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LA GUIONISTA PAZ ALICIA GARCIADIEGO CUENTA COMO ADAPTO A GARCIA MARQUEZ

El coronel sí tiene quien lo escriba

Luego de años de negociaciones entre su marido, el realizador mexicano Arturo Ripstein, y el colombiano, la escritora empezó a cumplir con un sueño riesgoso: trasladar al cine la historia de "El coronel no tiene quien le escriba". Gabo sólo dio su aprobación cuando vio el film, ya concluido.

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Por Ana Bianco
Desde México DF


t.gif (67 bytes)  La escritora Paz Alicia Garciadiego comparte la vida cotidiana y la cinematográfica con elna29fo02.jpg (6597 bytes) director mexicano Arturo Ripstein, considerado por buena parte de la crítica internacional como el más importante de los realizadores latinoamericanos vivos. El film El coronel no tiene quien le escriba, adaptación del ya mítico libro del colombiano Gabriel García Márquez es el octavo guión que escribió para su marido y, además, el más complicado. Sus anteriores trabajos le han proporcionado a Garciadiego premios internacionales, como el otorgado por la Fundación del nuevo cine Latinoamericano por La reina de la noche y la Osella de oro en el Festival de Venecia por Profundo carmesí. En este caso el premio fue previo a la labor: la autorización de García Márquez para que les metiera mano a sus personajes fue un acto de confianza más que notable. La primera versión fílmica de El coronel... contó con una inversión superior a los 2.000.000 de dólares, proveniente de capitales de México, España y Francia, y fue filmada en escenarios naturales de Veracruz. En esta entrevista, la escritora cuenta detalles de cómo recibió la "bendición" del premio Nobel y detalla las dificultades en la adaptación. El film fue protagonizado por la española Marisa Paredes (Tacones lejanos, Profundo carmesí) y el mexicano Fernando Luján (Mirada de mujer) y cuenta con una participación especial de la sensual Salma Hayek, a esta altura una estrella del cine de Hollywood.

--¿Cómo fue el proceso que derivó en que usted escribiera el guión, y no, por ejemplo, García Márquez?

--El coronel... tuvo dos etapas. Una, la obtención de los derechos. Fueron dos años dena29fo01.jpg (5641 bytes) negociaciones con Carmen Balsells, agente literario de García Márquez, que de entrada dejó claro que no iba a hacer él ese trabajo. En esos años no toqué el libro. Soy supersticiosa y pensé: "Si lo leo, no se filma". Lo cargué a todos los puntos del mundo. Es el libro más viajado, pero nunca lo abrí. Con la firma del contrato empecé a trabajar. Estaba asustada. Recordé que giraba en torno de una trama muy chiquitita. Mi preocupación principal, mi angustia durante esos dos años era saber si me alcanzaba para escribir un largo. En La mujer del puerto, el flashback forma parte de la estructura misma del relato. En El coronel..., como funcionaba como alargue, lo deseché. Otra posibilidad consistía en ampliar el cosmos social del coronel y meterme en las vidas de los otros integrantes del pueblo, pero finalmente la descarté porque tenía la sensación de estar haciendo una película menos mía.

--¿Cómo resolvió ese inconveniente?

--Empecé a leer la novela y escribí el guión de un tirón y completé justo las 97 páginas, medidas y calibradas. Escribí el guión a ojos cerrados en el '96. La escritura del primer tratamiento me demandó dos meses. Uno no termina de escribir un guión hasta cuando se está filmando. Lo hice con mucho placer. Es un texto que tiene ritmo de cuerpo humano y te agarra. Me lo apropié y el truco fue convertir a la novela de García Márquez en un guión mío y en una película de Ripstein.

--Con la relectura del cuento, ¿qué aspectos nuevos encontró?

--Sabemos de un coronel que espera una pensión. Otros me señalaron un gallo de peleas en litigio. Esto lo recordaba muy vagamente, es el único vestigio que queda como herencia del hijo muerto. Me planteé recurrir a la emotividad, donde sé moverme mejor y empecé a escribir con esa óptica. Al finalizar el guión no me di cuenta de que en realidad había retratado esa relación de esos padres enfrentados a una mesa vacía y a un cadáver de un hijo que no acaban de enterrar nunca. Cuando finalicé el guión y se lo di a Ripstein, hasta ese momento creí haber relatado una historia entre dos ancianos con una culpa muy grande del porqué se les murió ese hijo. En ese momento me di cuenta de que creé una historia de amor terminal.

--En su guión, ¿mantuvo el estilo narrativo del texto original?

--Mantuve la elegancia de la simplicidad. Procuré no irme por las ramas. Creí en los personajes y los fui siguiendo en una historia que no necesitaba artilugios. Un argumento simple y sencillo se aguanta solo. Esta es la historia más simple de todas las que he escrito. Mantuve el ambiente. Alguien que espera una carta durante 18 años es pasivo. En la novela el personaje de la mujer está muy soslayado, ella acompaña al coronel en sus largas esperas y procura conseguir la comida. En realidad ella es la activa. En el cine el personaje creció a la altura del coronel, y ésa sería la mayor distorsión con respecto del texto.

--¿Cómo se sintió recreando una obra de un escritor estrella?

--Al principio asustada, pero tengo la cualidad de ser desenfadada. El terror con García Márquez se me quitó cuando la saqué de Colombia, le arrebaté su criatura y la traje acá, a Veracruz, donde yo sé cómo se habla, cómo se come y cómo se piensa. El hacerla mía fue la mejor opción. Mi primera película El imperio de la fortuna era una adaptación de Juan Rulfo y éste vivía. Era una remake de otra que habían escrito Fuentes y García Márquez. Gente del Instituto me propuso acercarme esa cinta. Pensé, si la veo tengo dos opciones: o los copio a estos dos nombrezotes o escribo en contra. Finalmente no me decidí por ninguna. Hasta la fecha nunca vi esa película. Rulfo me preguntaba detalles del tipo de si al personaje se le caía el guarache y yo no me acordaba. Hice un pacto conmigo misma que consiste en mantener la lealtad sólo con la película. Mientras más me gusta la historia que voy a adaptar, más tengo que traicionarla por el bien del film. Uno tiene que sacar fuerzas y realizar un acopio de soberbia y decirse a sí mismo: acá lo que se impone es mi criterio como guionista.

--¿Cuáles fueron las mayores dificultades que se le presentaron en esta adaptación?

--En México no hay militares que reciban pensiones desde la época de la revolución, excepto los que participaron en la guerra cristera. Ubiqué la historia de un coronel retirado que peleó en el ejército regular durante la guerra cristera (1926 al 1929). La película está situada en el '49. En el cuento es un general liberal de las guerras colombianas. En México es un librepensador, que estaba --al igual que mi abuelo-- a favor de la educación socialista y de la educación sexual, y así resolví el escollo que se me presentaba con la cuestión militar. Es una novela de atmósfera. El encanto de la película está dado por el uso del tiempo real y lograr que no resulte pesado en pantalla. La dramaticidad la sostuve con el juego de amores y rencores del coronel y su mujer. Es un film sin grandes acontecimientos.

--¿Qué personajes secundarios del cuento toman nueva vida en el film?

--La puta (Salma Hayek), que era la amante del hijo muerto. En la novela es sólo una línea. Me interesaba acrecentar la presencia del hijo muerto en la voz de la prostituta. Di vida al verdadero asesino del hijo (Daniel Giménez Cacho), que en el cuento no aparece y en el film por medio de dos escenitas sumamente chiquitas les saca el jugo. Los padres dicen mi hijo murió por esto y la puta afirma que murió por el destino y es él quien da sus razones de por qué lo mató. El tercer personaje, al igual que la novela, es el cacique del pueblo, el actor Ernesto Yáñez, que En la mujer del puerto hace del dueño del burdel.

--Cuando recrea los personajes, ¿puede abstraerse de los actores?

--Pienso en los actores. México no goza de un gran caudal de actores como en Argentina. Tengo memoria auditiva y me ayudan las voces para construir los personajes. En el caso del gordo Yáñez, tiene un físico horrible y una voz de terciopelo. Me fascina haberlo incluido expresamente con diálogos suavecitos que funcionan como efecto de contrapunto. Quería a Marisa Paredes, como mujer del coronel. Es una actriz muy dúctil, que puede ser dura y suave y maneja bien esas dos posibilidades. Con el coronel no era sencillo, hubo infinidad de rostros en los países hispanoparlantes, inspirados en la literatura. Debía ser un buen actor mexicano y además no muy conocido. Arturo y yo nos acordamos de Fernando Luján, que además cuenta con un físico privilegiado. Es hijo de Alejandro Changueroti, un actor argentino, radicado en México desde los años 40 y de una actriz mexicana. Nació y se crió en el mundo del cine. Luján siempre hizo papeles secundarios, como el amigo del muchachito. Ripstein lo llamó y le dijo: te llamo para el coronel y el actor preguntó cuál es mi papel. El coronel, le repitió nuevamente Arturo, y Luján volvió a preguntar, no le entraba que le estaban ofreciendo el protagónico. El éxito le llegó con la novela Mirada de mujer y en El coronel... está fantástico y entrañable. Con Fernando Luján me manejé con la intuición al verlo en películas malas, capté detrás a un excelente actor.

--La actitud de García Márquez de no leer previamente el guión y no estar presente en el set de filmación ¿a qué respondió?

--Absoluta confianza. El nos pidió que la hiciéramos. Soy muy supersticiosa y calculo que García Márquez es igual de supersticioso que yo. El primer día de filmación me visto de rojo y para los siguientes tengo otros rituales. Cuando comienzo a escribir un guión, compro flores blancas, ordeno mi estudio para que parezca bonito durante todo el tiempo que escribo y después elijo la música ya que yo escribo siempre con música y para cada película es siempre el mismo disco. Mientras escribía El coronel... escuché a Ella Fitzgerald, Cole Porter y canciones de los años cuarenta, porque sí. Nunca pensé que le iba a ir esta música al coronel. Cuando terminé el guión se lo llevé y luego cenamos juntos los tres un par de veces y me dijo: no te enojas, te tengo mucha confianza y no quiero meterme. Ni lo leyó. Puso como requisito amistoso no ver la película hasta que no estuviese completamente terminada y en pantalla, para no tener la tentación de meter la cuchara.

--¿Y después de El coronel... qué?

--Estamos con dos o tres proyectos en la cabeza y definiendo cuál vamos a filmar primero. Uno les tiene que dar tiempo a las historias, son ellas que lo llaman a uno. De repente tenés cuatro historias dando vuelta y te aparece una nueva, de esas que como dice Ripstein se convierten en indispensables. Es esa, la que uno se dice sino la filmo me muero. Cuando me surge esa necesidad, me largo a escribirla.

--Como guionista, ¿contempla realizar algún proyecto sin Ripstein?

--Sí. Pero no puedo adelantar nada ya que, como te dije, soy supersticiosa. Empecé a hacer algo este año en Madrid, pero aún no me he sentado a trabajar en serio.

--¿Cómo es la relación con su hija que vive en Argentina?

--Bárbara Caletti es una típica argenmex. Vive en la Argentina desde los cuatro años. Va y viene a México y pasa mucho tiempo conmigo en sus vacaciones. Es absolutamente bicultural. Va a la secundaria y ahora como cualquier joven está agobiada por los exámenes de francés y geografía. Es una adolescente en todo el sentido de la palabra. Odia a Fito Páez y le gusta el cine, por ahora sólo como espectadora.

 

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