En su nuevo rol de directora, Teresa Constantini
sostiene, sin embargo, que
|
Por Patricia Chaina Después de dedicarse por mucho tiempo a la producción y a la actuación en cine y televisión, Teresa Constantini se embarcó en su propio proyecto cinematográfico. No se trata de un rótulo, ya que ella escribió el guión, dirigió el film, y actuó como protagonista. La película, aún sin título, cuenta la historia de una directora de cine (Marisa) que está filmando una historia de amor entre un trapecista y una cantante dentro del halo mágico de un circo, pero cuya vida sentimental se mezcla con sus personajes de ficción. En el elenco que la acompaña están Virginia Inocenti, Cecilia Dopazo, Gabriel Goity, Alejandro Awada y Silvia Bayle. Entre ellos, la performance de un grupo de acróbatas ex la Trope distinguió la rutina del rodaje cuando las ambientaciones simulaban la carpa de circo. En la entrevista con Página/12, Constantini cuenta detalles del proyecto que inició luego de ver una función del canadiense Circ Du Soleil: Me impactó el arte, la destreza, la precisión, y la belleza. Manejan una perfección admirable, venida del entrenamiento que les da ser deportistas. Yo creo que eso es el arte, el rigor y transpirar la camiseta, y creo que eso es lo que falta en la Argentina, sostiene. Con respecto a sus trabajos como actriz, ¿qué cosas trata de mantener y cuáles intenta corregir desde este nuevo rol, el de directora? Lo mejor es respetar y querer a los actores. Hacer silencio cuando tienen que estar cuidados. Dejarlos tranquilos cuando se concentran para el personaje, pero después estar mucho con ellos. Repetir la toma si lo piden. No muchos lo hacen, no están acostumbrados. Y como yo sé que ha habido maltrato en eso, las hago de nuevo. Una cosa que aprendí es que los planes de producción tienen que ser reales, para que el equipo pueda trabajar tranquilo. Lo que determina esto es el dinero que se tiene. Ahí están las primeras frustraciones: hay que renunciar a esto o a aquello. Por eso, armar una buena preproducción es la clave para no enloquecer. ¿Cómo es instalarse en ese nuevo lugar y desde lo femenino? La fantasía de que es distinto para las mujeres, la tenemos desde afuera, pero mentiría si dijera que siento cerradas las puertas. Se les han cerrado a todos porque es difícil la situación para la industria. El ser mujer tuvo una connotación densa cuando ingresé al medio, al ir a pelear con un distribuidor, o al ir a pedir algo. Pero hoy no es un problema el ser mujer. Yo he visto parir a los directores que producía, de la misma forma que me pasó a mí en el rodaje. Son situaciones de frustración muy fuertes, la necesidad de que el actor les dé algo determinado y no lo logran, la producción que los apura, se les pincha una locación. Luchar y lograr un proyecto, no es fácil. ¿Qué características del rol de directora la impactaron más? La primera semana cuando fui a ver los campeones, me parecía que estaba viendo la película de otro. Me costaba encuadrarme en el nuevo rol, por haber estado como productora y actriz en otros proyectos. Ahora tenía un lugar diferente. Tomaban cuerpo esas criaturas que había inventado, si bien algunas tenían ya las caras de algunos actores como el caso de Inocenti y Goity (hice un corto como directora el año pasado con ellos, Los dueños de ... y quería que fueran ellos). Pero empezar a ver lo que había imaginado, sentido, intuido y creado, puesto en la boca de ellos y de manera creíble, es una experiencia muy interesante. Si tuviera que definir con alguna metáfora el hacer una película, ¿cuál eligiría? En mi caso, hacer cine es un parto. Tengo cinco hijos, así que sé lo que digo. Además hay un parto en la película. Y además, a los actores los cuido como una madre dándoles el espacio que necesitan, el silencio que necesitan, y a veces los límites que necesitan. Todo esto tiene mucho que ver con la maternidad.
|