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EL FUTURO DEL LIBRO

Por UMBERTO ECO

Sin el invento del daguerrotipo, el impresionismo no hubiera sido posible: los pintores ya no se sintieron obligados a servir como meros artesanos encargados de reproducir la realidad tal y como creemos que la vemos. Y, desde luego, la aparición del cine o de las tiras cómicas ha liberado a la literatura de ciertas tareas narrativas que tradicionalmente tenía que llevar a cabo. Pero, si existe algo llamado literatura posmoderna, es porque se ha visto muy influida por las tiras cómicas o el cine. Esto significa que, en la historia de la cultura, nunca nada ha acabado con nada. En todo caso, lo ha cambiado profundamente.

Existe una confusión sobre dos cuestiones distintas a la hora de discutir el futuro del libro: a) ¿las computadoras harán que los libros queden obsoletos? y b) ¿las computadoras harán que el material escrito e impreso quede obsoleto? A mi entender, la verdadera oposición del futuro no es entre computadoras y libros, entre escritura electrónica y escritura impresa o manual. He mencionado otras veces la primera falacia de McLuhan, según la cual la galaxia visual ha sustituido a la galaxia Gutenberg. Su segunda falacia es la declaración de que vivimos en una nueva aldea global electrónica. Desde luego vivimos en una nueva comunidad, electrónica y bastante global. Pero no es una aldea, si por ello se entiende un asentamiento humano donde la gente interactúa directamente entre sí. El verdadero problema de una comunidad electrónica es la soledad.

Supongamos que las computadoras acaban con los libros (no creo que eso ocurra, pero supongámoslo por ahora). Aun así, esto no supondría la desaparición del material impreso. Hemos visto que era un poco ilusorio esperar que las computadoras contribuyeran a salvar los árboles. Podemos imaginar una cultura en la que no haya libros, y aun así la gente vaya con toneladas de hojas de papel sin encuadernar, impreso por computadoras. Esto sería bastante incómodo, y plantearía un gran problema a las bibliotecas. Que la civilización hebrea se basara en el libro tiene mucho que ver con el hecho de que fuera nómada: los egipcios podían grabar su historia en obeliscos de piedra. Moisés debió cruzar el Mar Rojo: no podía llevar la sabiduría en un formato que no fuera transportable.

Los libros también tienen una ventaja con respecto a las computadoras. Aunque impresos en papel ácido (que sólo dura setenta años), son más duraderos que los soportes magnéticos. Además, no sufren cortes de corriente y son más resistentes a los golpes. Los libros todavía representan la forma más barata y práctica de transportar información. La comunicación electrónica viaja por delante de nosotros, los libros viajan con nosotros a nuestra velocidad. Los textos electrónicos necesitan una estación de lectura y un dispositivo de decodificación: los libros siguen siendo los mejores compañeros para un naufragio o para el Día Después. Estoy seguro de que las nuevas tecnologías volverán obsoletas las guías telefónicas, las enciclopedias y los manuales. Tomemos por ejemplo el proyecto Enciclomedia (desarrollado por Horizons Unlimited). Cuando esté terminado, contendrá probablemente más información que la Enciclopedia Británica y la Larousse, con la ventaja de que permite referencias cruzadas y recuperación no convencional de información. Todos sus compact-discs, más la computadora, ocuparán una quinta parte del espacio ocupado hoy en día por una enciclopedia. La enciclopedia no se puede transportar, ni actualizar fácilmente. Las estanterías ocupadas hoy en día por metros y metros de enciclopedias, tanto en hogares como en bibliotecas públicas, quedarán eliminadas, y no habrá motivo para lamentar su desaparición.

Pero los libros seguirán siendo indispensables no sólo para la literatura sino para cualquier circunstancia en la que uno deba leer con atención: no sólo recibir información sino también especular y reflexionar sobre ella. Leer una pantalla no es lo mismo que leer en papel. Pensemos en el proceso de aprender a utilizar una pieza de software: generalmente aparecen en pantalla todas las instrucciones necesarias, pero los usuarios que desean aprender suelen imprimir las instrucciones y leerlas como si estuvieran en forma de libro, o bien compran un manual (dejemos de lado elhecho de que los manuales que vienen con las computadoras están escritos por idiotas irresponsables y tautológicos, mientras que los manuales comerciales están escritos por gente inteligente). Es posible concebir un programa visual que explique muy bien cómo imprimir y encuadernar un libro, pero para saber cómo escribir un programa de computadora debemos recurrir a un manual impreso.

Después de pasar no más de doce horas frente a una computadora, tengo los ojos como dos pelotas de tenis, y siento la necesidad de sentarme cómodamente en un sofá y de leer un periódico, o tal vez un buen poema. Creo que las computadoras están difundiendo una nueva forma de cultura pero son incapaces de satisfacer todas las necesidades intelectuales que despiertan. En mis períodos de optimismo, sueño con una generación informática que, obligada a leer en una pantalla, se familiariza con leer así pero, en un momento dado, se siente insatisfecha y busca una forma de lectura diferente, más relajada y con unas exigencias distintas.

Fragmento del epílogo de Umberto Eco para la compilación de Geoffrey Nuremberg titulada El futuro del libro: ¿Esto matará eso?, que acaba de publicar Paidós.

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