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Marilyn Manson

Por BRUNO GALINDO, desde Los Angeles

Uno espera a una criatura deliberadamente repugnante y no muy bien de la cabeza. Pero se encuentra a un tipo educado, de rostro aniñado y con el cerebro perfectamente en marcha. ¿Sorpresa? Está claro que Brian Warner juega al juego cuando, como y donde le interesa. Hay que hacer un esfuerzo para reconocer en este hombre a Marilyn Manson. Hoy el cutis descansa: nada de Max Factor hasta la próxima sesión de fotos. El pelo limpio, largo, lacio y con un mechón rojo. Un suéter naranja ajustado y uñas del mismo color. Un anillo como una pelota de golf, con un moscón dentro, galvanizado en ámbar. Pantalón negro a rayas y botas como de pisar palomas. Brian Warner y Marilyn Manson nacieron, respectivamente, en 1969 y 1990, en Fort Lauderdale (Florida). A lo largo de esos 21 años se gesta una mutación “de gusano a mariposa”: el gusano es un niño de la clase media atormentado por la religión, los traumas de su padre (un veterano de Vietnam reciclado en vendedor de alfombras) y la imagen furtiva de un abuelo con la tráquea agujereada, cuya mayor pasión es vestirse de mujer y masturbarse en el sótano. ¿Y la mariposa? Nace el día en que Brian asume que ese monstruo al que busca todas las noches bajo la cama es, en realidad, él mismo. Así, al menos lo cuenta en su autobiografía, The long hard road out of hell (“La larga y dura carretera de salida del infierno”), que abre con una dedicatoria a sus padres (“Que Dios los perdone por haberme traído al mundo”) y cierra con la siguiente información anatómica: “Marylin Manson tiene más de 450 cicatrices, sin contar las mentales”. Entre una y otra, hay multitud de confesiones y recuerdos de una niñez anestesiada, que transcurre entre la iglesia y el centro comercial, escuchando a Kiss y Black Sabbath, leyendo a Nietszche, Orwell, Lautremont. Para no mencionar las historias de cama (menciones especiales a su ex, la porno-star Traci Lords; a Michael Stipe, el cantante de REM; y a Trent Reznor, el líder de Nine Inch Nails), las drogas (Manson llegó a fumar polvo de huesos humanos), el satanismo (Anton LaVey, fundador y líder de la californiana Iglesia de Satán, lo nombró reverendo de su orden), los hospitales, comisarías y retretes varios y, en especial, su particular visión del mundo del rock and roll. Porque, a finales de los 80, Manson trabajó como periodista musical en una revista underground de Florida.

¿Cómo recuerda aquella época?
-Fue un período muy breve de mi vida, cuando todavía estaba pensando qué quería hacer exactamente. Yo diría que fue mi punto de inflexión, antes de entrar en la música. Mi nueva personalidad ya estaba formada, pero en la intimidad, y aquello me dio el coraje para montar mi grupo, Marylin Manson & The Spooky Kids. Una vez que pisé un escenario, en el ‘90, nunca volví atrás. No estoy especialmente orgulloso de las entrevistas que hice (Debbie Harry, Malcolm McLaren, Red Hot Chilli Peppers, entre otras); sólo de algunos cuentos y poemas.

Marilyn Manson

Sin embargo así conoció a Trent Reznor, quien lo fichó para su sello discográfico y fue su mentor.
-Trent sigue siendo el jefe de mi compañía. No sé si somos amigos; es difícil decirlo. No hemos hablado en dos años. Supongo que no somos enemigos, pero no nos hablamos.

Fue durante una gira con él que conoció al satanista Anton LaVey.
-LaVey fue un gran amigo. Hablamos mucho del mundo, de política y religión. pero nunca he intentado comunicarme con él después de su muerte. Aun cuando a veces me pregunto qué pasa después.

¿Qué opina de los telepredicadores?
-Que no son muy distintos a mí. Actúan, la gente los escucha y les paga. Yo hago lo mismo. Pero al menos hay una diferencia: ellos tratan de convencer de que lo que están diciendo es la verdad. Yo digo que todo en este mundo es mentira.

¿A quién le debe más, a sus fans o a sus detractores?
-Gracias a ambos sé que lo que hago todavía es importante. Lo que creo es que, si no consigues provocar a la gente, esto es una pura mierda.

Alguna vez declaró que su satanismo era realmente una apuesta por la individualidad. ¿Cómo explica entonces que su público más fiel vaya a sus conciertos disfrazado de Marilyn Manson?
-El rock and roll es como la religión: uno lucha contra lo mismo en uno y otro terreno. Intenté hablar de eso en mi disco anterior; ahora no me importa lo que hagan o sientan los demás. Mi nuevo disco no tiene que ver con ninguna idea de religión ni de Dios. La transformación se ha completado. He hecho un viaje y he llegado lo más lejos que pude: hasta aniquilar mis sentimientos. Mi nuevo disco es prácticamente opuesto a Antichrist Superstar: está enfocado en mi propia alma y habla de recuperar las emociones, de mirar al resto del mundo y buscar la espiritualidad.

¿Por qué vive en Hollywood, entonces?
-Vine a vivir aquí hace unos diez meses, y empecé a grabar Mechanical Animals en mi casa. La mayor parte la escribimos con guitarra acústica entre Twiggy Ramírez (su bajista) y yo. Cuando comprobamos que funcionaba, contratamos a un coproductor, Michael Beinhorn (el técnico del último disco de Hole, el grupo de Courtney Love) y entramos a grabar. Después vino el título. Yo veo a las personas como una especie de androides, de animales mecánicos.

El sonido del disco recuerda al glam-rock de David Bowie y Marc Bolan...
-He querido rendir tributo a esas y otras músicas que escuché de pequeño, desde los Beatles a Pink Floyd y los Stooges de Iggy Pop... Estas nuevas canciones harán entender mejor de dónde viene lo que hago. ¿Será el disco que logre que por fin me tomen en serio? Yo no diría que éste es más serio que los anteriores. Pero sí que éste es muy diferente. Es más tradicional, orgánico y rockero. No hay tecnología. Las letras reflejan vulnerabilidad. Y la música, desafío.

Se dice que en sus grabaciones corren las drogas y que se trabaja con técnicas poco comunes.
-Es cierto que en el pasado utilizamos métodos poco usuales, como la privación del sueño. En Antichrist Superstar trabajamos con mucha presión y utilizamos las drogas de la manera equivocada. En este disco no hemos trabajado con tanta presión, de modo que las drogas están presentes por motivos mucho más positivos. Este es un disco alucinado porque así es mi visión del mundo.

Una de las nuevas canciones se llama “Rock is dead”...
-Es una declaración sarcástica que habla de cómo la gente conservadora está intentando matar al rock and roll haciendo de esto algo aburrido y seguro. También habla de cómo la industria de la música ha contribuido a devaluarlo hasta su situación actual, por debajo del rap y de la música bailable. La honestidad es peligrosa porque siempre hay quien quiere cocinar las cosas para que la gente pueda tragarlas. Y yo prefiero dejarlas crudas.

¿Se definiría como una persona feliz?
-Más bien satisfecho, ahora que he terminado mi disco.

¿Se droga mucho últimamente?
-A veces. Pero ya soy capaz de dormir con la luz apagada. Eso sí: siempre dejo la tele encendida.

¿Hay algún libro en su mesa de luz?
-Un mundo feliz, de Huxley. La claridad oscura, de Philip K. Dick. Yo, robot, de Isaac Asimov.

¿Quién sería si fuera mujer?
-Marilyn Monroe, probablemente.

¿Tocaría para el Papa, como Dylan?
-Mejor le daría drogas. Lo veo muy tieso, debería divertirse más.