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Vale decir


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Cuando los grasas vienen marcando

Una docena de años juntos y creciendo, cinco álbumes desbordando hits donde el fino sentimiento popular comulga sin ascos con la bestialidad de la monada, hacen de Los Auténticos Decadentes un fenómeno tan atípico como necesario. Exitosos en serio, felices de ser como son y sin pretensiones de ser otra cosa, la mística decadente es explicada en estas páginas por Jorge “Perro Viejo” Serrano, principal compositor y autor intelectual de todos los crímenes que se le adjudican a la ya -con justicia- legendaria banda. Pizza y fainá pa’ todo el mundo.

Por SANTIAGO RIAL UNGARO

En Supersónico (1991) -segundo disco de Los Auténticos Decadentes- hay una extraña canción llamada “La pizza con fainá” que captura, con una sola frase, toda la singularidad de la banda y la actitud filosófica que los hace ser los que son. Allí, Cucho -cara visible y payaso más conocido de ese combo musical-circense- grita, con emoción e incomprensible orgullo: “Yo ¡seré un grasa toda mi vida!”. El amor por lo grasa, lo ridículo y lo vulgar es lo que signa la propuesta estética de Los Auténticos Decadentes. Tal vez justamente esa irreverencia -la de asumir estas características como algo irrevocable- sea lo que los convirtió en un grupo bailable tan efectivo como efervescente. Fiesteros, grasas y argentinos, Los Decadentes ya llevan doce años de existencia en los que, tragando champagne en vasitos de plástico, masticando pizza con fainá y conjugando una absoluta falta de pretensiones y de prejuicios musicales, han logrado convertirse en uno de los pocos fenómenos musicales masivos y populares no digitados por un estudio de marketing.

Jorge “Perro Viejo” Serrano, principal compositor de la banda, y responsable intelectual de esa enigmática declaración de principios, dio la bienvenida a Radar invitando (como corresponde) con un vaso de vino tinto y rememorando divertido: “Cuando los pibes escucharon por primera vez el tema, me dijeron ‘Con esto vas a tener que convivir toda tu vida’”. En esa canción hay una afirmación del orgullo del grasa, pero en mi caso todo proviene de una simpatía del corazón, porque yo en realidad no soy un grasa verdadero. Yo provengo de la clase media y soy un tipo cultivado, que lee. En muchos aspectos, soy recontrafino. Nuestra mirada a lo grasa es siempre una mirada de extranjero. Pero es una mirada de respeto, nunca es una mirada de gaste”.

¿SON O SE HACEN? Serrano -quien vive en Villa Gesell con su mujer y sus tres hijitas- sabe de antemano que hay preguntas obvias e inevitables que exigen respuestas prontas y contundentes. “Siempre que sale un disco nuevo, surgen las preguntas de siempre. ¿Siempre se divierten tanto? ¿Ustedes están todo el tiempo contentos? ¿Nunca están tristes? Es un planteo que es externo, porque la verdad es que nosotros, cuando estamos todos juntos, la pasamos bárbaro. Para nosotros tocar música siempre fue como un juego, algo divertido que además nos permite tener experiencias increíbles. Por ejemplo, hace un par de semanas que tocamos en Córdoba con la Mona Giménez. Hace años que lo admiramos como músico, así que imaginate que participar de ese ritual casi religioso que se da en sus shows fue una de las experiencias más fuertes de nuestras vidas”. Está claro entonces que Serrano va a ser un grasa toda su vida. Pero en realidad ¿de qué hablamos cuando hablamos de grasa? Tal vez todo sea mucho más simple, y tenga que ver más con una admirable falta de prejuicios culturales que le permite al grupo acceder a información musical que a menudo se descarta de antemano. “Yo no sé quién define que algo es grasa o no. Una canción de amor de ska jamaiquino está aceptada como algo cool, pero en cambio una canción de amor de cumbia es una grasada. Sin embargo, musicalmente, son muy parecidas. La única diferencia es que la cumbia está en castellano. A mí siempre me pareció una estupidez pensar que un género musical puede ser grasa”. Serrano tal vez sea grasa, pero no estúpido.

DOCE AMIGOS SIEMPRE FUIMOS Excelente anfitrión -ya se dijo-, Serrano ofrece queso y se remonta a mediados de los 80, a los comienzos de la banda. “Empezamos como lo que somos: un grupo de amigos. Cucho, Nito y Pablo habían prometido tocar en una peña a fin de año, y una semana antes de tocar me les sumé. Tocamos cinco temas, que eran todos los que teníamos: ‘Pastas y Vino’, ‘El Jorobadito’, ‘Divina decadencia’, ‘Loco tu forma de ser’ y algún otro más. Al final tuvimos que repetir un par de temas porque nos pidieron bises. Cuando uno es joven y tiene ganas de salir a gritarle al mundo, la música es un medio inmejorable, ya sea para protestar o para cantar una canción de amor. A veces estar en una banda significa algunos privilegios: estar en un lugar en el que las chicas te den más bolilla, que te den tragos, poder entrar a un boliche gratis. Son todas las cosas que pensás cuando te metés en la música”.

LA MULTIPLICACION DE LOS DECADENTES Primero eran tres, un buen nombre y una mentira. Luego cinco, con los temas de Serrano. Para la grabación de El milagro argentino, su primer disco (en aquellas doradas épocas aún se editaban discos en vinilo), ya eran once. Y para la grabación de Supersónico, Los Decadentes ya eran doce. “La mayoría de los que se fueron sumando eran amigos que se subían a cantar y no se bajaban más. Otros tal vez decían: ‘Uy, mataría comprarme un saxo o una trompeta’. Hasta el día de hoy hubieron pocos cambios, y siempre en los mismos instrumentos”. Situados en esa amistad dionisíaca y fiestera, Los Decadentes modelo ‘98 son a esta altura el resultado de un tan bizarro como exitoso experimento que consigue que una larga fiesta de egresados mute a una tribu que no sólo funciona muy bien empresarial y artísticamente sino que, también, a juzgar por las apariencias, resulta divertida. “Funcionamos como una familia, donde tal vez el tío habla mal de la cuñada; pero no pasa nada, porque igual siguen todos juntos. Es más fácil llevarse bien con doce personas que con un matrimonio. Con uno tal vez me llevo mejor para ir a comer, con el otro tal vez para ir al cine, con aquél tal vez puedo charlar sobre ciertas cosas”. ¿Pero cuál es entonces la clave de la familia decadente? Serrano no lo duda: “Nos gastamos a morir entre todos. Tal vez a alguno le pasa algo denso, y, en vez de palmearle la espalda, lo gastamos. Podemos hacer eso porque hay respeto y cariño, pero en Los Decadentes, si hay algo que te da vergüenza, te van a gastar hasta que se te pase. Para siempre”.

YENDO DE LA DISQUERIA AL GARAJE Al margen de la amistad y de la camaradería de Los Decadentes, lo que realmente da sustento a sus delirantes y dicharacheros shows son las canciones. Ese tipo de canciones que cualquiera puede cantar pero casi nadie componer. Compuestas en su mayoría por Serrano (mención aparte merecen las escasos pero siempre nutritivos temas que aporta Diego Demarco), Los Decadentes beben y comen en muchas fuentes musicales que pueden ir desde Raphael hasta el punk, pasando por grupos cuarteteros y de cumbia, hasta llegar a Bob Marley y Bob Dylan. “Ahora estoy escuchando el último disco de Dylan, y es increíble cómo canta, las letras, todo”. ¿Pero cómo? ¿Serrano entiende inglés? “Yo nací en Estados Unidos. El primer idioma que hablé es el inglés, vine acá a los 5 años. Pero mis viejos son argentinos y yo siempre me sentí argentino. Además mi apellido es Serrano, así que, aunque tenga pasaporte norteamericano, para ellos yo siempre voy a ser un chicano”. Confirmando aquello de que el aprendizaje del músico pop está relacionado con su capacidad de alimentarse y asimilar discos, Serrano, antes de convertirse en el excepcional songwriter que todos, de alguna manera u otra, conocemos, fue un coleccionista de discos. “Llegué a tener muchos discos. También tuve una disquería, que fundió porque compraba discos de punk que, en esa época, me gustaban solamente a mí. Coleccioné discos hasta los 20 años. Después los regalé o los vendí, no sé. Me acuerdo de que en ese momento le dije a un amigo mío con el que también escuchaba mucha música: ‘Ya está. Ya incorporamos. Ahora hay que hacer algo, aunque sea una mierda’. El primer tema que compuse fue ‘Pastas y vino’, un rock influenciado por Riff y Dulces 16. Después llegué al punk, y empecé a tocar la guitarra con Fidel en Todos Tus Muertos”. Pero, a pesar de esta importante experiencia como guitarrista en Todos Tus Muertos (para los que compuso sus temas más conocidos como “Gente que no”, “El Espejo” y “Tango traidor”), Serrano reconoce a Los Beatles como el “primer grupo que me permitió dejar de escuchar lo que pasaban en la radio. Era un grupo que hacía canciones sobre cualquier cosa. También hubo un hecho que cambiaría mi concepción musical: un día un amigo mío, Fabián Sayans, me mostró un tema que le había compuesto a su novia, una cumbia con una onda Cacho Castaña. Yo no sabía si me estaba cargando o qué, pero el hecho es que me hizo dar cuenta de lo tarado que era ese prejuicio. Y también fue muy importante, aunque tal vez no se note, The Velvet Underground. Yo antes escuchaba Led Zeppelin, pero era otra cosa; porque me parecía imposible tocar como Jimmy Page. En cambio Velvet sonaba como un grupo de barrio tocando en un garaje, te dabas cuenta de que vos también lo podías tocar y que a la vez era muy sofisticado”.


SIEMPRE que sale un disco nuevo, surgen las preguntas de siempre. ¿Siempre se divierten tanto? ¿Ustedes están todo el tiempo contentos? ¿Nunca están tristes? Es un planteo que es externo, porque la verdad es que nosotros, cuando estamos todos juntos, la pasamos bárbaro. Para nosotros tocar música siempre fue como un juego, algo divertido que además nos permite tener EXPERIENCIAS INCREIBLES


CHANTAS FOR EXPORT Desde sus comienzos cantando con amigos en una peña, hasta su último disco Cualquiera puede cantar (1997), Los Decadentes han ido superando prejuicios y logrando lo que pocos grupos argentinos han sabido conseguir: un estilo propio y original. Pero, en todo momento, la mística decadente fue la misma: cualquiera puede hacer música. Definitivamente instalados en la chantada alegre del músico vago que sólo busca divertir, Los Decadentes pueden haber evolucionado durante todos estos años -tanto en el aspecto musical, como en lo que se refiere a la producción artística-, pero la canción sigue siendo la misma: lo suyo puede sonar más desprolijo o puede tener algún arreglo más o menos sutil; pero el sonido de la banda sigue siendo el bramido distorsionado y azaroso de una fiesta de casamiento con toda la familia borracha cantando a los alaridos. Lo que hace que -para los oídos más sensibles (o prejuiciosos)- su música sea, inevitablemente, un terreno prohibido y peligroso. “Nosotros somos un grupo que estamos tocando en vivo y todos nos equivocamos constantemente. Y nadie le dice nada a nadie. No nos lo podemos sacar y, a la vez, no nos interesa porque los shows del grupo son muy calientes y efectivos. Nosotros somos un grupo de baile. Como grupo de rock (porque si nosotros pertenecemos a algo es al rock), los músicos ingleses y norteamericanos siempre llevaron la batuta. Por eso me parece absurdo pretender competir con ellos a nivel rock. Para mí es más valioso que tu música se pueda nutrir de cosas del lugar en donde estás, que muestre algo propio. Nosotros exportamos al Chanta Argentino. No hay diferencias entre la actitud de Sid Vicious y la del chanta que sale a tocar así nomás”.

GENTE QUE SI Tal vez Serrano no haya armado una orquesta de músicos virtuosos para tocar sus temas. Pero, por lo menos, el autor de “Gente que no” se rodeó de gente que le dice sí al cualquierismo musical. “Todo lo que nos pasó con el grupo se dio por no decir nunca que no. Cuando empezamos a tocar no nos importaba qué género era, si era un tema punk o un ska. La actitud era: ¿Qué tenés? ¿Un bolero? Dale. ¿Un tema de jazz? ¿Sabés los acordes? Buenísimo. ¿Sale mal? Tocamos igual. No importa. Y aunque hayamos aprendido mucho en todo este tiempo la actitud es la misma. Cualquiera puede traer un tema y cualquiera puede cantar”. De hecho, en los últimos discos cada vez componen más el resto de los integrantes. Como muestra está “Los Piratas”, un himno a la infidelidad compuesto por Pablo ‘Chuki’ Armesto. “También hay un deseo de integración. Cantar con Alberto Castillo, que tiene 80 años, es integración generacional. Hay temas nuestros que les gustan a chicos de 6 años. Yo creo que en realidad más que un grupo pop nosotros somos un grupo folklórico. A nosotros cualquier cosa nos puede influenciar. Más que creadores nosotros somos transmisores, recicladores”.

EL CUALQUIERISMO ES UN HUMANISMO Después de cinco discos editados, una docena de hits incorporados en el inconsciente colectivo, cientos de shows y 6 temas adaptados por las hinchadas de fútbol, Los Auténticos Decadentes, más allá de las incomprensiones o faltas de reconocimiento, ya ocupan su propio espacio: su música está en el aire. “A nosotros nos pasó mucho de que desmerecieran lo que hacemos, que no reconocieran el amor y la dedicación con la que hacemos música. Nosotros nos vimos siempre obligados a confiar en nosotros mismos. El manager es el guitarrista, nuestro agente de prensa es el percusionista, los videos los estamos haciendo nosotros y están buenísimos. Es que generalmente nos encontramos con que no sabemos con quién trabajar. Es una situación muy rara (se ríe). Yo soy muy feliz con nuestra situación (se vuelve a reír). Es buenísimo. Y desconcertante. Nosotros hacemos lo que podemos. No nos pidan lo que no podemos.”
Y se sigue riendo.