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Por Horacio Bernades
El corazón del asunto es un disquito de forma y tamaño similares a los de un compact disc, en el que vienen almacenadas imágenes de audio y video. En su versión comercial, el DVD consiste en una película y un menú de chiches anexos. Estos "chiches" incluyen distintas alternativas de doblaje y subtitulado, entrevistas, making off de la película, una data complementaria, en muchas ocasiones también el trailer o "cola" de la película. Para ver un DVD, se requiere contar con una lectora ad hoc, semejante -en su aspecto, al menos-- a las reproductoras de video. El costo de cualquiera de las lectoras que se consiguen actualmente en el mercado (Philips, Sony o Toshiba) ronda los $ 1000. Aunque todo el mundo asegura que, en unos meses, deberán bajar (en Estados Unidos ya se consiguen a U$S 250). Hace un par de semanas, un hipermercado puso en venta unas máquinas a sólo $ 700, y al cabo de unas horas se habían vendido todas. Claro que se trataba de una oferta imposible de sostener con continuidad, y además esas lectoras eran de las llamadas "multizona". ¿Qué es una lectora "multizona"? Para explicarlo, hace falta retrotraerse casi dos años, hasta el momento en que los dueños del negocio se repartieron el mundo. Para el desarrollo y lanzamiento a escala mundial del sistema DVD, concurrieron dos patas del negocio: los fabricantes de películas (Warner y Columbia, fundamentalmente) y los fabricantes de tecnología (Philips y Sony, en un primer momento). Entre todos decidieron --como si se tratara del acuerdo de Yalta, en versión fin de siglo-- dividir el mundo en zonas, supuestamente el único modo de tener a raya la piratería. El sistema, que se encuentra en plena vigencia, contempla seis áreas para la comercialización de DVD. Estados Unidos es obviamente la zona 1, y Argentina y el resto de Latinoamérica conforman la zona 4. En un primer momento, se dijo que franquear las zonas (importando DVD zona 1 a la Argentina, por ejemplo) era considerado delito. Actualmente, ya no. En cualquier casa de audio o de discos en Argentina, pueden conseguirse discos zona 1, a unos $ 40. Mientras que los nacionales (zona 4) andan alrededor de los $ 30. Hay que hacer dos salvedades: 1) sólo las lectoras "multizona" permiten decodificar DVD zona 1 (y no es fácil conseguirlas) y 2) desde hace unos meses, los DVD zona 1 no incluyen subtítulos en castellano, por lo cual este mercado queda reducido al pequeño grupo de usuarios políglotas. Aun así, ¿tiene alguna ventaja comprar DVD importados? En términos de calidad, ninguna, ya que la tecnología es la misma. Sí en términos de variedad de elección: mientras que en Estados Unidos la producción crece y crece (a la fecha, hay editados varios miles de títulos, y todos los meses salen al mercado varias decenas más), aquí todavía se está en los comienzos. La ola argentina del DVD empezó hace exactamente un año, cuando la editora LK-Tel (que representa a la Columbia) lanzó su primer paquete de títulos. Recién en diciembre se sumó AVH (que cuenta con el catálogo completo de Warner, Paramount y Universal). Entre ambas lanzaron al mercado un centenar de títulos (ver recuadro). Pero los DVD no sólo se compran; ahora también se alquilan, a sólo tres pesitos, en videoclubes de punta. Y el día de mañana se podrán grabar (ver Play). De resultas de lo cual, en el siglo XXI el VHS habrá pasado a ser un recuerdo. Así aseguran, al menos, los gurúes del DVD.
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