Hay historias que -en su aparente simpleza- no hacen más que revelarse como complejas y dignas de múltiples lecturas. La historia que cuenta una película llamada The Truman Show, por ejemplo. La atribulada vida, transmitida en vivo, todo el día y a todo el mun-do, de un hombre común que ignora la atípica tras-tienda de su existencia: ser más personaje que persona, ser protagonista de un programa de televisión visto por todo el mundo. Menos por él.
Por RODRIGO FRESAN
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