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Por Cecilia Sosa "La verdadera función de las cárceles no es resocializar a los detenidos, sino tranquilizar a los que se creen buenos." Con esa certeza y dos diplomas de trabajadoras sociales recién estrenados, Erica Fotti y Liliana Cucut, de 26 y 25 años, cruzan desde hace un año y medio, y totalmente ad honorem, los muros de la prisión para contactarse con los detenidos que asisten al Centro de Estudios de la UBA en la cárcel de Caseros. Todos los lunes, una decena de estudiantes las espera para reflexionar sobre las experiencias que viven en los pabellones, las requisas, los conflictos familiares generados por el encierro y hasta la sexualidad y las perspectivas para cuando vuelva la libertad. "No vamos a dar clase --se apuran a aclarar--. Queremos mostrarle a la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) que los detenidos también pueden producir conocimiento", desafían. Del espacio bautizado "Ave Fénix" surgió también el boletín mensual gratuito "Hablando desde las cárceles", que permite a la voz de los presos escabullirse hasta los pasillos universitarios (ver aparte). Desde mayo del '97, Erica y Liliana intentan, entre mate y galletitas, que los internos alumnos del programa UBA XXII recuperen su palabra. "El sistema carcelario impide la expresión y el desarrollo de sus capacidades. Y la Universidad debería asumir un compromiso para que el centro de estudios sea un espacio donde ellos no se sientan presos, sino estudiantes detenidos", alegan, mientras esperan para ver qué suerte le toca al proyecto que presentaron ante el consejo directivo de la Facultad de Ciencias Sociales en busca de apoyo institucional para sostener la iniciativa. "Fénix, el ave mítica que da nombre a nuestro espacio de reflexión, resurge de las cenizas después de ser derrotada: simboliza los deseos e ideales del grupo", explican Erica y Liliana. Pese al voluntarismo, en el camino no faltaron los obstáculos. "Al principio, a ellos les costaba mucho entender que no veníamos a dar clase, ni a ocupar el lugar tradicional de un profesor", recuerda Fotti. "Nos ponían a prueba todo el tiempo. Después confesaron que era porque no se querían enganchar con nosotras por si dejábamos de venir", agrega. "Ahora hay un vínculo afectivo muy fuerte --comenta Cucut--: nosotras somos su conexión con el afuera y ellos, nuestra razón de estar ahí cada lunes." Para consolidar el grupo, Liliana y Erica combinaron las técnicas de intervención teórica aprendidas en la facultad con otras más novedosas. "Organizamos partidos de fútbol, dramatizaciones teatrales y ping pongs de preguntas y respuestas", cuentan. Hasta que lograron ser aceptadas. "Ahora, los temas surgen espontáneamente y podemos hablar desde cómo se sienten cada día hasta cómo afecta el encierro a sus familias", dice Erica. "Nos interesa investigar y debatir con ellos temas como los orígenes y la historia de la institución carcelaria. También, criticar las nociones de resocialización, pena y castigo. Es importante advertir que los delitos no han sido siempre los mismos." Gracias a la gestión de las trabajadoras sociales de "Ave Fénix", los estudiantes de la Unidad 16 de Caseros tienen su propio carnet de biblioteca. "Al no tener ningún documento en la cárcel, con el carnet pueden identificarse como alumnos de la UBA", dice Erica. Después de recorrer hasta el cansancio distintas editoriales, lograron ampliar el material de la biblioteca del centro universitario y, también, consiguieron organizar un taller de música. Aunque esperan el apoyo institucional de la UBA y la llegada de más voluntarios al grupo, Erica y Liliana no están solas. El Departamento de Trabajo Social adhiere al proyecto que, además, está supervisado por la profesora Maricarmen Bicco. "Ella nos ayuda a planificar los encuentros y también nos da contención", describe Erica. "En la cárcel nada resulta sencillo. Todo el tiempo nos encontramos con situaciones que nos sobrepasan, pese a que el centro de estudios no tiene nada que ver con los pabellones comunes", asegura. Y Liliana apunta: "De todas maneras, que la Universidad pueda ingresar y permanecer en un sistema tan rígido como el carcelario sigue siendo un triunfo cada día".
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