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Por Esteban Pintos Ellos quieren sexo, ellas amor. Se trata de dos planetas, Marte y Venus -origen de las especies macho-hembra, que dan nombre al único programa de la televisión abierta que habla sobre sexo. La figura de los mundos opuestos (pero atractivos entre sí) sirve de excusa para reubicar en la pantalla de verano a Karina Mazzocco, una modelo convertida en conductora que cobró notoriedad hace exactamente un año, cuando su ciclo iniciático De a 2 saltó del cable. Después, algunas protestas de grupos pacatos por el contenido explícito de los monólogos, algunas imágenes subidas de tono, una prohibición en el aún más pacato territorio chileno y cierto buen nivel de rating (al menos al principio), ubicaron a la chica de vestidos con escotes siempre generosos y grandes ojos celestes como una especie de Dra. del Placer. O algo así. Sus méritos, la verdad, no pasan de ahí. Sin embargo, en la Argentina le bastó y sobró para ser medianamente popular. Los comienzos de Mazzocco en la tele fueron más bien erráticos pero impactantes. En una señal del cable Multicanal y en un horario pasado de todo, la chica enunciaba (leía y se notaba mucho) estadísticas sobre frecuencia de orgasmos femeninos, parámetros de comportamientos sexuales, y cosas por el estilo. No tardó en convertirse en un pequeño programa de culto para insomnes y parejas teleadictas. Sin embargo, el paso hacia las grandes ligas de la televisión no le cayó bien. Duró bastante poco en el aire y no pasó de ser una jugada supuestamente audaz del supuestamente audaz canal América. Viendo el panorama de los grandes canales porteños con proyección nacional, sólo éste podía permitirse un gesto semejante. Pensar este programa en Telefé es algo que sólo puede mover a risa. Ahora, con mucho más cuidado en la realización técnica, que a veces cansa por la superposición de ideas visuales, y a ritmo de soul de los sesenta y trip hop de los noventa, Marte & Venus asoma en la oferta veraniega de la tele con Mazzocco y sus escotes al frente. Debe reconocerse que la conductora ha mejorado mucho en su desenvolvimiento frente a las cámaras y ahora se mueve con la soltura con que, evidentemente, se había manejado frente a una cámara fotográfica. Ya no duda ni hace visible la lectura de los textos, sabe mostrarse y seducir. Además, un par de factores le juegan a favor. El programa va los sábados a la noche, casi trasnoche, y se plantea como un estudio entre divertido y desinhibido sobre la vida sexual de los argentinos. De las parejas argentinas, más que nada. Es como que la estación parece ideal para este tipo de temas. Calor, tiempo libre, poco fútbol, no más HBO: ¡sexo!, sería la ecuación que justifica la existencia de un programa así. No va a escandalizar ni ésa parece la intención, sólo es otro programa bien confeccionado, con buenos criterios de edición, un par de imágenes picantes, otras increíbles dos caracoles practicando sexo, por ejemplo-, una obvia sección dedicada al amor en los tiempos del e-mail, una conductora atractiva y algunos recursos periodísticos que, no por ya utilizados, resultan efectivos. En este caso, cabe resaltar que las inevitables encuestas callejeras son realizadas por la misma presentadora, lo que potencia un poco el efecto de las respuestas. Claro, las preguntas siempre giran en torno de lo mismo: ¿Ya no hay hombres?, ¿los hombres saben qué quieren las mujeres?, ¿cómo se escapa de la rutina de la pareja?, ¿dónde se conoce gente?. Más allá de eso, el envío se arriesga en la puesta visual, vende (en el mejor sentido de la palabra) el sex appeal de su presentadora y no pasa de ser un simple entretenimiento para ver el sábado por la noche. Siempre habrá programas mejores que quedarse frente al televisor viendo a una chica que aconseja besar a las mujeres en el labio inferior de su boca (porque está conectado con la vagina, dice), pero cuestionarse esto sería cuestionar las raíces de Occidente tal como se lo entiende en la segunda mitad de este siglo y eso no parece ser el objetivo del programa ni deesta reseña. El tiempo dirá si Marte & Venus sobrevive a las temperaturas altas y las ropas escasas. En marzo, se verá.
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