arquitectura o es una imagen? La arquitecta dice: “La imagen existe desde el punto de vista del observador, del ojo que mira. Un edificio real y una copia. El reflejo es sólo un efecto”. Supongo que esa francesa estará mirándose en el espejo continuamente, flasheada por su propio otro yo.

Traductores En cada conferencia dan unos aparatos con auriculares para escuchar las traducciones simultáneas. Cuando los franceses hablan del reflejo y muestran las diapositivas, se escucha un comentario del traductor que dice por lo bajo: “Qué porquería”. Todo el mundo se ríe. El francés Ibos para la oreja. De ahora en más, cualquier sonrisa general en el público no despertada por un chiste del conferenciante dejará instalada la duda en el disertador. Los traductores no deberían hacer comentarios,ni comer caramelos, ni estar resfriados: el micrófono gigantiza los movimientos minimales de la saliva.

Líquido Toyo Ito, de Tokio, muestra una instalación para descanso en una megaexposición: es una playa artificial con arena, agua salada y 2000 sillones de masajes. El horizonte está definido por una pantalla con un mar proyectado. El arquitecto dice que instaló dos clases de agua, una real y otra electrónica, porque el cuerpo actual necesita empaparse de los dos líquidos, y esta necesidad es absoluta.

Infinitud Paul Chementov, el que hizo el Ministerio de Asuntos Exteriores en Francia, se pregunta cómo debe continuar el eje urbano del barrio La Defense, que llega hasta las afueras de París, y al que lo último que se le había agregado era el Arco de La Defense. La respuesta es: “El eje llega hasta acá, termina en mi obra”. Y, para que nadie lo pueda continuar, Chementov eleva la calle en un amplio balcón final que, según él, “se dirige al infinito”. Era lo mismo que había dicho el danés que diseñó la enorme puerta del Arco de La Defense: “Es una puerta al infinito”.

Alturas César Pelli, tucumano con estudio en USA, muestra sus recientemente inauguradas torres Petronas, en Kuala Lumpur, de 450 metros de altura. Son las más altas del mundo, y el mérito está ahí, en ese desafío. Pero Pelli no puede soportarlo, tiene que encontrarles algo más. ¿Cómo quedarse sin compromiso en una Bienal Internacional? El italiano Fuksas hace edificios relacionados con la paz en Palestina, y su compromiso arquitectónico es, además, un compromiso ético. Josef Kleihues habla de su compromiso con la historia de Berlín. El norteamericano Tigerman tiene un compromiso social con los discapacitados, los homeless y los débiles. El menos comprometido tiene, al menos, un compromiso con la ciudad: Pelli hizo un objeto bello y alto. A la hora de describirlo, dice que hizo el símbolo del pueblo malayo. Con una especie de soberbia humildad, compara su edificio con una catedral del medioevo. Dice que sus torres comunican cielo y tierra; asocia los detalles de su acero inoxidable con los detalles de un portal gótico. Pero las torres Petronas albergan una corporación multinacional. ¿Hay un dios ahí dentro? Mario Roberto Alvarez, también argentino, que cumple 62 años de profesión, es más sincero cuando dice que su torre Le Parc es la más alta de América Latina. Lo dice sin culpa, lo dice con uno de los orgullos verdaderos que llevamos los arquitectos: el de mirar por encima de todo lo que hicieron los otros seres humanos.

Baudrillard 2 “Los arquitectos muestran una tendencia a proyectarse en los conceptos, y yo creo que eso es, en cierta medida, peligroso. Al igual que los artistas, tratan de argumentar su trabajo con razones discursivas. Y lo que dicen sobre su trabajo, no sé exactamente lo que vale. Yo soy más bien sensible a la arquitectura en estado puro...”

Formas Michael Graves es un posmodernista de Nueva Jersey. Por sus fotos pasan colores llamativos, escaleras doradas, cerámicas orientales, caricaturas de capiteles corintios gigantescos, como divertidos ensambles de rompecabezas infantiles. Toda su arquitectura tiene un aire festivo que la acerca a los shoppings más felices. Para relatar su trabajo de arquitecto, expone un cuadro de Le Corbusier: hay un libro de hojas blancas, un vaso de agua a medio llenar, un dado y una pipa. El libro representa los diseños sin hacer, el agua en el vaso es el alimento, la pipa es el recreo y el dado es el azar. Sin el azar, dice, yo no habría levantado un solo ladrillo.

Cena La cena es en el primer piso del Museo de Bellas Artes; el vino es Valmont; las mesas son redondas con manteles blancos; tres músicos tocan algo suave; el primer plato son panquequitos con queso y crema, el segundo lonjas de carne asada en unos vol-au-vents de hojaldre con guarnición; el postre es helado. Los grandes arquitectos están cansados, relajados; sonríen. Sara Topelson, la presidenta de la Unión Internacional, anuncia, con el café, el motivo de su visita: quiere convocar a la defensa del patrimonio arquitectónico del siglo XX. La Unión apoya las obras, su valor y los espacios calificados de todas las épocas. Salvan edificios de la presión de los mercados inmobiliarios y del deterioro que les imponen los clientes o el paso del tiempo. Es necesario reflexionar acerca de qué sobrevivirá del cambiante siglo XX: “Los arquitectos debemos unirnos para generar las condiciones propicias a la conservación de esta obra en peligro”.

Ritmos Jam Hoogstad, holandés de Rotterdam, investiga el sonido congelado. Muestra una ventana extraña y dice que la hizo en base a vibraciones musicales de Bach, formalizando la música con ayuda de lentes y micrófonos especiales. Itsuko Asegawa, japonesa, busca ritmos con su computadora en las matemáticas, los fractales y los movimientos del agua. Dice que es una “arquitectura de la fluctuación, formas en armonía con las sensaciones del cuerpo humano”. Agrega que son símbolos de los sentires. (Símbolo: la palabra que más se repite en las disertaciones.)

Palladio y los franceses Las dos muestras más llamativas son la de Palladio (1508-1580) y la de los franceses, que incluye las últimas obras de Nouvel y Portzamparc. La muestra de Palladio está organizada en una decena de grandes maquetas de sus Villas (o casas de campo) y sus Palacios (o casas urbanas). El día de la inauguración, alguien se roba una de las pequeñas esculturas que van sobre la balaustrada, encima de la cornisa del Palazzo della Ragione, en Vicenza. ¿Quién puede querer ese muñequito? El catálogo de la muestra es una obra de arte que se consigue en la librería del Museo, por treinta pesos. Es un libro grande, difícil de robar.

Mario Roberto Alvarez “Aprendí que un arquitecto no debe pretender hacer un monumento de cada obra. La verdadera arquitectura de todos los tiempos es la que da solución a las necesidades. Ejemplo: el paraguas. Un techo transportable, plegable. Siempre fue así. Lo que diferencia a los paraguas a través de la historia son sus materiales. Las modas en arquitectura no son más que marketing”.

Brillos Los arquitectos de hoy están orgullosos de los brillos que convierten sus edificios en fuselajes de avión. Aluminio para Hiroshima, Salzburgo, Melbourne, Tokio. Arquitectura plateada.

Política “El high-tech, adoptado por los grandes arquitectos de todas partes del mundo, es una expresión política anglosajona erigida como un acto de colonialismo. Pone en el lugar de la culpa a los latinos, sean franceses o latinoamericanos. El high-tech es acero y vidrio, falsa metáfora de la transparencia de las instituciones en las democracias. Los Bancos de hoy son transparentes, aunque no compartan el dinero. El Palacio de Justicia de Francia es transparente, aunque la justicia no lo sea”. Lo dice Rudy Ricciotti, el más joven y talentoso de los arquitectos franceses de los últimos años.

Babel Wolf Prix, de Viena, asegura que le gustaría terminar la torre de Babel. Para hacerlo, se internaría en el edificio intentando encontrar un lenguaje más confuso que el caos generado por la multiplicidad de lenguas. Lo primero que buscaría provocar es la inestabilidad, recuperando la fuerza de todos los idiomas hablados al unísono. Es socio de Swczinsky en el estudio Coop Himmelblau. Su Centro de Cine UFA, en Dresden, es una escultura deconstructivista.

Piano El diálogo mantenido en el Museo entre los maestros de arquitectura y los jóvenes tiene una mayoría de estudiantes en el público. Las preguntas son acosadoras, muchas sobre ética o filosofía. León Krier, de Luxemburgo, contesta que todos estos micrófonos y cámaras de las Bienales propician cuestiones que quizás ellos no puedan responder. “Lo que yo sé hacer es contar mi experiencia. El discurso de la arquitectura es racional y práctico. La estética es el valor de cambio del diseño. Todo debería ser más simple”. El alemán Hertzberger asiente con la cabeza. Para Paul Andreu, el especialista francés en aeropuertos, la ética del arquitecto consiste en preguntarse si lo que está haciendo beneficia al edificio o a su propio ego. Glusberg propone escuchar música. Ante la sorpresa de todos, Krier se sienta frente a un piano y su mujer, una mezzosoprano con una sonrisa muy bonita, entona “Pur dicesti, o bocca bella”, de Lotti y una melodía triste de Rachmaninov. La velada toma entonces un aire de acto de fin de curso, y la voz de la chica y el sonido del piano se convierten en un bálsamo mágico, que evapora todas las tensiones.

Ciudad Jaime Lerner, de Brasil, es el flamante gobernador del estado de Paraná. El anterior gobernador había solicitado al presidente un presupuesto de 200 millones de reales para descontaminar la Bahía Lixo. El dice que lo hace por 200.000. Su programa se titula: “El pescado que no es pescado”. Los habitantes de Bahía Lixo son pescadores de muy bajos recursos. El día que no hay pesca, no comen. Lerner propone: “Si el pescador pesca una botella, una lata, un neumático, que lo traiga al basurero y se lo cambiamos por comida”. Así piensa no sólo solucionar la limpieza de la bahía, sino alimentar a su gente y comprometerlos con la descontaminación, el mayor desafío actual del urbanismo. Parece una locura, pero basta visitar Curitiba (ciudad de la que fue alcalde) para creerle. Es un modelo a imitar: en transporte, limpieza, conservación edilicia y en finanzas también. Según él, ninguno de los dos fundamentalismos actuales se ocupan de la ciudad: ni el corporativismo, ni el monetarismo. Es la gente la que debe ocuparse. ¿Cómo se hace para cambiar las cosas? “El diseño urbano que desarrollen los arquitectos tiene que contar con el consenso de la mayor cantidad posible de ciudadanos. Para lograr eso el proyecto tiene que ser un deseo de la mayoría. Una ciudad es un hacer colectivo, donde todos tienen necesidades y sueños”.

Salida Alguien decide retirarse de la sala durante la conferencia de Zaha Hadid, arquitecta de Bagdad. Ella se enoja por el micrófono: “Miren a ese hombre, diciéndome que lo estoy aburriendo”.