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Cómo hacer una tostada sin moverse de la cama

Un brazo robótico, pensado para discapacitados motrices, fue diseñado por profesionales y estudiantes de Ingeniería de la UBA. En pleno desarrollo, estará terminado a fines de 1999.

El brazo se desliza por la habitación a través de rieles empotrados en el techo.

t.gif (67 bytes)  El brazo se desliza por la habitación a través de rieles empotrados en el techo. Tiene piezas de aluminio, correas, engranajes y seis motores, uno para cada articulación. Su dueño es cuadripléjico, pero a través de un puntero sujetado en su frente puede accionar el teclado de la computadora y darle órdenes a la máquina. Así podrá hacer una tostada, encender el ventilador o tomar un libro de la biblioteca sin otro auxilio que la ubicación de cada cosa exactamente en su lugar, para que las encuentre el brazo robótico, diseñado por un grupo de profesionales y estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la UBA. La imagen corresponde a una situación no muy lejana: el equipo, destinado a personas con discapacidades motrices, está en pleno desarrollo y según sus autores podrá estar finalizado -apoyo económico mediante– a fines de 1999.
El brazo robótico, por ahora, funciona en forma experimental en el Laboratorio Abierto de la facultad. El equipo comenzó a armarse hace un año, sobre la base del proyecto de Alejandro Ferrari, un becario de investigación que sentó las bases para desarrollar varios dispositivos de ayuda para discapacitados motrices, explicó el director del laboratorio, Marcelo Lehmann.
Mediante el brazo artificial, un discapacitado motriz podrá tomar rodajas de pan y colocarlas en una tostadora. Encenderá el aparato mediante la ayuda de otro instrumento, el “domotizador”, también diseñado por los investigadores del laboratorio. Se trata de una central que permite activar, regular y apagar cualquier aparato electrodoméstico, según explicó Miguel Reiser, coordinador del área electrónica del centro experimental (ver aparte).
“Por la complejidad de la problemática de los discapacitados, cada equipo deberá tener un desarrollo especial, para que sea funcional a las necesidades de cada uno”, precisó Reiser. El brazo robótico se maneja hoy con un control remoto, pero puede controlarse con un joystick –que podría estar montado en la silla de ruedas– o a través del mouse de la computadora.
Para ello, será necesario que la persona discapacitada pueda mover al menos una mano. Para el caso de un usuario cuadripléjico –sin movilidad en sus cuatro miembros–, especialistas del Centro Nacional de Rehabilitación Computacional idearon un puntero que va fijado a su frente. Otras formas de conducir el equipo son a través de movimientos de labios, emisión de aire por la boca o mediante la mirada.
Los investigadores están abocados ahora al desarrollo de programas que comprendan los distintos movimientos que puede hacer el brazo y las diferentes funciones que necesita el usuario. “El programa debe tener el plano de la habitación donde está instalado el equipo y la ubicación de cada uno de los elementos que hay en el cuarto. A partir de allí, se diseñan las distintas rutinas para cada actividad”, afirmó Reiser. De esa manera, las órdenes que se le imparten a la computadora serán transmitidas a través de una interfaz, a cada uno de los seis motores que componen la máquina.
El proyecto se financia con el presupuesto de la Universidad. “En un año llevamos invertidos 2800 pesos, aportados por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Facultad”, afirmó Reiser. Para que esté concluido, falta instalar la mano, que está en pleno desarrollo. Según Lehmann, el mecanismo constaría de “dos o tres dedos, en determinada posición de manera que puedan agarrar objetos, como un vaso o un libro”.
Los utensilios de cocina, piensan los investigadores, deberían tener un diseño que facilite su retención, como “un agujero en el mango para que la mano la enganche. “En el caso de los libros, que no pueden adaptarse, el greeper (mano mecánica) podría desplazarlo hacia atrás y dejarlo caer sobre una bandeja que portaría el brazo”, propuso Reiser.
Lehmann afirmó que la intención del grupo es “desarrollar un brazo robótico para discapacitados que sea mucho más económico que los de uso industrial –más robustos, con movimientos más sencillos–, que rondan los80 mil pesos. Según Reiser, un equipo terminado como el que está en el laboratorio, sin demasiadas complejidades, puede costar alrededor de 5000 pesos. Si se apunta a un brazo más sofisticado, que incluyan el desarrollo de inteligencia artificial, el costo puede ascender a los 10.000 pesos.
“Este es un modelo universal, que debe ser adaptado con el trabajo de un equipo interdisciplinario, integrado por kinesiólogos, especialistas en rehabilitación e ingenieros, de acuerdo con las necesidades de cada usuario”, afirmó Lehmann.
El brazo se desplaza hacia la biblioteca. Su dueño escoge uno de los tres tomos de la trilogía Fundación, de Isaac Asimov. Entre historias de robots, medio vencido por el sueño, buscará la tecla precisa y apagará la luz.
Informe: Carolina Sawney (AUNO).

 

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